Una buena amiga
Augusta estacionó el auto en la entrada de los Möller-Quiroga y se observó unos segundos en el espejo retrovisor. Cabello perfecto, maquillaje perfecto. Revisó la intensidad del labial. No estaba tan descolorido teniendo en cuenta que los había intentado desgastar cruelmente contra la piel de Laura momentos antes. Desvió su vista hacia la mujer. Esta la observaba con esa sonrisa de medio lado que decía que sabía lo que estaba pensando.
-Estas perfecta, mi amor – sentenció a la pregunta nunca formulada – como siempre – levantó la mano y dibujó la curva de la boca de Augusta – y tus labios son más bellos sin maquillaje que cuando te los pintas.
-Nunca te has quejado de que me los pinte – comentó Augusta rebuscando en su bolso y retocándose el color.
-No, por supuesto que no podría quejarme, luego puedo encontrar las marcas de tu pasión por mí en todo mi cuerpo, es... - hizo una pausa para buscar una palabra – todo un deleite a mis sentidos – Augusta rodó los ojos y Laura sabía que simulaba desdén por cierta sensiblería enmascarada de atrevimiento que, supuestamente, no soportaba. Pura fachada, como ese labial -, pero la voluptuosidad de tus labios no tiene que ver con el rouge, es una cosa mucho más natural y primitiva.
Augusta soltó una risa aburrida – deja las cursilerías para tus canciones, mi querida.
-Haces bien en maquillártelos ahora que lo pienso – rectificó la cantante – esas voluptuosidades de tu pasión las prefiero para mí.
Ambas salieron del auto y antes de que pudieran acercarse del todo a la puerta de entrada, Augusta comentó – no es solo pasión lo que siento por ti, ¿lo sabes? – quiso confirmar mirando a Laura.
Esta iba a responder, pero la voz de Mercedes resonó entre las dos - ¡Augusta! – dijo mirándolas con una sonrisa.
Augusta sonrió cautelosamente – Mercedes – se acercó a ella midiendo si debía abrazarla o no - ¿cómo estás? – preguntó y tuvo que pestañear cuando fue la propia Mechita la que la abrazó a ella.
-¡Muy bien! Ya me estaba preguntando si vendrías a saludar o no – le contestó.
-Perdona – se disculpó Augusta – he estado algo ocupada últimamente.
-Sí, algo me habían dicho – Mercedes miró a Augusta y luego a Laura, y repitió el movimiento esperando una presentación.
-¡Ah! Mercedes – Augusta reaccionó por fin a la llamada silenciosa de su antigua amiga de colegio – esta es Laura, Laura Montes, una buena amiga.
"Una buena amiga", esa era la frase cliché que había dominado sus vidas. Una buena amiga delante de la familia, una buena amiga delante de los amigos, una buena amiga delante de los vecinos, una buena amiga delante de los clientes. Y es que Laura era una buena amiga de Augusta, aunque fuera mucho más. Aunque a Augusta le costará tanto admitirlo con palabras y lo reservará para el clímax de la cama o algún momento de desliz emocional.
-¿Cómo estás Mercedes? – Laura usó su mejor sonrisa, esa que era para las marquesinas – es un gusto conocerte finalmente – dijo aceptando los dos besos que la otra mujer le ofreció, costumbre española seguramente – Augusta y la chiquilla me han hablado mucho de ti en esos últimos años – la chiquilla no era otra que Leonor, que desde que había conocido a su tía siempre la recordaba con mucho cariño. A ella y a la tía Bárbara.
-Pues fíjate que a mí también me han hablado de ti – respondió Mercedes de inmediato, mientras las tres entraban a la casa – el gusto es mío también.
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Entre Otras Cosas - #LAUGUSTA
FanfictionSpinoff de El momento más feliz. Laura+Augusta - 15 años después