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Lily puso su pie derecho en el umbral de la puerta de la comisaría. Miró a su alrededor con la caja de cartón en las manos en la cual transportaba todas sus pertenencias personales. Ese sería su nuevo centro de trabajo y le precía abrumador que todo eso le estuviera pasando a ella.

Lily trabajaba desde los 27 años en una comisaría de su ciudad natal ocupándose de llevar cafés a sus superiores aunque en su contrato ponía que se ocupaba de los homicidios. Pero, al ser tan joven, solo la utilizaban como punto de apoyo para que los más veteranos no fallasen.

Ahora, con casi 35 años, había sido trasladada a la comisaría de Detroit para ayudar en el tema de los divergentes. Lo único que sabía era que se tenía que reunir con un tal teniente Anderson.

Se acercó al mostrador intentando ver por encima de la caja y se dirigió al androide que la miraba con curiosidad.

-Hola. Soy Lily Maxwell. La nueva. Busco al teniente Anderson.

Antes de que el androide pudiera contestar, una grave voz la sobresaltó.

-Soy yo. Encantado.

Un hombre de mediana edad, barba y pelo canosos y ropa algo anticuada le extendió la mano derecha. Luego, reparó en el error de que la chica no tenía modo de cómo corresponder al gesto y retiró la mano.

-¿Necesitas ayuda?

- No es necesario, gracias. ¿Cuál es mi puesto?

Hank se colocó delante de ella y la guió por los pasillos. En ocasiones, saludaba a algún compañero hasta llegar a una mesa. Pegada a ella, había otras dos que convergían en un mismo punto para que las personas que se sentaban en cada una de las sillas, pudieran ver a sus compañeros.

-¿Tres mesas? Pensé que trabajaríamos solos.

-Sí, en cuanto a eso... Cuando llegue Connor haré las presentaciones. Tu mesa es esa.-concluyó señalando a la que estaba justo enfrente de la de Hank.

Lily posó la caja y comenzó a colocar los objetos que llevaba en ella. El hombre, que se había sentado en su silla, la miraba.

-¿No eres muy joven para estar aquí trabajando?

-En enero cumplo 35 años, teniente Anderson. Y me trasladaron aquí porque necesitaban gente y en la anterior comisaría estorbaba.

Lily se encogió de hombros y continuó con su ocupación hasta acabar. En ese momento, un chico de pelo y ojos castaños entró en la sala. Iba elegantemente vestido y Lily pudo apreciar que era bastante guapo. El muchacho recorrió la sala con la vista y, cuando su mirada se paró en el conjunto de mesas del teniente, se apresuró a acercarse.

-¡Connor! Por fin apareces. Te dije que no podías ser impuntual. Hoy llegaba nuestra nueva compañera.-señaló a Lily con la mano y Connor se volvió hacia ella.

Él la miró, analizándola y Lily se cercioró, tras ver el círculo azul en su sien derecha, de que Connor era un androide.

-Hola. Soy Connor, el androide enviado por CyberLife para ayudar en los casos con homicidios producidos por androides aquí, en Detroit. Desde hace un mes y medio soy el compañero del teniente Anderson y estoy muy contento de tenerla en nuestro equipo, Lilian Maxwell. Espero que podamos llevarnos bien para que nuestra misión llegue al mejor punto.

-Prefiero que me llamen Lily y me traten de tú. Y no tan correctamente. Tengo 34 años, no 60.

Hank soltó una risa ante el comentario y la expresión facial de Connor.

- Lo entiendo. No era mi intención molestarte.-luego se giró hacia el hombre.-Perdona el retraso, Hank. Me entretuve hablando con un testigo de nuestro nuevo objetivo. Te transfiero los datos obtenidos para que les eches un vistazo.

El androide enviado por CyberLife | ConnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora