Señor RR.

2.

Eran las cuatro de la mañana, no podía dormir, sólo pensaba en la anterior noche en aquel bar de Madrid y en Raúl.

Yo me senté en la barra a tomarme una copa de vino cómo la mayoría de los días al salir del trabajo, mi novio, bueno "ex" estaba a mi lado hablando, pero de repente le conté que no quería seguir con él, me merecía algo mejor, alguien que no me pegara.

A lo que se levantó de su silla y me dio una bofetada, ahí es cuándo apareció Raúl con esos ojos claros y el pelo castaño.

Le agarró por el hombro y a lo que Isaac, mi ex, se daba la vuelta le pegó un puñetazo y le dijo que a las mujeres no se las maltrata, mandó a dos hombres grandes que iban con él sacarlo fuera del bar.

-¿Está usted bien señorita?, me preguntó en un tono preocupado.

-Sí, ya estoy acostumbrada...

-No deje que la traten así, usted se merece algo mejor.

Me dio la mano para ayudarme a bajar de la silla e irnos ya que todo el bar nos estaba mirando, en ese instante me fijé que en la manga de la camisa tenía unas iniciales "RR".

Todo esto suena a una historia de cuándo éramos pequeños, un hombre llega y salva del malvado a la chica, pero no, esto es la vida real, no existen los príncipes azules, ni las ranas que con un beso cambian totalmente, pero sí existen las personas buenas, entonces yo la había encontrado.

-¿Vives con él?, me preguntó.

-Sí, por eso no iré a mi casa, me buscaré una habitación en un hotel, si voy, a lo mejor no tengo tanta suerte de que esté alguien cómo usted, para ayudarme.

-Eso ni hablar, se viene a mi casa, sin obligaciones lo prometo, tengo una habitación de invitados, que lleva su nombre.

No sé cómo no le dije que no en ese momento, irme a casa de un desconocido a dormir, en la vida lo hubiese hecho, pero supongo que en aquel momento necesitaba sentirme segura y me daba igual dónde fuese.

Estuve llorando toda la noche, escribí a Isaac para decirle que lo dejábamos que iría un amigo mío por la mañana a echarle de la casa y que si se acercaba a mí le denunciaría.

A altas horas de la mañana logré dormirme hasta el siguiente día, que bueno, ya sabéis la historia.