VÍCTIMAS DE LA REBELDÍA

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Desde el techo del gran hotel de 10 plantas llamado Sweet Holidays pude verla. Había muchas otras chicas a las que observar, pero fue sólo ella.

Entrecerré los ojos y apoyé una rodilla en el techo donde estaba parado desde hacía un par de minutos, mirándola fijamente. Llevaba una maleta acolchada de color rosa palo y un bolso de lo más normal de tonos azules diferentes. Sin embargo, lo que más llamaba la atención era ella, ella y su largo pelo violeta hasta la baja espalda, ella y sus ojos de un suave celeste cercano al blanco.

Vestía una blusa con un hombro caído y que tenía la imagen de un lobo aullando a la luna en colores brillantes, unos shorts de jean y unas sandalias cruzadas negras. Toda ella emanaba tranquilidad, y fue la primera pista para mí.

Esbocé una sonrisa de lado y me retiré del borde del techo, yendo a la parte trasera para saltar al vacío, ahuecando las alas al llegar al suelo para no romperme la crisma. Volví a guardarlas en mi espalda y me dirigí hacia el vestíbulo, queriendo saber la habitación de la chica. Para ser discreto, fui a un pequeño aparador con algunos folletos y fingí ojearlos mientras escuchaba su conversación.

- ¿Nombre, señorita?- preguntó amablemente la recepcionista. Contuve el aliento para oír su voz.

- Jess, Jess Sky- dijo calmada, sin sospechar que un ángel oscuro estaba atento a cuando dijeran su número de habitación para saber qué ventana buscar después.

- Muy bien, señorita Sky... ¿Habitación individual?

- Sí, por favor.

- De acuerdo, entonces le daré la llave de la 69-D, en la quinta planta.

- Muchas gracias- respondió la chica tomando la susodicha llave antes de irse al ascensor.

Me di una palmadita en la espalda internamente. Sabía de sobras qué ventana era.

- Disculpe, ¿puedo ayudarle?- me interrumpió la voz de la recepcionista.

- Sí, una pregunta- fingí estar despistado para que se creyera el cuento de que era un turista corriente y moliente-. ¿Puede decirme cómo se va al restaurante Mark's Delicatessen?

- Tiene que ir por...

- Muchas gracias- la interrumpí, dando media vuelta y dejándola con un palmo de narices.

Ya sabía qué puerta de qué balcón tendría que forzar al anochecer. Mientras, estaría vigilándola para comprobar si de verdad era lo que yo creía que era...

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- ¿Por qué diablos no tengo una cámara a mano?- mascullé entre dientes, sirviéndome de la discreción de las cortinas de dentro de la habitación para espiar a la tal Jess Sky como una vil comadreja, acuclillado en el balcón de dos metros de ancho por tres de largo con vistas al resto de la ciudad.

El comentario anterior era comprensible: lo primero que había hecho al llegar a su cuarto, en el que según escuché luego se iba a quedar por dos semanas, había sido quitarse la ropa para tumbarse bocarriba en la cama en lencería: un delicado sujetador blanco con lunares dorados y una braga a juego que provocaron que me tuviera que limpiar un hilillo de sangre de la nariz.

Cinco minutos después de un breve descanso y una "pequeña" hemorragia nasal, se levantó y abrió la maleta, comenzando a colocar todas sus cosas en el baño en suite, en el ropero, en la cómoda y en su mesita de luz. Dejó la maleta tumbada, ya vacía, bajo la cama, y fue al ropero para ponerse un pareo alrededor de todo el cuerpo, con un sencillo escote y hasta por debajo de las rodillas.

Entonces, no me quedó ninguna duda de que era un ángel puro: de lo que yo creía que era un estuche de gafas de leer (no usa gafas, es un señuelo lo del estuche) sacó una daga de plata adornada con diminutos diamantes en el mango y con uno entero en la punta del mismo. La hoja brillaba a medida que la movía bajo la luz, y me aparté para evitar que me viera en el reflejo del arma. Unos segundos después, me elevé en el aire y volví a descender al suelo por la parte de atrás del hotel, donde no habían ventanas ni habitaciones.

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2015 ⏰

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