Capitulo 4

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Domingo por la mañana y ella se levantó, preparo sus cosas para meterse a bañar. Tenía que ir a ver a Rainees después de lo que pasó, el problema es que no sabía como ir.

Salió de su nueva habitación y tropezó de la rama del árbol... gritó gritó, pero, se dio cuenta que no cayó; en realidad la rama se movió para que no cayera. Era lo bueno de este tipos de institutos. La rama la dejó en la puerta de su habitación y Éter se levantó rápidamente a buscar a Rainees. Bajo a la sala común de Eregon y fue directamente hacia la puerta, de no ser...

-¿A dónde tan temprano señorita Howinzone?- era el profesor Hamton.

-Tengo que ir a buscar algo...-.

-¿Algo o alguien?-.

-Quiero buscar a Rainees...-.

-Si me permite, yo puedo llevarla. Eres nueva y necesitas un guía-.

-Aléjese de mí-.

-Oh, Éter ¿tú no entiendes bien las cosas verdad?-.

-¿A qué se refiere?-.

-Te estoy dando la oportunidad de ser alguien importante aquí-.

-No lo entiendo- Éter se marchaba, pero Hamton agarró fuertemente su brazo... se acerco a ella y le dijo:

-Eres una humana, aquí nadie te respetará por ser de Eregon... tú decides si estaras de nuestro lado o regresaras a ver a tu amiguita-.

-Me tengo que ir- dijo Éter soltandose de Hamton y corriendo a buscar a Rainees.

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Lo malo de salir corriendo es que muchas veces puedes toparte o tropezarte con personas; pues esta no era la exepción,  Éter cayó al suelo por chocar con Marqiu Amenatro, el centauro de las montañas.

-Lo siento mucho Éter, no era mi intención- Exclamó tímidamente el centauro.

-No importa- decía Éter mientras Marqiu la ayudaba a levantarse. Éter se sorprendió de la figura del centauro, para ser un adolescente tenía cara y cuerpo humano de un hombre de 30 años.

-Permítame hacerle un favor como pago de mi torpeza-.

-Bueno, emm... ¿dónde esta el grupo de Teregon?-.

-Todo derecho- señaló el centauro hacia el suroeste.

-Gracias Marqiu-.

-No hay de que Éter-. Y ella se fue corriendo, buscando a Rainees para alguna explicación.

Al tocar el tronco donde estaba la sala común, una mujer de cabello azul y una hermosa piel blanca que hacían resaltar sus ojos color miel abrió la puerta.

-¿Qué desea?- la mujer tenía un vestido floral sencillo y Éter observó más allá de ella... tenía alas. Una hada.

-Yo... yo, vine a buscar a alguien-.

-Claro, pase por favor- la mujer con voz dulce le dejó pasar a la sala común de Teregon. Un lugar cómodo sin muchos arreglos por lo mismo que son muy abnegados los de ese grupo -Perdone, ¿A quién busca?-.

-Rainees Weekman-.

-Ohh, permítame tantito- Éter esperaba sentada en los sillones sencillos de la sala común de Eregon mientras observaba la chimenea apagada del lugar.

-¡Éter!- exclamó Rainees al ver a su amiga.

-Hola Rainees. Tenemos que hablar-.

-Claro, pero aquí no... vamos a casa de Braen-.

Protectores Mágicos: El Clan SócratesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora