Hoy estás, especialmente, cursi

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Que fuerte el hecho de no haber podido presentar este fic como quería. Llevo un tiempo macerándolo y escribiendo notas con lo que quiero lograr. En un arrebato, he escrito dos capítulos y, luego, quise colgar uno para ver si alguien lo leería.

No sé si será bienvenido o no, un fic de LAUGUSTA. Es decir, me consta que ha habido gente que lo pidió, pero espero que les haya gustado la idea. Teniendo en cuenta que mi versión de LAUGUSTA estaba emparentado a mi versión de la historia BARCEDES, me pareció lógico que la continuación se diera bajo ese parámetro.

Este fic no contendrá muchos capítulos. Tendrá algo de contenido adulto y estará centrado en la pareja: Laura+Augusta. Es independiente de la teleserie a partir del capítulo en el que Ernesto y Nicanor separan a Bárbara y Mercedes, cuando se están marchando. Sería ideal leer antes el fic "El momento más Feliz" para poder seguir bien este. Aunque si no lo leyeras, previamente, y te lanzaras sobre este, pasaría que algunos detalles igual no los captarías. O que te faltaría el contexto.

En fin. El fic se llama "Entre otras cosas", como el primer capítulo. Aclaro por las dudas.

Disclaimer correspondiente ya escrito: Ni Perdona nuestros pecados y, por tanto, los personajes que se mencionan en este fanfic me pertenecen. Son de Illanes, López, Alemparte y los demás guionitas y productores. Al igual que de Mega. Si fueran míos: 1. No serían un exito; 2. Barcedes tendrían 18 minutos de aire cada día, o sea, lo solucionarían casi todo: como la red de tráfico mandando a Carlos a la cárcel y a Augusta a la Casona con Laura... Horacio lo veremos XD Vale ya dejo la coña, que no son míos!


Hoy estás, especialmente, cursi


El auto de Augusta viajaba por la carretera de ingreso a Villa Ruiseñor. Destino la casa de Horacio y Elsa Möller.

-Así que recogemos a Leonor y saludamos a las prófugas – comentó Laura acomodándose el cabello en el espejo retrovisor.

-Ex prófugas – aclaró Augusta – no te olvides que Don Ernesto ahora las acepta como parte de la familia.

Laura se cuadró de hombros con una mueca de desinterés - ¿cuánto crees que habrán tardado tus ex cuñados en contarle a Mercedes y su mujer sobre nosotras?

-Bueno, han tardado más de quince años – indicó Augusta.

-¿Cómo estás tan segura de que no lo sabían ya antes de llegar? – le preguntó la otra mujer.

-Porque Mechita me habría llamado para reclamarme por lo que le hice la primera vez que intento fugarse con la Bárbara – dijo Augusta. Había algo en su mirada que, aparentemente, solo se ocupaba de la carretera, algo que Laura pudo adivinar con facilidad.

-Te preocupa – afirmó sin quitarle los ojos encima – te preocupe como reaccioné tu amiga.

-¿Qué dices, Laura? – se defendió nerviosamente Augusta, demostrándole a Laura que tenía razón – ¿cómo me iba a preocupar? eso sucedió hace demasiado tiempo.

-Y deberías creértelo tú, en primer lugar, para intentar convencerme de que eso es lo que piensas – Laura le sonrió con tranquilidad, sin inmutarse – cariño... no pasará nada, no creo que Mechita te guardé rencor alguno.

-Supongo...

-Supones bien – Laura sopesó un segundo sus palabras – te equivocaste la primera vez, pero lo enmendaste la segunda – comentó – si Mercedes siente algún rencor al conocer "el rumor" sobre la naturaleza de nuestra relación, no tardará en acordarse lo mucho que has hecho luego por ellas – notó como Augusta desvió su mirada de la carretera al mencionar aquello del rumor, fijó sus ojos en ella un segundo, como si estuviera leyendo su expresión.

-Supongo que eso es verdad - volvió a balbucear la conductora y luego suspiró.

Laura mantuvo sus ojos en la carretera, reflexionando sobre la vida que habían tenido después de lo de Carlos. Sobre cómo cada minuto que pasaron juntas, era un cúmulo de información sobre Augusta que ella absorbía y aprehendía. Asimilaba cada detalle porque Augusta no era una persona fácil y le había costado mucho dejarse llevar por la situación en la que se vieron atrapadas. Primero, por venganza o por pasión. Poco a poco, por amor. No pudo evitar enamorarse, incluso, cuando fue rechazada. Porque cada rechazo de Augusta era una señal más de qué se volvía imprescindible para ella. Y Laura quería serlo, quería ser la persona en la que Augusta descansase, siempre.

Por lo mismo, sabía que Augusta se había castigado por lo que había pasado con la hija de los Möller, pero no sabía si aquello no era producto de algo más. Algo reprimido. Algo que quizás Augusta nunca se animará a revelar.

-Quiero hacerte una pregunta – le dijo, de repente, consiguiendo la atención de la peluquera - ¿tú tuviste algún sentimiento por Mercedes en el pasado?

Laura esperaba que Augusta reaccionará negativa o nerviosamente ante la insinuación, pero para su asombro no lo hizo. Decidió observarla un segundo, antes de responder – no, si acaso envidia.

-¿Envidia? – quiso saber la cantante.

-Sí, envidia porque contra cualquier pronóstico se animaba a ser feliz – explicó Augusta – la llame depravada porque no quería admitir que la admiraba por elegir bien, por elegir lo que le hacía sentir entera.

-Vaya – fue lo único que pudo expresar Laura. Lo que Augusta sentía por Mercedes era mucho más profundo y sano que un sentimiento romántico escondido – eso no me lo esperaba.

-¿Esperabas algo más mundano? – quiso saber Augusta - ¿algo digno de los celos?

Laura sonrió de medio lado – sabes, perfectamente, que no soy celosa – expresó plácidamente – a veces, me toca poner en su lugar a algún desubicado, pero más por diversión que por sentirme insegura.

-Estás muy confiada tú –comentó Augusta sonriendo de medio lado.

Laura la observó antes de agregar – tú te encargas de cimentar mi confianza con esos arrebatos que te dan en los sitios más y menos apropiados, querida.

-Y a ti te encanta recordarlo, ¿verdad? – respondió Augusta.

-Son la sal y pimienta de mi vida, mi preciosa Augusta Montero – dijo la cantante – sin ellos no tendría más que mi música.

-Pensaba que tu música era tu gran amor – expuso la peluquera.

-Yo también pensaba eso – confesó Laura.

Se quedó en silencio, esperando la respuesta que, conociendo a Augusta como la conocía, iba a llegar. La otra mujer la miró, tratando de no desviar su vista de la carretera. Mirando por limitados segundos con variable frecuencia. Finalmente, meneó la cabeza.

-Hoy estás especialmente cursi, Laura Montes – afirmó.

Entre Otras Cosas - #LAUGUSTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora