El problema.

8.6K 65 9
                                    

Cuando tenía ocho años mi padre dejo a mi madre por otra mujer, desde ese momento las cosas en la casa cambiaron muy drásticamente. Ella veía a los hombres de una forma diferente, o mejor dicho, de una forma indiferente.

-Los hombres no valen la pena, todos son unos idiotas. –Era lo que siempre decía mi madre cuando escuchaba que alguien hablaba de ellos.

Pero a pesar de todo, ella siempre me trato bien, siempre era muy cariñosa conmigo y con mi hermana Susan, pero desde ese entonces las cosas en la casa siempre fueron de una forma... Por decirlo así, equitativas.

Mientras mi madre trabajaba, al regresar de la escuela, mi hermana y yo hacíamos todos los quehaceres de la casa, lavábamos, planchábamos, limpiábamos, hacíamos de comer y atendíamos a mi madre cuando llegaba a casa. Realmente nunca había peleas entre mi hermana y yo, éramos casi de la misma edad, era apenas 11 meses más grande que yo, siempre que podíamos estábamos juntos, e incluso solíamos ser cómplices de algunas travesuras.

Así pasaba el tiempo, los días de rutina se convirtieron en años, estábamos cursando la secundaria, acababa de cumplir trece años y Susan estaba por cumplir los catorce. Mi madre había dicho que nos haría una fiesta para celebrar nuestros cumpleaños juntos, como cada año después de su separación, esperábamos al siguiente fin de semana después del cumpleaños de mi hermana para hacer la ya tradicional celebración.

En la escuela, ninguno de los dos era excepcional, podríamos decir que éramos alumnos promedio, ninguno de nosotros hacia algo como para llamar la atención, pero todo eso cambiaría.

Una de las amigas de mi hermana, Liz, estaba interesada en mí, no perdía oportunidad en hacérselo saber a Susan, cualquier momento era bueno para decirle que estaba enamorada y que haría lo que fuera para tuviese una cita con ella.

Era muy incómodo cuando se acercaba a nosotros en nuestro descanso, siempre se me quedaba viendo y eso me daba miedo, por esa razón nunca la saludaba.

Esa semana había una tarea muy importante que Susan tenía que entregar, pero se le había olvidado hacerla y Liz aprovecho ese descuido para hacer un trato con mi hermana. A cambio del trabajo, yo tendría que salir con ella.

Cuando empezó el descanso, esperaba a mi hermana, pero su amiga llego sin que yo la viera, se parao atrás de mi y de sorpresa me abrazo y susurro a mi oído.

-¡Por fin saldremos juntos!

Voltee hacia ella aterrorizado por la vos de aquella chica que me erizaba la piel, verla detrás de mí fue suficiente para que no supiera más, en ese momento un nuevo instinto nació dentro de mí. Supervivencia.

Mis brazos se movieron por cuenta propia, las palmas de mis manos se detuvieron en el pecho de aquella niña e impulsé con todas mis fuerzas. Ella cayó de espaldas enfrente de mí, el sonido de la caída se escuchó por toda la escuela. No tardo un prefecto en llegar a la escena del crimen para llevarme detenido rumbo a la dirección.

También llevaron a Liz, junto con un par de niñas que estaban cerca de la aterradora escena para que rindieran declaración, las encerraron en una oficina y comenzaron a informar lo sucedido. Mientras, yo estaba en otra oficina esperando mi turno para poder presentar mi defensa, su llanto no paraba mientras contaba a los jueces no sé qué tantas cosas.

Después de un rato ellas salieron de la oficina, las niñas ayudaban a Liz a secar sus lágrimas y a mí me hicieron entrar con los jueces. Allí me dieron la peor noticia del mundo, mi abogado estaba por llegar, le habían hablado a mi madre.

Al llegar mi madre, le informaron de las atrocidades que podía cometer un machista hacia una inocente e indefensa niña. La sentencia ya había sido mucho antes de que ella llegara, un mes de suspensión.

Mi hermana nos esperaba a fuera de la dirección, ella no dijo nada, solo bajo la cabeza y salimos los tres de la escuela.

Al llegar a casa mi madre anuncio.

-Todo tiene que cambiar desde este momento, no puedo permitir que te vuelvas una basura como tu padre, un idiota como todos los hombres.


Dulce sumisiónWhere stories live. Discover now