Capítulo 2

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Cuando el chofer llega, Christian nos abre la puerta a Fabiana y a mí, miro de reojo a Fabiana que se esta mordiendo las uñas, supongo que de nervios, yo tambien los tengo. Dejo que entre primero ella, luego entro yo, Christian entra detrás de mí. Pensé que se sentaría en el sitio del copiloto. Mis nervios crecen más.

Mi corazón retumba bajo mi pecho y siento que el sudor de mis manos comienza. Debería haberle hecho caso a la voz de madre que me repetía que le negara a Christian, pero es Christian y es guapo. Y no estoy solo para morir solo, estoy con Fabiana, y si le pasa algo no me lo podría perdonar ni aún asi muerto.

—¿A qué le tienes miedo?—la voz de Christian destruye el silencio incómodo que estabamos viviendo.

—A que no seas quien dices ser.—confieso y veo como Pasco revisa su celular, si esto es verdad, y Christian no es nadie que nos secuestrará, ella me lo agradecerá más tarde.

—¿Te gusta el auto?—cambia de tema Christian y se lo agradezco.

—No sé nada de autos.—digo en voz baja porque no quiero que sepa que sé que este costoso auto no pueda lograr ser admirado por mi.—¿Es un Mercedes?

Él asiente orgulloso. El auto esta bien, no podría decir que es una maravilla porque no sé que auto es una maravilla, pero el suyo me gusta mucho. Los asientos son de cuero y las lunas polarizadas le dan un toque de más sotisficado. La radio que lleva se ve demasiada costosa y moderna. Los ojos de Christian de alguna manera forma parte de la decoración del auto porque lleva colgado una piedra verde en el espejo retrovisor que quedan perfectamente a juegos con sus hermosos ojos.

—¿Quieres que reproduzca algo en especial?—me pregunta cuando sus ojos verdes chocan con mis cafés.

Miro de reojo a Fabiana que se le escapa una risa incómoda.

—¿Quieres algo en especial, Pasco?—la llamo por su apellido para molestarla más e incomodarla más. Ella niega sin reirse antes y volver a enfocarse en su celular.—¿Qué tienes para escuchar?—le pregunto dirigiendome a Christian.

Él me hace un gesto para que espere, siento que su comportamiento lo hace ver mucho mayor de lo que aparenta. Su estilo y todo él, no es de alguien de veintiseis, lleva una camisa blanca metida dentro del jean que es negro, lleva unas converse de caña alta tambien negras. Su manera de actuar, tambien es muy diferente. Yo siempre me he imaginado a los de veintiseis enfocados en sus estudios y más juveniles, llevando sudaderas de sus universidades como en los libros, y en una fiesta donde solo busquen chicas para pasar un rato.

—Busca lo que quieras.—me pasa un Iphone negro, lo volteo y abro los ojos como platos.

—¿Es un iPhone 7 plus?—no puedo ocultar mi sorpresa, nunca he agarrado uno, y menos buscar música en él.

—El Jet Black.—me lo presume y le doy un ligero golpe en el hombro.—Aunque no lo tendre tanto tiempo, ya salió el 8.—Se encoge de hombros y abro más los ojos por lo que dice es como si hablara del pan que se come diariamente.

Pongo los ojos en blanco, y veo que Fabiana ha tenido la misma reacción que yo.

Agarro el Iphone y me dirijo al Apple Music, tiene muchas canciones compradas, tiene el maldito disco de Beyoncé que quería comprarme pero costaba casi veinte dólares, pero este señor que compra iPhones en cantidad obviamente lo tiene. Al final reproduzco Brooklyn Baby de Lana del Rey y la atmosfera del auto se siente más tranquila y familiar.

Comienzo a mirar fijamente el rostro de Christian mientras él esta viendo quien es Lana, que al parecer él nunca la ha escuchado, problemas de mayores. Veo que tiene algunas imperfecciones en el rostro como pecas que parecen haber sido pintadas, las pecas recorren un poco sus mejillas y su nariz. Sus labios son delgados, y ahora que esta con la boca cerrada, forman una perfecta línea. Se ve que se ha rasurado hoy porque no hay ni un vello en su perfecto rostro. Sus pestañas son un poco caídas y sus cejas no son depiladas. Es como si todas sus imperfecciones lo volvieran más perfecto.

Maldito ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora