III

6 0 0
                                    

Si, es cierto, que alguien llegue en la mitad de un semestre a una nueva escuela es bastante raro, pero no tenía más opciones, al menos así lo parecía. Mi padre había conseguido un ascenso laboral, algo que le ayudaría a costear gastos no planificados, y también me permitiría alejar de un ambiente que no era tan bueno en ese momento para mí. Al final de cuentas, todos salíamos ganando, eso era lo importante ¿No creen?


Jeon JungKook, fue el nombre que mis padres escogieron para mantener una tradición familiar que ya ni siquiera recuerdo, bastante anticuada a decir verdad, pero a la vez encuentro que eso habla muy bien de la educación que nos entregaron en casa, no cualquiera mantiene tradiciones que ya no parecen correctas con el paso del tiempo, además que el nombre en sí era bello, al menos para mí y para mi, en ese entonces, amigos. Decían que era un nombre que me traería éxito, me haría tener grandes "ganancias" en la vida, pero hasta el día de hoy sigo preguntándome si aquello es realmente cierto.


Con tan solo 17 años ya podría decir que he vivido bastante, algo irónico si consideramos mi edad, después de todo seguía siendo joven y me quedaba mucho por recorrer, por conocer, por experimentar, aún debía descubrirme como persona para poder moverme tranquilamente en el mundo una vez que ya no estuviera mi padre para darme apoyo. ¿Mi relación con él? La mejor que podría pedir, confiaba todo en él, podía ir a sus brazos y llorar o correr a abrazarlo y celebrar mis éxitos, sin importar cuán pequeños fueran, era algo que disfrutaba desde pequeño, era mi pequeña cuna de oro, aunque sin el oro.


Cuando mi padre dijo que dejaríamos Seúl y nos iríamos a Jeonju lo miré algo confuso, estábamos en la ciudad más progresiva del país, donde la gente podía ser ella misma con algo menos de temor que en el resto de Corea, y la diversidad de educación y empleos era impresionante, pero cuando me dijo que había encontrado un lugar donde pudiera desarrollar mi pasión, la danza, sin problema alguno, supe que el cambio no era sólo por él sino por ambos, porque quería apoyarme en mis sueños a pesar de que el resto de la familia pensara que era algo ridículo, pero ¿Cómo puede ser ridículo perseguir tu sueño? Claro, habría complicaciones de todo tipo, y tendría que esforzarme mucho más para alcanzar el éxito que tenía como meta, pero eso es lo bello de los sueños, que llevan a las personas a superar sus límites y a encontrar defectos y virtudes nunca antes pensados.


Fue por eso que empaqué rápidamente lo esencial: El par de zapatillas que me habían regalado el año anterior cuando dije que quería ser bailarín, mi laptop con todas las fotos que había tomado, un par de prendas favoritas, y los cuadernos que contenían la lista de objetivos en mi vida. Si, era algo planificador... Bueno, muy planificador, pero aquello me permitía mantener un registro de todo lo que conseguía en mi camino, algo que aumentaba mi motivación, era de esas manías positivas que llenaban el tanque de bencina cuando uno lo creía vacío. Sin embargo, había algo esencial que no podía empacar, pero que encontraría en cuanto llegara a Jeonju: Mi amigo de Internet, Park JiMin, con quien llevaba hablando desde ya mucho tiempo, era el elemento extra que necesitaba para estar completamente convencido de que tomaba la decisión correcta de tomar aquel avión y empezar de cero, y vaya que necesitaba ese comienzo nuevo.


Cuando el avión aterrizó le dije a mi padre que iba a buscar un letrero dedicado a nosotros, ante lo que él simplemente sacudió mi cabello y fue en busca de nuestras maletas. Corrí como si mi vida dependiera de ello, evitando a la gente, y es que finalmente iba a conocer a un gran amigo y apoyo, al menos la noche anterior me lo había prometido, pero no conseguía ver a nadie con un cartel negro y letras doradas que dijera mi nombre, algo que me decepcionó un poco.

• • El Chico Que Quiso Amar• •  ||TaeKook||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora