Capítulo X

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Amo tanto tu ausencia como tu presencia, porque tu ausencia me obliga a recordar lo indispensable que eres para mí, y tu presencia me lo confirma.

Ivon Yerena

Alex

Querida Amambay

¿Recuerdas la fiesta de graduación de María? ¿La que dio mi familia en Zaragoza? Como olvidarlo prácticamente te pedí de rodillas para que me acompañaras, pero valió la pena, estabas hermosa esa noche.

Como olvidar ese vestido rojo que acentuaba tu figura, el escote v que ponía al descubierto el lunar en tu clavícula, tu cabello suelto con esas florecillas que adornaban tus ondas, el tono rosa pálido en tus labios, al cerrar mis ojos puedo visualizarte hasta puedo oler la fragancia a rosas que emanaba de tu cuello.

Te sentías algo insegura con tu apariencia, no te diste cuenta en la hermosa hada en que te habías transformado, todos en la fiesta volteaban para verte y yo orgulloso de poder caminar a tu lado, recuerdo tu rostro ruborizado y ese pequeño brillo en tus ojos, tomé tu mano y con ligero apretón deseé que siempre estuvieras así, hermosa pero por sobre todo feliz.

Después de las 12 de la noche escapamos de la fiesta y te lleve al parque donde me gustaba patinar de niño, me dijiste que en tu vida jamás habías patinado y que lo más probable era que te romperías la boca en el intento. Esa noche decías demasiadas tonterías, sonreías con ganas, ese día descubrí que lo que más amaba en el mundo era ver y oír tu risa.

Éramos dos locos en un parque, te agarré de la cintura y tú me envolviste el cuello con tus brazos, la noche estaba tranquila, silenciosa pero aún así bailamos al compás del baile que solo las almas enamoradas pueden escuchar, mi mirada se encontraba pérdida en la tuya, el roce de nuestros labios producía una electricidad que recorría todo el cuerpo y me hacía vibrar, mi corazón latía cada vez más fuerte y deprisa.

Tenía ganas de abrazarte tan fuerte y jamás dejarte ir, sentía frio y calor, tenía ganas de llorar y de reír, me encontraba hundido en un mar de emociones.

Tu suave fragancia era un deleite, tus pequeñas manos que encajaban perfectamente con las mías, te amaba y no había marcha atrás. Pero aun así con todo este amor no fui lo suficientemente valiente para permanecer a tu lado, las cosas se salieron un poco de control y no supe que hacer. Me aterraba la idea de que el amor no fuera suficiente, me aterraba la idea de que esto solo fuera producto de mi imaginación, no fue mi intención lastimarte y apagar nuevamente tu hermosa sonrisa.

Ya tendremos tiempo de contarnos esos secretos que no nos atrevimos a revelar, pero te aseguro que te amé, te amo y siempre te amaré.

Te amo y te extraño

Tu Alex

Tu Alex

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