Capítulo 4

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Esa fue una de las pocas veces en mi vida que había decidido vengarme por algo, sin embargo, evidentemente me había equivocado escogiendo al objeto de mi venganza. Las consecuencias serían insoportables.

—Ong Seongwu —dijo Jaehwan tras unos instantes de silencio, con la cabeza gacha.

Un par de segundos pasaron y entonces Ong saltó:

—¡Joder, Jae! ¿Por qué tienes que pagarlo conmigo?

—No he pagado nada contigo —de repente, lo único que se escuchaban eran gritos en la casa.

Los otros parecían tontos, intentando ignorar sobre qué estábamos discutiendo, aunque creo que no era muy difícil imaginarlo. Desde el momento en que Woojin había elegido a Jaehwan, Baejin aún no había cerrado la boca.

Jaehwan levantó la vista para mirar a Ong:

—Naturalmente, tengo mis propias razones para elegirte a ti.

—¡No pienso unirme a vosotros!—la cara de Ong estaba roja de rabia.

—¿Que no te vas a unir? ¿Porque tú lo digas? ¡Joder, ¿crees que yo quiero jugar a este juego?! —el temperamento de Jaehwan salía a la luz, ahora su voz chocaba contra la de Seongwu.

Todos los miembros los miraban a los dos gritándose con horror. Daehwi le susurró algo a Jisung, y entonces éste cogió a Ong y lo empujó ligeramente, poniéndolo a su espalda. Jihoon cerró los ojos con fuerza, como si estuviera a punto de llorar. Woojin frunció el ceño y miró a Jihoon, probablemente se arrepentía de no haberlo elegido a él el primero. Cualquiera cosa que hubiera pasado después habría escapado a su control y a sus expectativas.

—Jaehwan... —Sungwoon lo llamó suavemente, y Jaehwan dejó por fin de discutir. Ong se me quedó mirando, rojo de frustración hasta el cuello, esperando a que dijera algo.

El grupo que tuviera a Ong Seongwu probablemente ganaría, pensé. Seguramente él también lo sabe.

—Alguien te ha elegido, así que ponte con ellos —le dije con frialdad—. ¿O es que ya te has cansado de vivir?

Ong me miró con los ojos rojos, y las expresiones de los otros miembros parecían incómodas. No pasaba nada, ya me había acostumbrado a ignorar la incomodidad de otras personas.

Se me acercó en dos zancadas:

—¿Estás seguro de esto? ¿Lo has pensado bien?

—No estoy en posición de pensar en todo esto ahora... —me quedé mirándolo tranquilamente, y después agaché la cabeza, ignorando la manera en que me estaba hablando—. Deja de depender tanto de mí, ya te he molestado lo suficiente.

Se quedó callado durante un largo rato. A lo mejor estaba dolido, o tal vez mi expresión facial reflejaba mi actitud habitual, la de "todo estará bien".

—¿Es eso cierto? ¿O me estás mintiendo? —Ong se estaba poniendo serio. Mierda, me regañé a mí mismo mentalmente por complicarlo todo.

—Yo nunca miento —dije.

—Voy a ir con ese equipo, sólo quiero saber si es verdad o mentira —sus ojos se cerraron, ahora eran sólo dos estrechas rendijas ligeramente enrojecidas. Lo conocía muy bien, esos ojos se humedecerían en muy poco tiempo, y entonces empezarían a caer las lágrimas.

Levanté la cabeza y lo miré, y entonces observé la cuenta atrás.

—Ya has perdido demasiado tiempo de todos nosotros.

—¿Y por qué es tan importante no perder el tiempo? ¿Para qué quieres reservarlo? —como me esperaba, vi cómo las lágrimas empezaban a derramarse de sus ojos—. ¡¿Para matar?! —me gritó.

48 Horas (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora