LA FORTALEZA DE ARENA

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La incandescente estrella diurna se escondía entre las dunas del horizonte, el cielo era teñido de colores cálidos que le recordaban a las hojas secas de otoño

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La incandescente estrella diurna se escondía entre las dunas del horizonte, el cielo era teñido de colores cálidos que le recordaban a las hojas secas de otoño. El inmenso mar de arena brillaba como si de oro puro se tratara, aquella imagen le robó un suspiro, todo ahí lo encontraba hermoso. El viento golpeaba su cuerpo constantemente, y se dio cuenta de que aquel país hacia honor a su nombre. Sus manos se aferraron a la blanca túnica de algodón, un olor parecido a la esencia de azahar y cítricos inundó sus fosas nasales. Deleitándose con aquel aroma sus ojos se dirigieron inconscientes hasta la persona que caminaba a unos pasos delante de ella. Sabaku No Gaara, el máximo jerarca del país del viento. Horas atrás el Kazekage insistió en que ella usará su túnica argumentado que su piel se veía sensible y el ardiente sol del desierto podía provocarle quemaduras e irritación. La Hyuga pudo rechazar, con amabilidad, a tomarla. Era una chica precavida y entre sus cosas siempre llevaba una capa que la resguardaban de la intemperie. Sin embargo algo dentro de ella se negó rotundamente a declinar aquella generosa acción que el pelirrojo tuvo con ella. Estaba segura de que el aroma de Gaara se quedaría impregnado en su piel, y por una razón ajena a ella, sintió sus mejillas arder.

El mandatario se detuvo cuando se dio cuenta de que su escolta cesaba su andar. Se alarmó un poco cuando de sus pálidas mejillas brotó una roseta de arrebol-¿Estás bien?- se aventuró a preguntar. La chica que lo acompañaba, delicada y dulce, más que una kunohichi parecía alguien de la realeza. Su delicadas facciones, parecían una obra de arte. De piel blanca y tersa, como la seda. Cabellos largos y preservados, de un tono sutil y agradable a la vista. Y con unos modales muy bien refinados, como una princesa, y aunque ella había demostrado ser fuerte había despertado en él un deseo de protegerla. No la subestimaba, claro está. Pero aquel instinto nació, como una chispa de luz que explota en la oscuridad. Un asentimiento con la cabeza fue la respuesta que dio la peliazul para indicar que todo iba bien. Gaara pudo ver que sin mucho esfuerzo la chica activaba nuevamente el dōjutsu característico del Clan Hyuga, sus ojos se veían más dilatados mientras que algunas venas adornaban su sien. La visión de Hinata se extendió a kilómetros, en un radio de casi trescientos sesenta y cinco grados, nada se le escapaba de la vista. Frunció el entrecejo y de inmediato volvió su vista hacía atrás, fijando sus ojos en el camino recorrido. Gaara imitó su acción, tratando de encontrar lo que llamaba la atención de la Hyuga, pero no encontró más que altas dunas de arena. Ni un vestigio de vegetación se encontraba a kilómetros- ¿Qué sucede?- Volvió a preguntar llamando la atención de la chica.

-Una tormenta de arena se acerca rápido- Entonces entendió porqué la preocupación se reflejaba en el rostro de Hinata- Viaja a una velocidad de entre cuarenta y setenta kilómetros por hora, en cualquier momento nos alcanzará.

-Tenemos que refugiarnos- El viento comenzaba a soplar cada vez con más intensidad. Gaara mejor que nadie conocía esa zona, no había nada a kilómetros, tenía que actuar rápido antes de que la tormenta ganará más intensidad y representará un problema para ambos.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2018 ⏰

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DESEO TENERTE: Un espejismo en la ArenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora