Estuve ansioso todo el fin de semana esperando que llegase mi carta de aceptación -o rechazo- de la academia San Andrés, es una de las mejores de nuestro país, solo uno de cada 100 estudiantes es aceptado. El examen que realicé estuvo demasiado difícil, tuve que usar cada uno de mis conocimientos. Mi madre llevó la carta hasta mi habitación mientras yo dormía.
Al día siguiente fui a la academia. Habían 16 estudiantes nuevos al igual que yo y uno de ellos se me acerca, pregunta por mi nombre y respondí que me llamo Max, le pregunto por el suyo y responde que él es Tomás. Me sorprendí porque fuera uno de los aceptados, pues no tenía aspecto de ser muy inteligente.
Entramos a la academia los 17 estudiantes nuevos. Sale el director y nos da la bienvenida. Una vez dentro, una neblina muy densa hace que todos, sin excepciones, nos quedemos dormidos.
Cuando despierto estamos todos juntos en una misma habitación llena de cámaras y monitores, algunos aún no despiertan. Es un lugar demasiado raro, así que trato de explorar un poco.
Termino por entrar a un cuarto que tiene una señal de X, advirtiendo que no debería estar ahí. En un proyector se está presentando un video que por suerte he podido ver antes de los demás, se titulaba: "Debes tener esperanza". Se trata básicamente de un estudiante regular, al igual que yo y los demás, pero en las imágenes se muestra cómo fue torturado por sus mismos compañeros hasta la muerte. Sin pensarlo, rompo el proyector. Pienso que si existe la posibilidad de que otra persona lo logre ver, podría terminar por enloquecer y tener ganas de matarnos a todo.
Regresé con mis compañeros que, para mi sorpresa, ya se encontraban en su totalidad despiertos. Varios de ellos me preguntan a dónde había ido y respondo tranquilamente que estuve explorando el lugar.
De la nada, en uno de los monitores, aparece un niño que trae puesta una máscara de oso con sangre. Pasados unos segundos empieza a hablar una voz escalofriante y tétrica:
-Hola, queridos estudiantes. Todos ustedes son los afortunados que han sido elegidos para mi juego -hizo una pausa que me dio escalofríos, a través de la máscara se veían sus desgraciados ojos enfermizos-. Cada uno de ustedes morirá aquí, pero en el caso muy poco probable de que alguien logre salir con vida, le voy a recompensar con lo que más quieran en este mundo, incluyendo mi muerte. ¿Qué les parece? Es un buen trato, ¿No? -dijo riéndose estrepitosamente.
Después de que el monitor se apaga, uno de los muchachos, que posee una gran musculatura se acerca al monitor y con sus grandes manos lo rompe y le escupe encima mientras grita:
-¡Maldito mocoso, saldré con vida y te mataré con mis propias manos!
Seguido de ello, una chica se pone delante de nosotros exclamando:
-Para encontrar una salida debemos separarnos. La mitad irá por el pasillo izquierdo y el resto por el derecho. Si llegan a encontrar armas, comida, ropa o cualquier clase de munición, tomenla. Aún no sabemos qué es lo que hay aquí, ni cuánto tiempo estaremos, ni mucho menos sabemos si alguno de nosotros saldrá vivo.
Todos obedecemos la orden de la desconocida. No tenemos muchas más opciones y la confianza que derrocha esa joven al tomar el puesto de líder nos da vigor. Entonces, nos dividimos y yo voy con el grupo del lado derecho.
Estoy jodidamente aterrado. Esto es tan real, tan rápido, tan de pesadilla. Quisiera que fuese solo un horrible sueño, amaría despertar ahora mismo, en mi cama y no haber enviado mi solicitud a esta asquerosa Academia que solo va a jugar con nosotros, pero lamentablemente estoy aquí. Esto es real, no podemos hacer nada más que luchar por sobrevivir.
Llevamos un buen tiempo separados. Los corredores son bastante largos, se hacen infinitos al andar. Completamente perdidos decidimos entrar en una sala que sobresalía por la puerta de un color rojo intenso. Entramos y encontramos una gran variedad de armas que jamás había visto. Al igual que la habitación en la que estábamos al principio, está llena de monitores y en las pantallas se veían todas las cámaras que habían en la preparatoria. Empezamos a revisar las cámaras para saber la ubicación de los demás, pero no había nada. Ninguna señal de vida, como si hubieran desaparecido.
De pronto, todos los monitores se apagan y se reinician. En ellos aparece nuevamente el niño de la máscara para decir:
-Hola, estudiantes, ¿cómo están?
-¿Cómo crees que estamos? - responde una chica de cabello morado y ojos celestes. A esto, el niño suelta una risa maquiavélica. La misma chica, desesperada, apreta un botón que apagó los monitores.
Instantáneamente, una neblina verde sale de los conductos de ventilación. Los monitores se prenden una vez más y el niño se ríe de nosotros:
-¡Idiotas, han activado las trampas! ¡Ahora si que no sobrevivirá ninguno de ustedes!
El chico musculoso se enoja y trata de romper el monitor al igual que el otro, pero en el momento que lo tiene en las manos el niño habla:
-Ya no les queda mucho tiempo, deberían empezar a correr.
Obedientes, salimos de la habitación, sin embargo, el gas ya estaba muy cerca de nosotros. Se prenden todas las trampas y de fondo se escucha al niño advirtiendo sobre estas.
Corrimos todos en línea recta. Ya casi llegando al comedor una chica muy torpe pisa una trampa que deja sus pies enterrados en clavos. Comienza a desangrarse y en acto de reflejo se aferra a un muchacho cualquiera. Otro joven alto, guapo y rubio se fue a buscarla, soltando al primer muchacho. De inmediato tienen una charla tan dramática y romántica a la vez que no sabíamos si reír, llorar o seguir huyendo.
-Vete o morirás.
-Prefiero morir contigo a que no verte nunca más en la vida.El chico se aferra a ella, sin querer se mancha con la sangre que ella derrama de sus pies y lloran juntos, en el suelo. El gas los ha alcanzado, haciendo que los perdamos de vista. Esas han sido las dos primeras muertes.
Corrimos al comedor y cerramos las escotillas para que el gas no entre. La cocina tiene sangre por todos lados, pintando de color.
Revisamos para ver si había una escapatoria, el gas ya ha empezado a entrar. Se nos agotan las ideas y no sabemos qué hacer. Un chico alto de cabello castaño y ojos verdes dijo:
-Tengo una idea, para ello, todos deben refugiarse debajo de las mesas, tirándolas al suelo.
Nos cubrimos, no sé lo que va a pasar. El muchacho abre la puerta y prende un cerillo que al parecer almacenaba en el bolsillo de su pantalones, lo lanza al gas provocando una explosión tan grande que lo deja completamente rostizado, sin vida. El gas desaparece un poco y podemos marcharnos. Él ha sacrificado su vida para salvarnos a todos.
Caminamos por un pasillo que no parece tener salida. Una chica con cabello azul y ojos café cae en otra trampa que provoca una lluvia de dardos tranquilizantes. A todos nos llega al menos uno y quedamos dormidos de inmediato.
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La Academia del Terror
Horor17 es el número de estudiantes que han sido aceptados en la Academia San Andrés, una de las más privilegiadas y prestigiosas del país. Al entrar en el establecimiento, es grande la sorpresa cuando se les deja en claro que allí no irán precisamente...