LlovíaLlovía...
la niebla insistía
en colarse
con sus dedos blanquecinos
fríos y húmedos
por la ventana de celosía.Pluma en mano, escribía
mientras absorta contemplaba
la opalescente esfera
que en medio de la vasta oscuridad
resplandecía.Las nubes presurosas
se esfumaban
descubriendo un millar
de centelleantes soles
allende el sempiterno celeste
cual ojos coquetos pestañeaban
sobre la serranía.Esa noche, una historia
demandaba urgente
ser escrita,
o tal vez era un verso,
olvidado en la memoria
silente
deseaba ser poesía.Una vez más... llovía
y en mi desbordaba la musa
que sonreía
en el reflejo de una copa de tinto
mientras el Céfiro travieso
consigo traía
el dulce petricor;
olor a brea mojada,
a yerba bañada en rocío,
a jazmines y a lirios silvestres
perfumes agrestes...
yo escribía.