Parte 3

1.6K 24 10
                                    

Esa noche no dormí en absoluto.

Recordaba a Gina.

A sus amaestradas manos que me tocaban.

Sus sabrosos labios.

Su lengua en mi cuello y en mis pechos.

Las veces que me penetró hasta cansarme, un cansancio después de un acto majestuoso.

— ¡Hum hum! — gemí mientras tocaba y apretaba mis senos bajo las sábanas — ¡Oh Gina! — exclamé después de pellizcar mis pezones.

Seguí gimiendo, embarré de saliva mis dedos y los pasé por mis pechos y hacía círculos sobre ellos, tiré las sábanas en alguna parte del cuarto, desesperada me saqué la blusa de mi pijama, seguí apretando mis senos, me desabroché el brasier y pellizqué mis pezones. Pensaba en Gina desnuda, preciosa seguramente, sus piernas torneadas, su abdomen plano, sus pechos grandes, redondos y deliciosos, su preciosa y húmeda vagina.

Me deshice de mi pantalón pijama y manoseé el interior de mis muslos lo cual me llenó de placer. Apresurada, bajé mis pantaletas y sin saber cómo empezar, acaricié mi hinchado clítoris con mi índice, gemí, ya estaba lista para recibir a alguien en mi interior, introduje mis dos dedos, apreté las sábanas, había dolor, pero un dolor delicioso, nunca lo había hecho antes, de haberlo sabido me hubiera ahorrado tantos momentos de aguante.

Aumenté el ritmo, tomé un cepillo que estaba en mi buró y cepillé mi cuerpo, la sensación me volvió loca, era un nuevo tacto, rasposo, duro, frío y firme. Cepillé mi vello púbico al mismo tiempo que sacaba mi mano de mí misma, extrañé el calor de mis dedos, pero el placer aumento al ser sustituidos por el cepillo, aparté mis labios mayores para que sus cerdas tuvieran mayor acceso a mi intimidad.

Gemía y gritaba tan fuerte que agradecí que mis padres no estuvieran en casa. Después de recuperarme tomé mi cel y marqué al número de Gina.

— Gin, ven a mi casa. Mis padres salieron.

— ¿Estás bien?

— Te necesito, es urgente, date prisa.

Diez minutos después veía salir a Gin del coche de madre y tocar a mi puerta, corrí a abrirle la puerta.

— Katy ¿qué...? — no dejé que formulara la pregunta.

Subí su pequeño vestido, aparté su tanga y metí mi dedo en su vagina.

— Katy, ¡oh por dios! — gimió muy excitada.

A medida que mis dedos la penetraban más duro y rápido su preciosa vagina se mojaba demasiado. Cuando sentí que estaba a punto de contraerse alrededor de mis dedos abandoné su santuario y la besó como si hubiera mañana.

— Vayamos a mi habitación — susurré en su oído mientras apretaba sus senos.

Mi vulva estaba pegada en sus nalgas mientras subíamos los escalones y mis dedos jugaban con su lindo orificio. Una vez dentro del cuarto arranqué su vestido y mordí su pezón descubierto.

— Me gusta que tengas ganas, Katy — logró articular entre gemidos.

— Son las que me dejaste esta tarde.

La empujé en la cama y me posicioné sobre ella, metía y sacaba mis dedos mientras devorada sus grandes senos, saqué mi dedo de su interior para después meterlo en el mío, saqué mis jugos y los mezclé en su vagina.

— ¡KATE! — gritó mientras mordía sus pezones.

Bajé mi lengua por su cuerpo, delicioso, como en mis fantasías, situé mi rostro en su entrepierna, al sentirme ahí, ella levantó su vulva ofreciéndomelo por completo.

— ¡CÓMEME KATE, CÓMEME!

Besé su intimidad sobre su pequeña tanga después se lo bajé lentamente y manoseando sus muslos. El olor de su sexo era más exquisito y erótico de todo su cuerpo.

Besé su vulva como había soñado que ella me besara, pasé mi lengua por su labios vaginales, sus fuertes gemidos aumentaban mi excitación, chupé frenéticamente su clítoris, y sus jugos me endulzaban la boca aunque eran salados, pasé mi lengua arriba y abajo de su feminidad, después lo hice en círculos lo cual la enloqueció por completo, con mis manos levanté sus nalgas para darme mejor acceso, y degusté de su vulnerabilidad.

Lamí su clitoris mientras que la penetraba con mis tres dedos, estaba totalmente expuesta, desnuda y rica para mí, la había deseado tanto, me arriesgué con cuatro dedos, ella chilló de gozo y pidió que la embistiera más rápido. Terminó gritando mi nombre y dejando caer su nalga contra la cama.

Yo también había disfrutado escuchando sus fuertes gemidos y masturbandome, su respiración era entrecortada, besé con todo mi amor su vulva y también le pasé mi lengua en señal de agradecimiento por haberme recibido.

Me levanté de la cama y encendí la lámpara, Gina se hallaba enrojecida y sudorosa, su cuerpo desnudo que después de haberlo saboreado al fin conocía, era precioso y terso. Me quité la bata celeste que cubría mi cuerpo quedando totalmente desnuda, ella se acomodó mejor en la cama y yo me posicioné flotando mi vulva sobre su rostro, me encontraba sumamente caliente y ansiaba que me hiciera suya en ese momento.

Me aferré a la cabecera de la cama al sentir la lengua de Gina pasando por mi culo, era delicioso, placentero, celestial, pude sentir su respiración en mi vulva, mi vellos se erizaban y mi clítoris reclamaba un poco de atención, clavó sus uñas en mis caderas y me penetró con su corta, caliente y húmeda lengua. Presioné más mi culo en su boca y lo que ella me hacía sentir era maravilloso, seguí levantando y dejando caer mi vulva sobre su boca, ella me daba a veces pequeños mordiscos que me enloquecían.

Mordió ligeramente mis labios mayores y un torrencial orgasmo se liberó de mi cuerpo, sentí morir, me quedé pegada en la cabecera recuperándome del encuentro.

Bajé mi culo por su cuerpo abriendo más mis piernas al llegar a la altura de su enormes senos, me detuve sobre su abdomen porque sabia que si bajaba más no podría controlar me. Ella chupó y mordisqueó mis pechos, a ambos los sentía más grandes y más calientes, Gina apretó mis nalgas y metió un dedo en mi orificio trasero.

— ¡Oh, Gin! — gemía mientras metía y saca su dedo de mi trasero. Lo necesita más profundo, pero su dedo no podían llegar hasta donde quería y eso me enfadaba.

Dejó de hacerlo en el momento que estaba a punto de tener otro orgasmo, invirtió las posiciones ahora era yo la que estaba a su merced, me separó las piernas y pasó su pierna derecha entre las mías, con ese posición nuestros sexos sí llegaban a tocarse. Comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo, su clítoris tocaba el mío y a lograba apretarlo un poco.

Enloquecí cuando aumentó sus embestidas, ¡Al fin estaba experimentando lo que era fusionarse con quien más amas! Abrió mis labios vaginales y pegó su sexo en el mío y ambas gritamos al llegar a la cima del éxtasis.

Esa noche nos besamos y nos masturbamos mutuamente hasta quedarnos dormidas

¡CÓMEME!Where stories live. Discover now