Resurgir

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Hay veces que la vida parece ponerte a prueba, intentando averiguar hasta dónde puede llegar a tensarse tu cuerda sin llegar a romperse. Aunque eso suponga agarrarla con las manos con tanta fuerza que sangren del desgaste.

Supongo que no era capaz ni de imaginarme, que a veces, hace falta una tormenta muy grande que sea un punto de partida hacia algo mucho mejor. Como si de estar sumergido se tratase, y tus pulmones griten e imploren oxígeno hasta replantearse rendirse y dejar la vida ir sin más. Pero de pronto sales, con una gran bocanada. Apreciando cada suspiro, cada inspiración, cada expansión.

Ese día, mi rutina estaba presente. Yo, que siempre huía de la monotonía por el hastío que me provocaba, ahora la abrazaba sin querer soltarla, con fuerza y con los ojos cerrados del esfuerzo.


Cuando me desperté le di los buenos días a Vicente como era habitual. Él trabajaba en una tienda que se dedicaba a la venta de maderas. Su tío era el jefe, por lo que lo que a mientras Vicente le quitaba bastante carga de trabajo, mi novio se veía recompensado con un buen dinero al mes.

-Buenos días amor, espero que te vaya genial la mañana - Le puse cariñosa, sabía que desde que entré a trabajar estaba algo más irascible de lo normal por lo que intenté estar con más él más atenta para que viese que por mi parte, seguía con las mismas ganas de que funcionase.

- Hola Aitana, tu también, un beso. - Sabía que algo iba mal. Me había llamado por mi nombre y eso solo lo hacía cuando su humor no era demasiado bueno. Para variar, no entendía por qué.

Llegué a la oficina, y saludé a Marta con un beso en la mejilla. Me comentó que ya tenía los papeles de la beca en orden y que lo próximo era buscar piso por Barcelona. iba a extrañarla enormemente. Nos reíamos cada mañana entre confidencias y complicidad, además que me facilitaba mucho el trabajo y siempre me echaba una mano con cualquier duda.

Marta y yo habíamos estado juntas desde niñas, siempre la una para la otra, y me costaba pensar que íbamos a separarnos durante tanto tiempo, pero me sentía tan orgullosa por ella. Iba a cumplir su sueño, aunque se que estaba muerta de miedo por alejarse tanto de su actual vida, conocía a Marta, no iba a costarle acomodarse a una nueva ciudad y mucho menos conocer gente que la querrá por lo maravillosa que era.


Luis entró por la puerta, estaba guapo, pensé. Iba con una camisa blanca  y una chaqueta azul. Su olor inundó aquel pequeño espacio haciéndome respirar lentamente, disfrutándolo.

- Buenos días señorita Marta - Dijo mientras se acercaba a su mesa y le daba un beso en la mejilla. 

- Buenos días señorita Aitana, muy guapa hoy- Me dijo con su ya característica sonrisa mientras se acercaba a mi y repetía el mismo procedimiento de mi amiga.

- Gracias - Le dije con la boca pequeña - Buenos días Luis, tu también estas guapo hoy- Yo y mi bipolaridad, a veces me reía resignada de mi misma y de como era capaz de morirme de vergüenza y a los dos segundos, soltar un descaro que hasta mi madre me regañaría. 

Aitana contrólate, es tu jefe y no debes extrapolar eso más allá. No es indicado que le digas que está guapo, que te guste su olor o que te guste su culo. ¡Ay dios, pero que digo! No, no, no, no

-Aitana ¿Estás bien?, parece que has visto un fantasma- Me pregunto Luis con cara  de preocupación. Genial, para variar soy demasiado expresiva, esto mejora por momentos Aiti.

-Si claro, simplemente recordé que olvidé recoger algo - Y vuelta a esconder sentimientos. Igual algún día me daban un Óscar. "Lo primero agradecer a mis padres por haber estado siempre a mi lado..."   Empecé a reírme de mi propia desvariación mental. No tenía remedio.


Mi móvil sonó un par de veces. Dos mensajes de dos personas distintas. El primero me hizo sonreír.

Buenos días mi niña preciosa, vengo a invitarla este viernes a tomar una cervecita, mi amiga Amaia ha regresado de Alemania, y me gustaría presentarlas, ¿Cuento contigo no?, coménteselo también a tu chico.  - Era mi amiga Ana. La chica canaria que un día alguien en común me presentó. Desde entonces, hace ya varios años, descubrimos la infinidad de cosas que tenemos en común. No nos vemos demasiado, entre Vicente y Jadel, el novio de la morena, no nos daba muchas oportunidades para quedar.

Claro Anita, nos vemos dónde siempre, un besito - Le contesté yo. Hacía tiempo que no quedábamos y me hacia ilusión no martirizarme un viernes más sin tener plan. Además, si Ana iba a presentarme a una amiga seguro que era igual de simpática que ella.


Hola Aitana, se que estás trabajando y no quiero molestarte, avísame cuando salgas de trabajar, tengo que hablar contigo.

Ahí sin más, ni un beso de despedida, ni un apelativo cariñoso, ni siquiera el motivo de eso tan importante que tenía que hablar conmigo. Desde esta mañana intuía que algo no iba bien.

- ¿Va todo bien?, tranquilo cielo, yo te aviso y nos vemos si quieres. - Contesté a sabiendas de que no iba a responderme de forma tan cariñosa

- No hace falta quedar, solo quiero hablar una cosa contigo, te dejo trabajar, no quiero molestarte.

-Ok...- Otra discusión más, estaba tan cansada de este tipo de actitud que presentía que no iba a poder alargarla mucho más.


Mi cara debió ser un poema, escuché la voz de Luis saliendo de su oficina.

-Coge tu bolso Aitana, te invito a un café - Me dijo sonriendo, pero esta vez no había provocación, no había chulería ni descaro, simplemente dulzura. Me entraron ganas de llorar ante tal muestra de cariño tan débil y sutil, que me hizo sentir, por un momento, pena de mi misma.


Una vez en la cafetería de al lado fue directo al grano después de pedir "lo de siempre".

-¿Qué ocurre?, algo has tenido que ver para que hallas perdido el brillo de la mirada.- Me dijo serio analizando mi expresión

-Supongo que esta cerca el fin, simplemente - Sonreí con nostalgia, y me sorprendí, de que a pesar de que estaba triste, sonreía.

- ¿Ha pasado algo? ¿Te ha hecho algo? porque de ser así...

- Luis, cálmate. No me ha hecho nada, simplemente se avecina otra discusión más y no creo que pueda soportar esta situación mucho tiempo más, estoy cansada ya de pelear. - Contesté tranquila.

- No deberías estar aguantando a alguien como él, mereces mucho más. Mereces sonreír tanto que te duelan las mejillas cada día.

Le miré directamente a los ojos con ese comentario y algo sonrojada. No sé cuanto tiempo estuvimos así, solo mirándonos sin decir nada más, pero si sé que fue más tiempo del necesario y que probablemente si alguien sentado a nuestro alrededor se había percatado, pensaría que somos una pareja de enamorados o bien que estamos mal de la cabeza.

- Gracias Luis, por salvarme de mi propia vida y reflotarme justo cuando me estaba hundiendo. Si no te hubiese conocido, no se que sería de mi a estas alturas de mi vida- Contesté sin pensar, mirándole a los ojos y no supe descifrar como me miró en ese instante.

- Gracias a ti Aitana, por aparecer tú en mi vida.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2018 ⏰

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