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-¡maldita sea! ¡Se escapa!-

El Robin con largos saltos, evadía todos los obstáculos en las azoteas de los pequeños edificios, en persecución del S.R frio, que huía a pie en la calle solitaria de Bludhaven. Una patrulla de rutina. Pero no tan de rutina. Grayson se había ido con avispa y chico bestia a la torre, junto con la alienígena. No lo iba negar, le cabreo más de lo que había pensado. Todo sonrisitas por aquí y por allá antes de irse del apartamento. Se suponía que irían al teatro, uno de los pocos artes que apreciaba junto con su madre, claro, antes de asesinar a alguien. Algo muy cliché como la muerte de Abraham Lincoln. Pero no, prefirió su hermano mayor atender esto primero, cuando lo había recontra prometido de llevarlo, convenciéndolo que era una misión de emergencia. Incompetentes, pensaba. Solo se quedó, sentado de cabeza en el cómodo sofá, mirando las películas presentadas en los canales. Suerte cuando su padre envió un aviso al bati-comunicador que se le había quedado en casa por la prisa de irse con los demás. No lo pensó dos veces y saco su uniforme con la katana. Un robo de químicos, nada interesante. Hasta que sus queridísimas esculturas de hielo cobraron vida. Magia, sin duda. Ahora si se pondría interesante. Fueron un reto sí, pero fue cuestión de una media hora para destruirlos a cortes. No hace mucho que está en persecución desde los techos al hombre de hielo, que le disparaba de vez en cuando.

Con solo un tiro de navaja, pudo rasguñarle un muslo, haciéndolo caer en el pavimento.

-se acabó- bajo a la calle, desenfundando la katana, pateo el arma fuera de su alcance, apuntando el filo brillante a su yugular.

La risa que se le escapaba al hombre de casco lo desconcertó. El sonido de un tictac lo alarmo. Reacciono tarde, cuando unas esferas a sus pies que rodaron estallaron. El humo gris inundo la media cuadra. El humo entro en su tráquea. Le dio un sabor agrio a su paladar. Le pareció arder sus pulmones y la nariz comenzando a sangrar. Tapándose la boca y nariz con la capa, corrió fuera de la nube. Cayendo de rodillas cerca de un cubo de basura, vomitando su comida pasada. Era como fuego líquido ardiente por todo el esófago. Trato de enfocar su visión, alcanzando a ver las luces de un vehículo doblar por la siguiente cuadra y desaparecer a toda prisa, rechinando los neumáticos.

Chasqueo la lengua frustrado, pateando el cubo. Cayendo sentado en el asfalto, jalando su cabello enojado. Mientras recuperaba su estado por el gas tóxico.

Patético

Se le escapo dos criminales en frente de sus narices, con lo que sea que hayan robado. Aturdiéndolo con la nube toxica, vomitando patéticamente en un cubo. ¿Qué diría su madre ante esto?, se preguntó sarcástico. Probablemente le rompería los meñiques por dejarse vencer tan tontamente.

La sensación de vértigo lo hizo acostarse en el concreto, cerrando los ojos, respirando más pausado. Esperando que el efecto desaparezca. Los ojos probablemente los tenia rojos de la irritación, la boca tenía un mal sabor, agrio y seco.

Pensó en su hermano mayor. Debe estar pasándola bien con los demás. Más que con él. Otra vez chasqueo la lengua. Tenía que reportar esto, le parecía vergonzoso informar y que su padre se entere que no tuvo éxito.

Tomo su motocicleta con la reluciente R brillando en amarillo. Acelero a fondo, tomando gran velocidad entre las calles de Bludhaven, iluminadas con los faroles, en dirección a Jump city. El aire golpeando su rostro le alivio, despejando sus fosas nasales de todo gas restante. Inhalo profundo, ardiéndole cada vez menos la garganta y pecho. No iba hacer mucho. Para su conveniencia están de misión, no habrá casi nadie en la torre. Simple, podría entrar, subir de piso y escribir su informe lo más rápido que pueda y salir. No quiere más humillaciones. Cúlpenlo en ser perfeccionista. Entre más tiempo pasaba, más se debatía si informar o no. A le lejos diviso la torre T entre las curvas de las carreteras y faldas de los cerros. Brillante y enorme como siempre.

Y es color azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora