Las manos frías de Baekhyun sacudiendo mi cuerpo fueron las que me despertaron a la mañana siguiente. La luz del sol todavía no llegaba a colarse por la pequeña ventana y, de hecho, el cielo aún permanecía un poco a obscuras.
Si, no puedo mentir; realmente esperaba que todo aquello hubiese sido un mal sueño. Esperaba que al abrir los ojos me encontrara con la vista de mi pequeña casa y de mi abuela preparando el desayuno.
Claramente, no fue así.
Sentí ganas de llorar pero las reprimí. De pronto Baekhyun me hizo señas para que me levantara de la colchoneta. Eso hice y cuando me quité, él se acercó para extender la sabana, alisándola con las manos para que no quedara ninguna arruga y después acomodó la almohada.
"Debes hacer esto cada mañana", me dijo, "te estaré despertando estos primeros días hasta que te acostumbres a despertarte siempre a la misma hora. Luego, cuando puedas hacerlo tú solo, tenderas también la colchoneta, justo así".
Baekhyun señalaba la almohada y las sábanas mientras me miraba, pretendiendo que lo entendiera bien. Asentí suavemente y luego él me dedicó una sonrisa muy pequeña. Acto seguido, se puso a mi lado de rodillas y palmeó el lugar junto a él.
"Cuando termines de hacer eso, debes arrodillarte junto a mi y agachar la cabeza, así".
Su mirada se dirigió hacia abajo, de modo que su barbilla casi pegaba con su pecho. Yo me arrodillé junto a él e imité su posición a la perfección. O bueno, eso traté.
"En un momento más vendrá la Señora Kim a vernos. Por favor no la veas a los ojos ni hables a menos que ella te lo pida. Has cada una de las cosas que te ordene y no hagas preguntas. Si haces bien todas esas cosas, te dejará en paz".
La voz preocupada de Baekhyun me hizo entender que la tal Señora Kim debía ser muy importante. Y así era, pero yo todavía no lo sabía en ese momento.
Después de esa breve explicación, nos quedamos en un silencio completo. El frío mañanero me empezaba a hacer temblar, pero resistí. Después de varios minutos pude escuchar como una puerta se abría tras otra. También escuchaba pasos y voces que decían cosas que yo no podía entender. Cuando la puerta de la habitación a un lado nuestro fue abierta, también puede escuchar el sonido de una pluma siendo usada en un papel.
Pasaron otros pocos segundos hasta que nuestra puerta fue abierta. Me tensé por completo, pero nunca levanté la mirada. Todo lo que pude ver fueron unos pies metidos en unos zapatos brillantes de tacón algo y unas mallas negras de red que cubrían unas piernas delgadísimas, muy blancas por cierto.
Uno de esos pies comenzó a moverse insistentemente, como mi abuela hacía cuando yo era más pequeño y hacía una travesura.
"Lee Donghae, levanta la cabeza".
La voz de aquella mujer era decididamente intimidante. Hablaba como si todo le desagradara, como si quisiera estar haciendo cualquier cosa menos eso que hacía en ese preciso momento.
Aún con eso, obedecí. Levanté lentamente la mirada y me encontré poco a poco con un cuerpo predecible. Era muy delgada, pero de manera estética. Usaba un vestido negro demasiado corto como para decir que la mujer era recatada. Llevaba un collar demasiado exagerado de perlas muy grandes y el cabello rojizo recogido en un peinado que lo hacía parecer colmena de abejas. Su rostro era fino, acorde a la complexión de su cuerpo, pero intimidante. Sus ojos... me veían con desagrado. Me juzgaba. Me analizaba.
"La nueva adquisición. Tienes cara bonita, quizás me hagas ganar mucho dinero. Baekhyun, cariño, te encargarás de enseñarle cómo son las cosas aquí, ¿de acuerdo? Es tu responsabilidad hasta que pueda servirme por si solo. Dependiendo del trabajo que haga a lo largo de la semana será el precio que le ponga a su cabeza".
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La Casa de las Mariposas.
FanfictionLa Casa de las Mariposas es el centro de placer más importante de una extraña y peculiar localidad en las afueras de Seúl. Todo aquel que trabaje dentro de la casa tiene un precio y puede ser ofertado al más alto postor. A través de las memorias de...