Capítulo III - Hipotéticos Héroes

2 0 0
                                    


Wedge se frotó sus irritados ojos mientras se dirigía hacia su habitación. Trait le había mandado patrullar el bosque todo el día en busca de Pairel, pero él sabía que la chica había vuelto a la sede de los escarlatas, ya que el peluche del león había desaparecido de su cuarto. Aquello significaba que el proyecto de borrado permanente de memoria había sido un fracaso, sino ¿cómo habría invocado a su Shokan? Aunque prefería creerlo antes que pensar que el borrado si funcionó y que, por tanto, la chica es capaz de invocar Shokan sin ninguna dificultad.

El crujir de la madera sobresaltó a Wedge y paró en seco. No iba armado, pero estaba en un edificio apartado del mundo del que nadie sabía nada; lo más seguro es que fuera alguno de los sinesencia, sin embargo, escuchó otro crujido a un par de pasos por delante de él que le hizo estremecer.

—¿Quién anda ahí? —Como única respuesta obtuvo el silencio, seguido de un contundente golpe en la cabeza que le hizo sumergirse en la más profunda oscuridad.

—¡Wedge! —Aquella voz llevaba tiempo llamándole por su nombre de forma recurrente y persistente—. ¡Wedge! —Parpadeó un par de veces para adaptar su vista a la iluminación de la sala; ante él había un chico joven de ojos verdes con una cinta blanca alrededor de su frente. Era un subordinado que había venido de la sede para ayudar con el entrenamiento de los sinesencia, lo había visto un par de veces por la residencia.

—¿Qué ocurre? —Preguntó mientras se incorporaba junto a un dolor de cabeza.

Se encontraba en una habitación pequeña sin ventanas y revestida de metal. Allí guardaban las pertenencias de los sinesencias que habían secuestrado y sometido a un lavado cerebral, pero ahora estaba vacía, a excepción de unas cuantas personas con vestimentas blancas.

—¡Nos han atacado! ¡Han entrado en la residencia!

Wedge sintió como si su corazón hubiera dejado de latir; fue a activar la función de transmisión de sus gafas, pero su mano se encontró con aire. Contuvo la respiración unos segundos antes de hablar.

—¿Y mis gafas?

—Nos han quitado todos los dispositivos y las armas —Anunció una voz familiar desde atrás.

—¿Manet? —Wedge se levantó del suelo y se giró hacia su compañero—. ¿También estás aquí? —El chico desvió la mirada hacia el suelo, avergonzado—. ¿Y Trait?

—No lo sé. Ha pasado todo muy deprisa, ni siquiera pude defenderme.

—¿Se sabe al menos quién ha sido?

—¡Los escarlatas! —Se oyó gritar a varias voces.

—¡Sí! ¿Quién sino? —Secundó otra.

Wedge se volvió hacia Manet a espera de una respuesta.

—Es lo más probable.

—¿Pero cómo? ¡Nos aseguramos de qué nadie supiera la localización de esta residencia salvo nosotros! A no ser que... —Manet abrió los ojos como platos.

—¿Ella? —Wedge asintió con la cabeza.

—Ella.

—¿Qué es lo que queréis?

Trait mantuvo firme su tono de voz a pesar de estar siendo amenazado con un rifle en la cabeza. A ambos lados suyos estaban Tambli y Gram, quién sostenía el arma; en frente se encontraba Pairel, de brazos cruzados, y custodiada por Leo y Selxia.

Sinesencia. La Bestia de UrodaWhere stories live. Discover now