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[IRA]

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E N E R O

Había pasado semana y media desde el incidente con ZERO.

Semana y media en la que había estado enfadada con Clint Barton y con el mundo entero. Y aún lo estaba.

Me sentía como al principio de llegar aquí, furiosa, cansada, y triste. Todo el rato, todo al mismo tiempo. Un verdadero asco.

Salí de la reunión con Fury sin ánimos para ninguna conversación más.

Habíamos estado hablando de lo que pasó. Me contó que ZERO se había re-organizado y buscaba a sus antiguos sujetos, pero por desgracia, todavía no tenía su ubicación exacta.

Eso no hizo que mi enfado disminuyera, como es de suponer. Pensar en que, justo en aquel momento, decenas de mutantes podían estar siendo atrapados sin que hubiera forma de ayudarles hacía que un nudo enorme se situara en mi garganta.

Coincidí con el arquero en el pasillo de nuestras habitaciones, él saliendo, y yo entrando.

Una sombra de culpabilidad cruzó su rostro.

- Enero... -susurró, tratando de alcanzarme.

Me esforcé por no dejarme convencer por su rostro cansado y sus ojos angustiados.

- Has destruído lo único que me quedaba de ellos. Lo único que quedaba de mis padres, lo has dejado consumirse en las llamas. No te acerques a mi - siseé - No te acerques porque no saldremos bien parados, ni tu ni yo.

Cerré la puerta de mi habitación, ignorando su mirada de sufrimiento. Si a él le dolía, a mi todavía aún más.

Me tiré en la cama del cuarto durante horas. Cansada de mirar el techo, decidí salir de allí.

Acabé saliendo de la propia Torre. Me sentía asfixiada allí dentro, necesitaba tranquilidad.

Caminé por las calles de Nueva York limpiándome las lágrimas que había soltado sin ni siquiera darme cuenta. La gente me miraba, pero eso no podía importarme menos.

Caminé durante largo rato, sin rumbo fijo, hasta que llegué a un parque. Entonces entré y me dejé caer sin más sobre la hierba.

Miré al cielo, tratando de recomponerme. 

¿ Por qué había tenido que torcerse todo tan rápido ? 

Lo peor era que ya me había acostumbrado. Me había acostumbrado a su mano atrapando la mía, su brazo rodeando mis hombros, a la suavidad de sus labios. A sus abrazos, a su forma de sonreír, a sus tonterías. A tenerle ahí para todo, a poder hablar con él con total libertad. A su olor. Sus dedos deslizándose sobre mi piel. Sentir que yo era su mundo tanto como él era el mío. La confianza, todas esas noches que hablamos del futuro. Por acostumbrarme me había acostumbrado hasta a su silencio, tan distinto al de todos los demás.

Una lágrima se escapó corriendo por mi mejilla.

Quería perdonarlo, de verdad que quería. Quería que las cosas fueran como antes.

Pero no podía. Aún no. Me sentía traiccionada, rota. 

Solo deseé que cuando esa sensación desapareciera no fuera demasiado tarde para arreglarlo.


THE CHOICE 》 CLINT BARTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora