3

2.1K 186 65
                                    


Era muy bueno en la ley del puto hielo.

Ha pasado solo dos días desde esa madrugada, en que él encerrado trataba de secar sus ojos y no derramar una estúpida lagrima, y Grayson suplicando que le abriera la puerta.

Fue testarudo y no salió hasta la cena. Su hermano le había dejado su comida a la puerta, el sándwich aun tibio, justo como lo prefería, unas galletas de sal que hace Alfred con un chocolate. Una cena muy Grayson. Junto con la nota que salía a patrullar y se cuidara. Rodo los ojos al ver la grande frase al final del papel perdóname.

Había salido del cuarto a penas y termino la comida. Dejo los platos limpios en el guarda losas. Vio unas botellas de vodka en el cubo de basura. Frunció el ceño. Grayson no era de tomar, rara vez lo hacía. Un pequeño fuego de preocupación en su pecho se encendió. Pero se obligó apagarlo con el agua de ignorar. No quería salir afuera, patrullar conllevaría a ir con su hermano.

Le verdad le enojaba sentirse así, haciendo un berrinche como niño malcriado. No quería volver a sentir ese carbón en el estómago cuando vio aquella escena en la torre. Le causaba inseguridad, ira, traición y cólera. Pero la sensación era algo persistente. Sentir algo por el acróbata era demasiado complicado y prohibido. Era más contras que cosas buenas. Mejor quedarse en silencio por el resto de su vida. Aun así, no era justificable que estuviera en esas condiciones con su hermano. Mintió sí, todos mienten. No están en una relación, así que no debería sentir traición. De verdad quería salir del cuarto cuando escuchaba los pasos del mayor al otro lado de la puerta para dejarle su desayuno, pero la mente traicionera le recuerda eso de nuevo, deteniendo la mano a centímetros de la perilla. No le gustaba como estaban. No le gustaba sentir que las cosas estaban mal con el mayor. Sus otros hermanos era otra historia, apuñalo a Tim pero no sintió el más mínimo remordimiento.

Tenía ganas de llorar.

Se había repetido la misma Escena en las siguientes noches hasta el presente, su hermano mayor llevándole algo de comer, llamándolo por su nombre preocupado. Luego contándole su día, recargado contra la puerta, sin saber que su hermano menor estaba exactamente en la misma posición escuchando. Un ruego más que saliera y lo perdonara. Un periodo de silencio y luego el suspiro del mayor cansado, parándose del suelo y salir hacer sus quehaceres.

Hoy fue la misma rutina en la mañana. Le dijo que tenía que ir a monte justicia por un llamado, regresaría en la madrugada, que hiciera sus tareas del instituto pendientes para después de vacaciones, no se comiera las galletas del horno y si quería podría patrullar, sin temer que él lo siguiera.

El menor quería abrir la puerta antes que se fuera, pero el fantasma de su abuelo, las enseñanzas de su madre lo dejaban paralizado. Pero tomo el valor y abrió la perilla de la puerta, corriendo por el pasillo hasta la sala. Buscando al primer Robin, pero ya no estaba. El sonido de una motocicleta en la calle lo hizo mirar por el ventanal, mirando a Grayson en civil conducir por las calles hacia monte justicia.


--------------------------------------------------------------------------


Nigthwing se permitió echarse acostado, en el gran sofá de la sala de estar de monte justicia. En los próximos sillones no fue diferente con Conner y Megan, aun teniendo energías para acaramelarse. Le dio algo de risa la mueca de asco de Wally y la expresión indignada de Artemisa por hacer espectáculo en público, y la bofetada que le dio a chico flash de darles el ejemplo y meterse lengua profunda hasta la garganta.

Dick rio, viendo la convivencia con sus compañeros. Aun recordaba la vez en que llego con flecha roja y Wally a la falsa Atalaya. Sus primeras misiones como equipo, la amistad comenzando a nacer y a la vez el romance. En su opinión, demasiado dulce.

Y es color azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora