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Unas semanas más tarde.

Estaba trabajando, una compañera me avisó de que mi novio estaba ingresado y en muy mal estado.

Fui corriendo aunque yo no tenía novio, pero no era el momento de explicar mi vida, cuándo llegamos a la puerta, se trataba de Isaac, había tenido un accidente de coche.

A pesar de que no podíamos atender a familiares, mi compañera no dijo nada, por lo que durante las siguientes semanas me tocaba a mí cuidarlo.

-Marina, yo...

Dijo al despertarse y verme al lado.

-Cállate, no necesito saber nada de ti, me has hecho pasar los peores años de mi vida, ojalá te mueras.

Eran las cuatro de la mañana, la hora de pasar a hacer la ronda para comprobar que todos los pacientes estaban bien.

Al llegar a su habitación me quedé unos minutos esperando en la puerta, cuándo saqué fuerzas para entrar, me acerqué al oxígeno y se lo cerré, vi cómo sus ojos se abrían, mirándome pidiendo que no lo hiciese.

De repente, sonó la alarma de urgencia en su habitación, le volví a abrir el oxígeno para que no hubiese pruebas y me fui corriendo a otra habitación, para no estar allí cuándo vengan a comprobar lo que le ocurría.

Vi pasar a compañeros corriendo hacía la habitación por lo que les seguí, al llegar no me dejaron pasar ya que sabían que era mi supuesto novio, yo me puse a llorar, me tiré de rodillas al suelo, incluso hice que me pusiesen un tranquilizante y me acompañaron a casa.

Al ser una muerte "natural" no investigarían, ya que Isaac se encontraba muy mal, pensé que me iba a afectar más, que me arrepentiría de hacerlo, pero resulta que no me importaba, cada vez que veía sus ojos mirándome, me acordaba de las palizas que me pegaba por cualquier cosa, no me dolía ya nada de lo que me pasara.

Señor RR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora