Deja de hacer lo que estas haciendo. Olvida el ahora y cierra los ojos. Y recuerda todas aquellas tardes en la que tu estómago dolía de tanta risa. Recuerda todas las veces que le dijiste "te quiero" a alguien. Recuerda todas las veces en que confiaste plenamente en alguien. ¿Lo has hecho? ¿Has recordado?
Ahora dime. ¿Por qué no oigo tu risa? Es decir, la he oído, pero es... diferente. Ya no suenas alegre y llena de vida. Es como si tu esencia, esa esencia tan bella que llevabas haya huido con cada carcajada que diste. En lugar de ella sólo ha quedado un eco de tu voz, contando a cualquiera que lo oye, la persona que alguna vez fuiste.
¿A caso has dejado de querer? Lo dudo. Sé que en tu corazón hay sentimientos. Pero te han lastimado tantas veces, que tienes miedo de confiar y de expresar todo aquello que llevas guardado en tu corazón. Cariño, no es malo confiar en las personas. Sólo debes dar tu confianza cuidadosamente. Ahora, abre tus alas y vuela, y enséñale al mundo todas aquellas cosas bonitas que piensas mientras te duchas o mientras riegas tus margaritas. Enséñale al mundo todas aquellas canciones que te hicieron sentir alegre y que, de alguna extraña manera, cambiaron tu vida. Enséñale al mundo que no tienes miedo de amar. Enséñale al mundo, ese mundo de colores y fantasías que existe en ti.
Cariño, abre tus alas y vuela. Vuela alto y no te detengas. Olvida todo lo malo que ha sucedido y sigue tu camino hasta llegar a las estrellas.
Acaricia cada rayo de sol y besa cada estrella. No te asustes si durante el camino tus alas se quiebran. En ese caso, levántate y con esfuerzo y dedicación arréglalas. No esperes que alguien más lo haga, pues recuerda que no todo el mundo piensa como tú.
Y ahora, Cariño, seca tus lágrimas y abre tus alas.
Y vuela.