Capítulo 1

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Tengo insomnio, no puedo dormir aunque ya es demasiado tarde, me puse a pensar acerca de los factores que causaron que volviera a sentirme así, decaída. Una y otra vez me repito ¿qué esta mal en mi? ¿soy la culpable de todo? hubiera evitado haber hecho o dicho eso, pero sé que el hubiera es tiempo pasado y no puedes corregir lo que hayas dicho o hecho; así que me hundo el este mar de lágrimas que brotan de mis ojos y me quedo profundamente dormida a espera de otro maldito día que me hará sentirme exactamente igual de deprimida, espero que el dolor que ahora siento sea temporal.

«Estoy aquí, viendo sus ojos cafés, admirándolo en todo sentido, él es magnífico es como un ángel, deseo tocarlo, abrazarlo, besarlo como nunca lo hice y decirle como me hace sentir, sostener su mano. Voltea hacia mi y noto algo en sus ojos, el brillo de sus ojos se ha ido, se muestra frío y, distante, como si no tuviera alma, como si fuera un fantasma, camina hacia mi , me atraviesa y se desvanece llevándose mi corazón y a cambio dejando un enorme hueco en mi pecho».

Los primeros rayos de Sol atraviesan la ventana y me pegan directo a la cara, eso anuncia la llegada de un nuevo día. No quiero despertar, hasta tiempo después consigo levantarme de la cama, voy al baño de mi habitación a mojarme la cara y despejarme, pero ahí esta ese monstruo reflejado en el espejo, siempre ha sido así, desearía que no existiera, así que sólo me mojo la cara, la seco e ignoro mi reflejo en el espejo.

Me pongo las sandalias y bajo por un poco de comida a la cocina, sólo encuentro leche y una caja de galletas y decido desayunar. No quiero comer, he perdido el apetito desde hace muchos días atrás, me tomo las vitaminas y ayudo a mamá con las labores del hogar, cuando por fin término me vuelvo a encerrar en mi habitación. El clima no es muy bueno que digamos, últimamente ha estado empeorando, sigo diciendo que amo los días así.

 Enciendo el reproductor de música y me dirijo al cajón  que se encuentra debajo de mi cama y saque aquella libreta llena de tantas anécdotas, esa había sido la primera vez que le había escrito a alguien,  le había contado secretos y anécdotas del pasado, escrito cosas cursis sabiendo que esa persona leería lo que escribo y que a cambio recibiría lo mismo a cambio; esa libreta nunca logro ser completada, la mitad está llena de hojas en blanco, ahora que él se ha ido no queda nada más que sus palabras plasmadas en un papel, decido releerlas y terminar  por mi misma el resto de esa libreta, esperando su regreso escribo todo lo que siento, aunque sé que ya es muy tarde porque quizá nunca lea esas páginas.

I'm with youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora