Epifanía carmesí I

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Pov's

Oscuridad, todo era tinieblas, entre tanta negrura no se podía distinguir arriba de abajo y lo mismo sucedía con derecha e izquierda; de pronto... Luz; brillante, blanca e impoluta.

Un panorama blanco y puro se extendía hasta donde la vista alcanzaba a ver, aquel paraje invernal era observado por unos ojos azules y soñadores a través del cristal de una ventana. Una niña de larga cabellera albina miraba en silencio la caída de los copos de nieve que se acumulaban por montones aquí y allá, cubriendo la montaña Kukuroo con su blanco manto.

-Mary-chan, no deberías estar tanto tiempo pegada de la ventana con este clima –recomendó una voz adulta a espaldas de la pequeña.

-Tal vez sea cierto, Zebro-san –murmuro la pequeña distanciándose de la ventana.

La peliblanca tomo asiento en un banco a unos metros de la ventana, los ojos de la niña solo se volvieron a desviar del blanquecino paraje cuando un hombre de un notorio lunar en su rostro coloco una taza frente a ella.

-¡Oye Zebro-san! –exclamó otro niño de blancos cabellos sentado más alejado- No le des café a Mary, ella no gusta de las cosas amargas –acotó.

-¡Killua! –exclamó la niña- No le preste atención Zebro-san –se excusó- Muchas gracias –dijo tomando la taza de entre las manos del hombre y llevándola con lentitud hacia su boca.

-Eso lo sé, Killua bocchama. En realidad es chocolate caliente ¿Gusta un poco? –ofreció el vigilante de aquella caseta a 3000 metros sobre el nivel del mar.

Los ojos del niño repararon en la feliz expresión de su congénere de cabellos blancos y asintió en respuesta para el vigilante.

-¡Esta delicioso, Zebro-san! –elogio Mary- Hace muchos inviernos que no bebo algo como esto –celebro la pequeña.

-Está bueno –concordó Killua luego de una probada a su chocolate.

-¡Que alegría que les guste! –hablo feliz Zebro.

Algunos minutos de cómodo silencio pasaron mientras Mary volvía a mirar la nevada, Killua desenvolvía feliz mente más chocolates y Zebro admiraba en silencio a ambos pequeños.

-¿Es posible que el lago se haya congelado? –murmuro Mary para sí misma.

-¿Qué dices? –preguntó Killua- Habla más claramente.

-N-no, nada en especial –se excusó la niña.

-No deberías acercarte al lago, Mary-chan. Es demasiado grande, el hielo sería muy delgado, no deberían jugar por la zona –intervino Zebro.

-S-sí, tiene razón, Zebro-san –acepto la niña con la cabeza baja.

-Les ruego a ambos no ir al lago –dijo el vigilante con tono serio- Algo podría pasarles, el hielo es delgado y se rompería con el mínimo peso.

-¿Para qué quieres que el lago se congele? –pregunto Killua llevándose una nueva esfera de chocolate a la boca.

-P-pensé que podría patinar sobre hielo –respondió Mary con las mejillas algo arreboladas.

-¿Patinar en hielo? –hablo el niño con escepticismo- Lo estás inventando.

-No, Killua bocchama. He escuchado de otras regiones donde las personas pueden deslizarse por el hielo tan bien como caminar –acoto Zebro.

-¿Y cómo lo hacen? ¡Dudo que con ruedas! –expreso sarcástico.

-¡Con unos zapatos especiales! ¡Que tienen navajas en las suelas! –intervino Mary.

Mi ángel de cristal -Hunter x HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora