Desencuentros 1

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Desencuentros

<<Por fin se acabó>>, pensó Sandra. Estaba tan cansada que ya ni siquiera le importaba la nota. Si finalmente no conseguía entrar a la carrera que quería. Haría cualquier otra cosa, pero tenía claro que no quería volver a pasar por esos tres días infernales que habían supuesto para ella los exámenes de acceso a la universidad.

Pasó de largo cuando vio el grupito que habían formado sus compañeros de clase. No se sentía con ánimo de comentar las respuestas,  Porque ¿de qué serviría?  Ya había firmado su sentencia y no quería alargar aquel calvario pensando que se había equivocado o que había olvidado incluir.

– ¿Qué tal Sandra? ¿Cómo te fue? – le pregunto su amiga Fabiola cuando se reunió con ella.

–No sé… No muy mal, creo, pero no me atrevo a adelantar nada, ni para bien ni para mal. ¿Y a ti?

– Para mí hoy ha sido el peor día. Estoy muy cansada… por cierto, me ha parecido ver a tu amigo en la puerta.

– ¿Qué amigo?

–El bombón ese, que es de anuncio. ¡Por dios! ¿Cómo puedes resistirte cuando lo tienes cerca? Yo me le tiraría encima y…

Se abrió paso entre la gente y, cuando finalmente consiguió salir al exterior, lo encontró apoyado en un coche frente a la puerta. Se habían formado varios grupos de chicas alrededor, aunque el parecía ajeno a su interés y ojeaba un folleto de publicidad que tenía entre las manos. Y es que Marcos llamaba la atención. Además de contar con un cuerpo escultural que se ocupaba de ejercitar casi a diario, era extraordinariamente guapo. Sus grandes ojos eran del color del ámbar y unos bonitos y carnosos labios conseguían dulcificar su angulosa mandíbula, sobre la que perennemente se dibujaba una atractiva y burlona sonrisa. Al verla, sonrió con la boca algo torcida, como los galanes de cine, y se acercó a ella.

– ¡Marcos! ¿Qué haces aquí?

–Imagines que estarías muerta despues de estos tres días y he venido a buscarte para que no tengas que volver en metro a cas – respondió despues de cogerla por la cintura y besarla en la frente para envidia colectiva  –. Aunque no sé si pensabas quedarte a comer con tus amigos.

–No, no. ¡Que sorpresa!

–¿Comemos juntos entonces? Es que mañana por la tarde me voy al campamento con los enanos de las clases de futbol y ya no nos vamos a ver.

–Ok.

–Toma, te he traído una chamarra por si tenías frio en la moto. Ahora me cuentas que tal te ha ido todo. ¿Por qué te mira todo el mundo?

–Te miran a ti, Marcos, no a mí. ¡Si es que no se puede ser tan guapo!

Ya. Lo había vuelto a hacer. Llevaba todo el curso intentando quitárselo de la cabeza y en menos de un minuto había sucumbido de nuevo. Es que solo el hacía ese tipo de cosas y tenía esos detalles con ella. ¿Cómo podía ser tan encantador? Lo tenía todo. Pero, por desgracia, era un seductor empedernido y, si como amigo llegaba a ser maravilloso, como pareja dejaba mucho que desear, así que mejor no sobrepasar los límites de la amistad.

–Cuentame. ¿Crees que te fue bien? – pregunto cuando se sentaron en la mesa.

–No sé. Por lo menos ya me lo he quitado de encima. ¿Y tú? ¿No tenías un examen hoy?

–Sí, pero eran pruebas físicas y las presente a primera hora.  ¡Ya estoy de vacaciones hasta octubre!  Es lo que tiene estudiar para profe, que nos van metiendo lo de las vacaciones escolares desde primero, ¿Sabes? – dijo sonriendo, aunque su expresión se tornó sería de repente  –. ¿Te has enterado de lo de la chica esa que han encontrado?

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2014 ⏰

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Nunca digas nunca - Amy Lab. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora