Capítulo V

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Símbolos Omniversales

Sin fuerzas, con hipotermia y desangrándome, yacía en el suelo bocabajo. Sin moverme en lo más mínimo. El aliento se me escapa lentamente, quería ponerme de pie y correr, quería seguir luchando, pero ya no podía. Había perdido toda mi esperanza y ahora me encontraba en un callejón sin salida.

Mi cuerpo se iba enfriando al tiempo en que mi vida se apagaba. Pronto, mi alma abandonaría mi cuerpo, pero al menos estaría consciente cuando el momento llegase. Cerré mis ojos, esperando impotente y pacientemente mi hora.

El sonido de rocas deslizándose entre sí se hizo presente y me sobresaltó. Podía escuchar cómo lo que parecían bloques macizos de mármol se deslizaban unos contra otros, chocando en el proceso.
Al principio era lejano, pero se aproximaba más y más. No tenía idea de qué estaba pasando, y no tenía fuerzas suficientes como para comprobarlo por mi cuenta.

Sonidos metálicos se juntaron a la ya ruidosa sinfonía de rocas, ¿Y ahora qué?

Mi camiseta fue arrancada de mi torso con fuerza, al igual que el resto de mi ropa. ¿Qué demonios estaba pasando? Sin poder moverme, tuve que soportar lo que fuera que me iba a pasar. Algo húmedo tocó mi espalda, parecía estar hecho de fibras flexibles; al instante, muchas fibras empiezan a rozar mi espalda, con cuidado pero de forma precisa. Siguiendo una ruta específica: El tejido desgarrado por Gao'Kamó.
Arde. Arde como mil soles. Los pinceles debían estar empapados de alcohol o alguna sustancia desinfectante. La sensación aumentó al punto de sentir cómo mi espalda se quemaba. Las fibras continuaron danzando sobre la herida de forma rítmica y organizada.

El dolor aumentó exponencialmente, empecé a gimotear y luego a gritar del agudo sufrimiento que estaba experimentando. Cada segundo que pasaba se me hacía eterno. Deseé con todo mi ser que esa experiencia se terminara pronto.

Mis deseos se cumplieron, los pinceles dejaron de moverse y se retiraron de mi espalda. Poco a poco, el ardor se redujo, al punto de desaparecer por completo, como si nunca hubiera tenido una herida en primer lugar. Me sobresalté ante tal sentimiento, hacía unos minutos estaba al borde de la muerte, y ahora sólo me sentía exhausto.

Antes de poder relajarme de nuevo, una sustancia extremadamente espesa se derramó sobre mi cuerpo, cubriendo por completo todo, de mi cuello para abajo. El líquido se pegó a mi piel y el excedente se evaporó pocos segundos después.
Ahora estaba cubierto de pies a cabeza con aquella extraña sustancia, ¿Qué era esa cosa pegajosa?

Decidí que levantarme sería la mejor idea, por lo que me puse en marcha, pero antes de hacer algún esfuerzo, la entidad me tomó de los brazos y me levantó lentamente, con extremo cuidado.

De pie y anonadado por lo que pasaba pensé en lo que ocurría, pero no pasó mucho tiempo antes de que, nuevamente, la entidad moviera algo frente a mí. Palpé el objeto frente a mí, parecía ser... ¿Un vaso? Era pesado, seguro estaba lleno de algún líquido.

Se me hizo agua la boca, no había comido ni bebido desde que llegué a ese lugar y empezaba a tener sed. Tomé el vaso y lo acerqué a mi boca.

«¿Estás seguro de esto?, digo, es un vaso lleno de quién sabe qué, servido por alguien desconocido en este lugar»

Me detuve a pensarlo antes de acercar el vaso a mi boca, «No tienes idea de qué es lo que contiene o qué podría hacerte ese líquido, ¿Acaso olvidaste que los inquilinos de este sitio no son muy amigables que digamos?»

Reflexioné, desconfiando de la entidad que me trajo aquí. Pero también recordé que esa misma entidad me curó cuando estaba a punto de morir.

"Quizá esa cosa esté de mi lado", me repliqué en voz alta, "Al fin y al cabo, me salvó de una muerte lenta por desangramiento, tal vez no quiere que muera", argumenté. Tragué saliva, «¿Qué harás entonces?».

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2018 ⏰

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