Donde Todo Comenzó

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Los cuentos de camino siempre se escuchaban, las leyendas urbanas eran contadas por los ancianos en los días de celebraciones regionales y las historias místicas eran conocidas por los jóvenes quienes buscaban satisfacer sus curiosidades a través ...

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Los cuentos de camino siempre se escuchaban, las leyendas urbanas eran contadas por los ancianos en los días de celebraciones regionales y las historias místicas eran conocidas por los jóvenes quienes buscaban satisfacer sus curiosidades a través de los extraños enigmas que estas ofrecían.

Una noche, tres valientes niños llevaban sus cartas al pozo de la colina, se creía que la muerte habitaba allí concediendo deseos a las almas valientes que se atrevían a creer en que su poder era tan bueno como la vida.

Jean Jacques Leroy, Isabella Yang y Yuri Plisetsky, se reunieron para que esta poderosa entidad cumpliera sus más anhelados deseos. La condición era que debían ser escritos en pergamino y contener el nombre completo de los interesados, una especie de pacto se generaba más si querían que ella les concediera su petición.

Los más jóvenes temblaban de miedo, escapar de la fiesta de los mayores a un lugar lejano y oscuro, era de temer. Y más si estos se enteraban de su hazaña, pues sus preciados oídos y cuerpos sufrirían las consecuencias, sus padres eran muy estrictos si de su cuidado se trataba.

Aunque Yuri, no era el más acertado en esto, sus padres habían muerto en su niñez, un naufragio en la celebración de su tercera luna de miel los alejo del mundo de los vivientes, y su deseo plasmado en el pergamino era evidente.

Al estar a la orilla del pozo, hicieron tal como la leyenda dictaba, cerraron sus ojos susurrando sus deseos al viento, dejando que sus escritos cayeran perdiéndose en la profundidad del pozo.

Estos se miraron a la cara una vez terminaron el ritual, ofrecieron sus respetos dispuestos a marcharse, cuando un repentino rayo resonó alumbrando el oscuro cielo. Al mirar este acontecimiento, salieron corriendo lo más rápido que sus piernas se lo permitieron, los gritos delataron su conmoción, así que se apresuraron a llegar a la fiesta que celebraba en casa de los Leroy.

Al llegar, los adultos les esperaban con sus rostros evidentemente molestos, descubrieron por el inusual silencio que estos habían escapado, así que esperaron a que regresaran para reprender su peligrosa acción.

Aquel fuerte regaño jamás llegó a ser olvidado por Plisetsky, quien se lo recordaba al canadiense cada vez que le invitaba a las locas fiestas a las que salía.

Yuri Plisetsky creció mostrando sus bellas facciones rusas, su cabello dorado como el sol, sus ojos jades y largo cuerpo definían su figura, su tés blanca y delgado cuerpo, sin contar que su cabellera era larga, por lo que es confundido por una chica, pues su rostro llamativo era el indicado para el gusto de muchos. Razón por el cual ha tenido muchos problemas en sus relaciones. El buen gusto para la ropa venía apegado a su nato sentido de la moda, razón por la que estudia diseño gráfico, su amor por las artes jamás le ha avergonzado.

Jean Jacques Leroy, con sus ojos cielo, su castaña cabellera y su sonrisa de latin lover atraía a las chicas de su facultad, su extrovertida y un poco egocéntrica personalidad tenía muchos seguidores, de porte alto y blanca piel y facciones maduras indicaban su buen parecer, su formado cuerpo se debía a la carrera que tomó como su afición, deportes era lo que más amaba, además de cantar en los clubes donde las fans aclamaban por él.

Un Cupido idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora