—¿Debería llamarlo yo?.—le preguto a Micaela.
Ella me mira y hace como si estuvieran pasando por su mente varias ideas, se sienta detrás de mí, así que cada cierto tiempo vuelvo a voltear a ver al profesor.
—Cómo sé tanto de vidas amororosas.—Su tono de voz está lleno de sarcasmo que me hace sentir de alguna manera muy estúpido.
—Lo vi el sábado y me hablo.—recuerdo mentalmente todos mis chats en busca del suyo.—Y me dijo que me iba a llamar el domingo, ¡Hoy es Lunes!
—Debe estar ocupado tiene veintises.—ella tiene razón, algo en mí acepta la razón, tiene veintiseis, no es la misma vida que la de un adolescente de catorce. Tiene veintiseis y puede tener trabajos de universidad si no es que ya la ha acabado. Tiene veintiseis y posiblemente tiene un buen trabajo que le permite tener todo lo que tiene ahora. O tal vez tiene veintiseis esposa e hijos que los quiere más que a mi.
—¿Y si tiene esposa e hijos?—mi voz retumba por todo el salón, mi tutora voltea a verma y todos me han quedado mirando.—¡Es una novela turca!.—grito y todos dejan de verme, menos mi tutora. El profesor ha salido, asi que no hay nadie más que quiera hacerme el momento más incómodo.—¿Si tiene esposa e hijos?.—lo vuelvo a repetir pero esta vez en susurros.
Micaela se rie de mí.
—No creo wey.—Pasco se une a la conversación.—Se veía tan joven, pero a la vez serio. ¡Puede ser!—su rostro de sorprendida pasa de Micaela a Daniela y al final a mi.—Pero te beso ¿no?.
Asiento.
—Aunque en realidad lo bese yo.
—Ahre puta.—me dice Pasco mientras se rie, Micaela esta mirandonos como si fueramos retrasados.
—Tal vez ya te ha hablado.—comienza a decir Micaela.—¿Has traido tu celular?
Asiento y siento como mi mirada se ilumina, puedo descubrir que es lo que está pensando ella. E inmediatamente sin pensarlo, lo tengo bajo mi carpeta lo más escondido posible que puedo.
—Dámelo a mi.—Micaela me lo quita de la mano rápidamente.—Vaya, ¡Esto es porno!
—¡¿Qué?!—decimos Pasco y yo al unisono.
—Te odio Valdivia.—me dice Micaela y prácticamente me tira el celular a mi.—Gracias por malograrme la vida.
Veo lo que ha visto ella, ¡Dios!, ¡It's huge!
—Mierda—maldigo en voz alta sin dejar de reirme. Maldito Christian.
Quince mensajes aparecieron en mi celular, desde las nueve de la mañana, por suerte he tenido el celular apagado o hubiera vibrado todo el tiempo.
Comenzó con un: Hola!, tan informal y termino con una foto demasiado gráfica que decía: Quieres ver mi pene?.
No puedo decir que no me ha gustado lo que he visto, pero me siento avergonzado porque me lo ha mandado muy rápido, y aparte porque ¡Micaela lo vio!.
Me he acalorado en el salón y siento que necesito aire fresco, abro la ventana que está a mi izquierda, Dios bendiga que estoy en este sitio. Siento que mis mejillas me arden, y un ligero mareo comienza en mi ser. Siento que me desmayaré y el mensaje de: ¿Quieres ver mi pene?. Se repite en mi mente varias veces, lo vuelvo a leer varias veces en mi mente. Y vuelvo a ver la foto en mi mente y cada vez más lejos de este mundo estoy.
¡Mierda!, la tenía erecta. ¡Y para mi!. Pero son doce años más, me repito a mi mente pero la imagen de su pene vuelve a aparecer en mi mente y sin pensarlo estoy guardando mi celular en mi maleta.
Me recuesto en mi carpeta sin importar que me falta copiar media pizarra, mis pensamientos no dan para más. Ha sido demasiado. No es que no haya visto un pene antes, tampoco es que nadie nunca me haya mandado una foto de su pene. Mi problema es que siento que esto va demasiado rápido y como ya lo tenía en mente, ¡Los mayores solo piensa en cogerse a menores!. Pero algo en él, hace que sienta que él no es así. Christian no me dejaría. Aparte, si lo hace, lo puedo denunciar.
Cierro los ojos fuertemente para eliminar esa imagen de mi mente, estaba erecta con vello suficiente y eran unos pantalones de vestir, sin contar que llevaba bóxers negros de Calvin Klein. Era demasiado irreal, demasiado cliché...
Todo el mundo sueña con tener una vida cliché. Dinero, amor, sexo y felicidad. Pero por qué Christian y la foto de su gigante pene tienen que aparecer justo cuando menos lo quiero.
Siento mi rostro arder más cuando lo levanto a copiar la clase, pero me quema más cuando el profesor de Inglés, aparte de ser un maldito pesado, me esta mirando fijamente.
—Is it anything wrong?.—niego con la cabeza.
—So... Why did not you copy the class?.—abro los ojos como plato, y mi mente no está para traducir mientras un pene gigante se mete a la boca de mi profesor.— Maybe, you have got headache.—Ay no, ya va a empezar.—Miss, disculpe, creo que hay que llevarlo al tópico.
—Coño de tu madre.—murmuro muy bajito solo como para escucharme a mí mismo.
Mi tutora viene caminando con una mirada de satisfacción al saber que me pondrá una incidencia por no haber copiado nada. No puedo hacer nada más que poner los ojos en blanco, y pensar en... ¿penes? ¡Puto Christian!
—Miss, estoy bien.—digo en un tono irritado, no puedo creer que el pesado profesor de inglés no haga nada más que joderme la vida. El maldito sabe lo que hacía.
—¿Entonces solo dormías en clase sabiendo que eso te daría una incidencia?
Touché.
Con los ojos en blanco la vuelvo a mirar a los ojos y ruego para que me deje en paz, mis nervios no están para dar más y menos lidiar con profesores pesados. Gracias a Dios y los ángeles, la miss se va y me dispongo a copiar.
Ingles siempre ha sido fácil y nunca entenderé por qué el profesor me odie tanto, aunque puede ser por lo que paso con Fabiola en primer bimestre.
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Maldito Cliché
Teen FictionGabriel siempre ha leído libros que contengan clichés. Él ha aceptado que los clichés no existen en el mundo real y que se deben quedar en los libros. Pero la noche en la que salió a comprar un libro, el choque y la caída. Todo ha cambiado ahora par...