Pensamientos.

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Era muy difícil dejar de pensar en el próximo sorteo, aunque tenía problemas mayores, o al menos era la única que no le prestaba mucha atención al sorteo, la cara de John no desaparecía de mi mente, tendría que buscar la formar de acercarme hacia él, después de la última vez que nos vimos no creo que quiera verme - Fue inevitable torcer los ojos-. Que terca soy en pensar que todos los problemas se me vienen encima, pero en realidad si es así, es mi último año de escuela y tengo que lograr graduarme (no muchos logran eso), eso acarrea para mí un peso muy grande sobre la espalda, tengo que sacar a mi familia del nivel uno y llevarla a un nivel mejor, a una vida mejor, y por otro lado tengo que sobrevivir al sorteo, nadie ha visto nuevamente a los que son elegidos, me da un poco de miedo pensar que me elijan, tendría que dejar todo atrás, mis metas y logros sin saber qué es lo que me preparará el futuro con ese maldito sorteo.

Por ahora solo quería vivir el momento, dejar todos mis problemas atrás y seguir viendo aquel hermoso cielo, mismo cielo en el que vivimos todos los miserables a los cuales la vida les ofreció ser del nivel 1, sé que no debo ser mal agradecida con lo que tengo pero vivir en unas condiciones tan precarias como las hay en el nivel 1 no es nada agradable, de tan solo acordarme del día en el cual desafortunadamente no había ni una mosca en la alacena y lo único que pudimos tragar fue una rata gigante que satanás mi gato había logrado atrapar- Aunque fue un poco difícil intentar quitarle la rata a satanás. Casi me saca un ojo - Lo más triste para mí fue ver a Autherine comer con una cara de desagrado los riñones de aquel inocente y mal oliente roedor.

Ay Autherine mi pequeña hermana, la razón por la cual debo inscribirme al sorteo, para poder darle una mejor vida no solo a Autherine, también a mis queridos padres.

Ya era 7 de septiembre, se podían sentir las primeras brisas otoñeras provenientes del norte en donde se vislumbraba un ocaso del cual se desprendía un crepúsculo anaranjado intercalándose con lo púrpura de la noche, estaba cerca el cumpleaños de John, aún no sabía que regalarle así que era tiempo de meditarlo, en aquel sucio y polvoriento colchón las ideas hacían presencia en mi pequeña cabecita, John era muy especial para mí, así que tenía que regalarle algo igual de especial, fue cuando se me ocurrió regalarle mi libro favorito, "Tú infinito dentro de mi infinito", escrita por un tipo poco reconocido que quizás ya estuviera muerto de inanición gracias a las pocas ventas de aquel libro bien redactado con una trama tan hermosa que sacó lágrimas en donde es casi imposible sacarlas, ese tipo el cual resulta ser el mejor escritor de mi mundo, Isaac Nonatsky, pinta miles de párrafos en mi mente, es imposible no enamorarme de sus letras, solo de sus letras ya que es un viejo decrépito- Hice un suave levantamiento de mis ojos para torcer los mismos-. Era hora de dormir, era la hora de mis demonios y no quería despertarlos- Fue inevitable ver el reloj, 12:00 am-, Apagué la vela con los dedos y al igual que la llama de aquel pequeño objeto de parafina extinguí mi realidad para vivir en mis sueños, tan siquiera por unas horas.

El chirriar del periquito de mamá produjo que abriera mis ojos, lo único para lo que estaba dispuesta a hacer a esa hora de la madrugada era contemplar el alba vislumbrante de colores cálidos y belleza exorbitante. Se hacían casi las 6:00 y el exprimir las ubres de aquella vieja y pobre vaca era algo curioso, sentir como baja la leche en aquel momento me hizo olvidar la apestosa magia que invadía mi diario vivir. Mientras mamá servía la leche caliente con un trozo de pan de canela resonó la voz de papá dentro de la cocina mientras masticaba un poco de aquel suave y dulce pan

- ¿Y cómo va la escuela?, cariño.

-Todo bien papá, espero esta vez poder ganarme una beca.

-Sabes muy bien lo que acarrea eso, no digas estupideces- El sonido del puño de papá retumbando la mesa zumbó mis oídos, sabía que representaba esa mirada, una profunda mirada azul, fría como la nieve, pero más allá de eso se lograba notar algo era como un toque de decepción, preocupación, tristeza, no entendía muy bien que quería decir papá con esa fuerte mirada.

EL SORTEO.Where stories live. Discover now