Caricias y cicatrices

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Las caricias que me diste,
que me marcaron,
que me quemaron.
Su simple recuerdo
vuelve a prender la llama,
vuelve a quemarme.
Y las cicatrices que deja,
le dan la oportunidad
de volver a herirme.
Cicatrices ardientes,
la marca de que fui tuyo
y de que, en parte, siempre lo seré.
Las marcas que dejaste en mí,
en mi cuerpo, en mi alma.
Grietas en la crisálida,
cada vez más grandes,
profundas y dolorosas.
Hasta que al fin todo se rompe,
mi seguridad se parte en pedazos,
al igual que mi cordura,
tal como lo hizo mi alma.
La crisálida se ha partido,
y de ella surge la más bella
y dañina de las mariposas.
Tú, tu recuerdo.

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