Durante siete días, he de publicar algo para ustedes. Algo que ni el mismo Ares soportaría leer. ¿Y saben por que? Porque el azúcar en estas historias, forman algodones que te puedes comer a lágrimas.
#BNHAWeek2018
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Hacerse el dormido era la especialidad de Kirishima, siempre lo había sido. Porque claro, ¿a quien carajos le gustaba ir a las ocho de mañana por la tortillas? A nadie, que flojera, mejor hacerse el dormido. Aunque bueno, a veces la culpa era más grande y terminaba levantándose todo orejoroso, poco a nada de parecerse a su profesor.
Pero justo en esos momentos eso no era conveniente.
—Oi, levántate —con pereza, Eijirou giró dandole la cara a la pared haciendo uno que otro ruidito de perrito, que a ojos de Bakugou no se vio más que estúpido.
Ah, Bakugou. Tan hermoso y puntual ¿Por que tenía que despertarlo a esa hora de la mañana en plena navidad?— ¡Hey, pelos de mierda! ¡No me hagas buscar otra manera de despertarte!
Segunda advertencia, meh, no era tan importante. A menos que Blasty decidiera explotarle la cara, tirarlo de cama o algo más cercano a la realidad... ahogarlo con una almohada— Ugh... te lo advertí —sintió cuando Bakugou se levantó de su lado posicionándose cerca de sus pies, así que mejor abrió sus ojos lentamente y sonrió con desgane, era hora de levantarse antes de que terminara en un completo desastre.
—Esta bien Bakugou, ya estoy desp-
A lo que había imaginado, eso era mejor, mil putas veces mejor que nada. Y era por que Katsuki estaba entre sus piernas, acariciando su entrepierna con dolorosa lentitud, comenzó a suspirar y apretar las sabanas cual gato estirándose, Bakugou siempre era bueno en todo lo que hacía, no cabía duda.
Las manos de Bakugou bajaron sus pantalones una vez se aseguró de que estaba completamente duro, así que sin más, lanzo su primera lamida, desde la base hasta la punta. Lento y sin apartar su mirada de Eijirou, su mano derecha se encargaba de acariciar los testículos dando pequeños movimientos circulares en ellos, hasta que decidió abrir un poco más la boca para introducirlo por completo, fue caliente la sensación que Katsuki le dio al pelirrojo, provocando que soltara un gemido que probablemente se haya escapado sin querer.
Comenzó a descender, sin descuidar sus movimientos, ágiles como sólo él sabía hacerlo. Sin más, empezó con lo bueno, subir, bajar, ni muy rápido ni muy lento. Lo adecuado para tener a Eijirou acariciando su melena rubia, podía sentir sus caderas comenzando a levantarse, muy lentamente como queriendo iniciar unas ligeras embestidas, sabía lo que eso conllevaría, por lo tanto hizo una ligera succión y lo saco de su boca con un sucio sonido.
¡Plop!
—B-blasty... ¿puedes? —suspiró y volvio a engullir.
Kirishima volvió a tomar con cuidado la cabeza de Bakugou para comenzar a mover su pelvis en un pequeño y no brusco vaivén, como una pequeña penetración. Suspiros roncos volvieron a surcar los labios del pelirrojo, estaba por venirse y Katsuki lo sabía, y para acelerar un poco más las cosas dirigió su rojiza mirada a Kirishima, ese idiota no podía resistirse a esas miradas de cachorro, esas que eran raras las veces que diera, esas que sólo correspondían a Eijirou para pedir permiso en algo, que al final de cuentas siempre se salía con la suya.
Los movimientos de caderas empezaron a parar, volviéndose erráticas y sin orden hasta que un gemido le hizo acabar, lo trago con dificultad, pero una vez lo hizo se enderezó e intento relajar su respiración.
—Bakugou, yo...
—No digas nada y apresúrate que las tienda de regalos se van a llenar.
Si su mañana de navidad había empezado así, ¿como terminaría?
