En guerra, victoria.
En paz, vigilancia.
En muerte, sacrificio.
— Lema de los Guardas Grises.Lance corría sobre los tejados mientras evitaba los proyectiles de las ballestas que los guardias estaban lanzando hacia su dirección. A unos metros de él, sobre tierra, Rolo se hacía cargo de transportar el verdadero botín mientras Lance se encargaba de distraer a los guardias.
—¡Já! Nunca lograrán alcanzarme, manada de incompetentes —exclamó Lance, y les mostró el dedo del medio.
Cuando los ballesteros volvieron a cargar sus armas, Lance se detuvo abruptamente y apuntó con las flechas. Solo necesitaba unas pocas milésimas de segundo.
Por fortuna, el viento se mostró favorable, y las flechas salieron despedidas de sus dedos a gran velocidad. Cada una de ellas impactó contra las ballestas, logrando que el mecanismo se volviera inservible.
—¡¿Qué sucede?! —exclamó el capitán de la guardia—. ¿Qué están esperando? ¡Derríbenlo!
—No podemos, señor —dijo uno de los oficiales ballesteros—. Él ha destruido nuestras armas...
—¡Maldición! —el capitán lanzó un escupitajo, y desenvainó la espada—. En ese caso, tendré que hacerme cargo yo mismo.
Desde arriba, Lance comprobó que Rolo había llegado al escondrijo y hacía la señal de que todo se encontraba despejado. Entonces, con un rápido movimiento, bajó del techo de un salto, lejos de las miradas de los guardias.
Tras lanzar un grito de guerra, el capitán se apresuró a llegar al sitio donde, presumiblemente, Lance había bajado, pero no halló más que un callejón vacío y sin salida. Algunos guardias se acercaron a la escena, y todos mostraron el mismo desconcierto que su capitán.
—¿Será listo el tipo?
—¿A dónde habrá ido?
—No puede andar lejos, ¿Verdad?
El capitán, rojo de ira, giró sobre los talones para encarar a sus subordinados.
—¿Qué hacen ahí parados, bola de inútiles? ¡Empiecen a peinar el área! ¡Rápido!
—¡Sí, capitán!
Los demás guardias se apresuraron en buscar en los alrededores, y el capitán echó un último vistazo al callejón antes de marcharse murmurando con enojo.
—Algún día lo atraparé... Y, cuando lo haga, lo colgaré desnudo de los testículos para que todos vean lo que sucederá si roban en mi turno.
Una vez que los pasos se alejaron, la pared cercana cayó revelando ser solo un trozo de tela que encajaba muy bien con los alrededores, haciendo que fuera imposible determinar su falsedad a simple vista y de lejos.
Lance dobló la tela con cuidado y la guardó en la bolsa que cargaba consigo, de la cual trajo un pesado saco de monedas repleto de oro.
Con una sonrisa ladina, y saboreando su nueva victoria, se acercó al árbol más grueso situado en el centro de la colonia, y removió la piedra hueca que ocultaba la entrada al escondrijo en el que él, Rolo, y los demás ladrones, solían reunirse para compartir su botín.
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El Camino de los Elegidos
FanfictionLance McClain es un ladrón que se dedica a hurtar para sobrevivir y ayudar a su hermana enferma, Verónica. Sin embargo, sus habilidades con el arco consiguen atrapar la atención del General de los heróicos Guardas Grises, quien lo reclutará con la f...