No puedo verte. 《Kuban》

일곱 ilgob.

Poco a poco, la relación de Kubo y Leo se fue marchitando, a tal punto que, ni siquiera hablaban como antes.

Las mañanas de Kubo ahora eran solitarias, y las cenas eran silenciosas para Leo.

Solo estaban separados por calles, el moreno pudo ir nuevamente y tratar de convencer a un pareja diciéndole que todo estaría bien, que juntos podrían seguir adelante. Pero aquella se negaba, estaba convencido de que nunca volvería a la normalidad, quería quedarse el resto de su vida encerrado en su habitación a esperar su muerte.

O eso era lo que siempre decía cada vez que Leo visitaba a la fuerza a su amado.

Cada día, la vida del menor se amargaba, ya no tenía razones para seguir luchando, la idea de que Leo se cansara de él y dejarlo aún estaba de pie, quitándole el sueño por las noches. Por más que Kubo le gritara a Leo en la cara que lo dejara tranquilo, el último siempre regresaba sin importar los dolorosos insultos del nipón.

Su relación ahora estaba dependiendo de un delgado hilo.

Días después de su última visita, Leo se encaminó hacia un hospital.  Al entrar en este, el olor a medicamentos y a limpieza en el aire invadió su nariz. El olor a muerte se respiraba en el lugar por alguna razón. Justamente, dejarte de aquellas puertas se encontraba una recepcionista en el lugar, sentada en aquel escritorio curvado.

Lo que haría sería una completa locura, pero por amor todo lo daría. Y cuando se trataba de Kubo, no lo pensaba dos veces.

- Buenos días, señorita.

- Buenos días, joven. ¿En que puedo ayudarle?

- Verá... Me gustaría saber si es posible hacer una donación.

- Por supuesto, necesito simplemente el nombre de ambos pacientes para poder hacer el papeleo. Pero eso tiene un costo.

- Tengo el dinero.

- Bien... - la mujer saco un par de hojas de papel para rellenar algunos datos. -... Dígame su nombre completo y su edad.

- Leonardo San Juan, 21 años.

- esta bien... - escribió - Nombre completo y edad del otro paciente para el transplante/donación.

- Shingetsu Kubo, 20 años. - Leo notó como la mujer dudó un poco al escribir el nombre de su novio. -... Si quiere puedo escribir el nombre yo.

- Si no es mucha molestia. - la recepcionista sonrió con algo de vergüenza - ahora... El joven... ¿Esta de acuerdo con esta operación?

- Lo está, solo quiero que pueda volver a la normalidad.

- entiendo... Ahora... Necesitaré análisis clínicos de ambos, también estudios de sangre... Antes de continuar... ¿Esta seguro de hacer esto?

- Por supuesto, él lo necesita más que yo.

- Debe ser un amigo muy importante para ti.

Leo sonrió un poco y soltó una pequeña sonrisa al escuchar aquel comentario. Asintió con la cabeza.

- Lo es, por él daría ambos ojos.