Capitulo 1

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Era otro día más en el que el joven Midoriya despertó de su profundo sueño luego de una noche de insomnio y pañuelos cubiertos de lágrimas esparcidos por toda su cama y el suelo de su habitación.

Pasó sus manos por todo su rostro, intentando aclarar su vista, volteó esta última mencionada para ver la hora que marcaba el reloj que se encontraba sobre su mesa de noche.

-¿¡Las 7:30?!- gritó. Alarmado se levantó de su cama buscando su uniforme en su armario, hizo algunos movimientos torpes antes de tomar la ropa y desvestirse para colocarse el uniforme.

Bajó las escaleras lo más rápido que pudo y entró al baño directamente, ignorando el llamado de su madre de que llegaría tarde a la escuela. Luego dehacer sus necesidades y demás, tomó la mochila que se encontraba sobre el sofá y se despidió de su madre, como todos lo días.

Al cerrarse la puerta era cuando su verdadera pesadilla comenzaba. Caminó mirando al suelo, como de costumbre. Observaba a través del rabillo del ojo, procurando que Bakugo o alguno de sus amigos no aparezcan, ya que básicamente vivían en el mismo vecindario y como siempre no tiene ánimos para tener problemas con ellos, otra vez.

Quitó la manga que cubría su reloj y volvió a exaltarse por la hora, no podía seguir llegando tarde o le darían una falta, su madre no podía enterarse de eso.(...)

-Joven Midoriya, llega tarde.

- el profesor de costumbre, con su rostro serio y libro en manos, leubica su asiento para que vaya hacia a él rápidamente para no perder tiempo de clases, este volvió a la lectura de su libro mientras dio una última mirada a la clase y corrobora que se encuentren haciendo los ejercicios dados anteriormente por este.

Midoriya seguía con la mirada baja, intentando no tener contacto con ninguno de los presentes en la clase, pero su pie en un mal movimiento lo hace caer al suelo, provocando las risas de los demás estudiantes.

Aunque no fue su culpa, solo era Bakugo saboteandole el camino una vez más.

-¡Hey Deku! ¿Está cómodo el suelo?- las risas resonaban en el salón y como de costumbre, el profesor no hacía nada, solo mantenía la vista en su libro.

Midoriya se dirigió hacia su asiento, sin decir una palabra o una diminuta mirada al contrario de cabello claro que solo se dedicaba a molestarlo.

Al rededor de una hora y media después, la clase terminó y todos salieron al receso, a excepción de Midoriya, que prefiere quedarse solo antes que salir.

Pero había alguien que lo observaba desde el marco de la puerta, esperando a tener la atención del peliverde.

-Midoriya, ¿podemos hablar?-la voz del director llamó su atención y se acercó a él con un poco de timidez y miedo.

-¿S-sí?

-¿Me permites hablar contigo en mi oficina? Sigueme.- obedeció a lo que el mayor le dijo, y lo siguió hasta su lugar de trabajo.

-Sí es sobre mi madre, ella está bi--

-No es sobre tu madre, es sobre tí.

-Midoriya tragó saliva, esperando a que un regaño duro saliera de su boca, pero lo único que escuchó fue el sonido de un cajón de escritorio abrirse.

Abrió sus ojos, y se sorprendió mucho cuando vio una imagen suyaa los nueve años sosteniendo uno de sus exámenes con una nota excelente, y una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Sabes quién es, Midoriya?

- el peliverde no respondió, se quedó inmóvil viendo su retrato de su infancia, y se dio cuenta de que realmente había cambiado mucho.

-¿C-Cómo ha conseguido eso?- Izuku intentó evadir su pregunta, se acercó al cuadro que Mark sostenía e intentó quitárselo, pero este solo esquivó sus movimientos nerviosos.-Con ese simple impulso de intentar quitarme la foto de las manos, dejaste claro que ese eres tú. Esta foto me la dio tu madre cuando recibiste la beca para entrar a esta escuela, pero mi verdadera pregunta es: ¿Qué pasó, Midoriya?Izuku no consiguió respuesta a su pregunta.

No iba a responder, a menos que encontrara una respuesta válida para Mark.

-¿Es por tu padre?

-¿Qué?¡Claro que no! Es lo que menos me importa ahora mismo...

-respondió con pesadez, Mark suspiró.

-Midoriya, créeme que no quiero darte una falta y mucho menos preocupar a tu madre, pero si tú solo te quedas esperando a que un milagro ocurra, lamento decirte que tu actitud tendrá que ser corregida.

- dijo el director con un tono un tanto decepcionado, volvió a guardar el cuadro en su escritorio y llevó la vista hacia el peliverde, estesolo bajó la mirada, soportando las ganas de llorar frente a Mark.

-Lo siento...-Tienes una beca, no la desperdicies. Hablaré con tu profesor de historia, la asignatura en la que peor te desempeñas.

- soltó un suspiro, y se levantó de su asiento, comenzando a guardar algunos libros de su escritorio en su respectivo lugar.-N-no es necesario que haga eso, ¡Ya aprendí la lección!

- Midoriya entró en pánico, realmente era un reto salir vivo después de ser regañado por eseprofesor en particular.-Lo haré, y no puedes impedirmelo esta vez, buenas tardes.

-Mark empujó lentamente a el peliverde hacia la salida, dejándolo sin poder protestar y cerrando la puerta a su espalda. Respmente lo odiaba.

-Idiota.Midoriya siguió su camino hacia la cafetería, hasta que se decidió por ir al baño para relajarse un poco luego de lo sucedido, pero le fue imposible cuando se encontró con "Kacchan", junto con otros de sus amigos.

-No planeaba seguir molestandote, Deku. Pero eres tú el que se busca los problemas. -susurró acercándose a su rostro mientras que "Deku" temblaba del miedo de lo que podría hacer.

-Shine.En un segundo, el puño de Bakugo chocó contra su rostro, causándole un fuerte dolor cerca de su ojo y de manera que terminó en el suelo. Ese había sido el golpe más fuerte que alguna vez recibió de su amigo de la infancia.

-K-kacchan...

-Pierdete, inútil. -se retiró como si nada, pisando a Midoriya en el camino a la puerta. Izuku se levantó del suelo, y se miró al espejo.

-¡No puede ser!- gritó, mientras tocó sigilosamente su ojo completamente morado.

No podía esconder eso, era demasiado visible como para que él pueda disimularlo. Tomó rápidamente papel higiénico y se quitó lo más que pudo la sangre que brotaba de su nariz.

Intentó cubrir con su cabello el ojo morado, pero aún así seguía siendo notorio para las demás personas que se acercaran a verlo. No le quedó de otra, debía volver a clases si no quería que lo regañaran. Resopló exhausto.

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