Capítulo 40:

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*Ariana*

Abrí mis ojos lentamente e intenté averigüar en dónde me encuentro, sentí un brazo alrededor de mi cintura y ahí entré en razón, estoy con René.

Tomé mi celular que está a un lado de mi y vi la hora, 10:55 pm.
¡Rayos! Maldecí internamente, ya se me había hecho tardísimo, le volví a echar otro vistazo al celular y tengo más de 10 llamadas perdidas de mamá y papá, y algunos mensajes.
Otra llamada entró, es mamá, tomé aire y valor y atendí la llamada.

—¿Si? —dije con algo de timidez.

—¿En dónde estás? ¿Por qué no has llegado? ¿Ya viste la hora? —dijo en tan solo segundos, muy molesta.

—Si... Si... Ya voy, estoy con la abuela —mentí— se me ha hecho tarde, lo siento —intenté excusarme.

—¿Dijiste algo? —preguntó René algo adormilado. Abrí mis ojos como platos, creí que él estaba durmiendo. Le tapé la boca con la mano para que ya no hablara y mamá no lo escuchara.

—Regresa rápido —fue lo último que mamá dijo y colgó. Solté el aire acumulado y me dejé caer en la cama.

—¿Quien era? —preguntó él.

—Mamá. Ya debo irme —me levanté y tomé mi ropa.

—¿En serio te irás?.

—Sí, tengo que hacerlo, mamá está furiosa.

—Me siento usado ¿sabes?. Que te vayas después del sexo... —negó con la cabeza. Me reí con eso y me acerqué a él.

—No te usé —dije muy cerca de su rostro— en realidad si lo hice, pero no de la forma en que crees, en realidad si es en la forma que crees —lo besé y corrí hacia el baño, debo bañarme— ¿me llevas a casa? —pregunté desde el baño.

—Claro, también voy para allá —respondió.

Salí del baño, sequé mi cabello con la toalla y me puse los zapatos, René ya estaba vestido y yo también, ya son las 11:10 tenemos que irnos.

—Ya vámonos —dije— si me tardo más nunca me volverás a ver —reí— estaré castigada de por vida.

—De acuerdo, pero... —hizo una pausa y sacó una cajita de un bolsillo de su pantalón— quiero darte esto primero.

—¿Qué es? —pregunté con curiosidad y con el corazón acelerado.

—Un collar —abrió la cajita y sacó una delgada cadena dorada con un dije en forma de corazón. Entre abrí mis labios con asombro, sin decir nada— es para ti —me mostró el collar y lo observé con atención, es hermoso y... Costoso, pues tiene diamantes incrustados, creo que jamád había tenido algo tan costoso en mi poder, seguí sin decir palabra alguna— ¿no te gustó? —preguntó con tristeza, a lo que negué con rápidez.

—No... No es eso... Solo que... ¡Wow! Es hermoso y... Nunca me habían regalado algo así, principalmente porque soy torpe y pierdo las cosas, pero... Gracias.

—¿Entonces si te gustó?.

—Me encantó —confirmé. Él sonrió y se acercó a mi para ponerme el collar, levanté mi cabello y lo colocó.

—Mira esto —tomó el dije en sus manos y partió el corazón en dos— se puede despegar y unir, una mitad es para ti —hizo una pausa y colocó el dije en una cadena de oro que tiene en su muñeca— y el otro para mi. Somos una pareja y los dijes lo demuestran —dijo sonriendo mientras alzaba ambas cejas.

—Que gran detalle, me parece genial —lo abracé y hundí mi cabeza en su pecho— siento tu corazón... ¿Sientes el mío?.

—Sí —me abrazó con fuerza.

Dame Tu CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora