"Soy esa lección que aprenderás."
Estaba pensando en salir a comer algo o pedir que me trajeran comida aquí al trabajo.
Estar en recepción suele ser cansado a veces, hay veces que no llega gente, pero hay días en donde estamos nadando entre personas. Y ese día es hoy.–Entonces será la suit presidencial.
El sujeto me pasa su tarjeta y yo la ingreso.
Le pido la firma, me sonríe y después toma sus maletas para dirigirse al ascensor.Miro el reloj y aún faltan dos horas para terminar mi turno.
-¿Quieres que te traiga algo para comer?
Me dice Spencer, el intendente, sonriente como siempre.
-Por favor, me estoy muriendo de hambre.- le digo tocandome el estómago.- Quiero una ensalada de frutas y una soda, por favor.
-Manzanita.
Decimos al mismo tiempo, mientras nos apuntamos con el dedo índice.
Él se va y por fin estoy tomando asiento.
El trabajo me quita de la mente todos esos pensamientos negativos.
Y por un momento lo agradezco tanto.
La campanilla de la puerta suena, indicando que alguien ha entrado, me pongo de pie y visualizo que es un chico alto, delgado de tez blanca, con muchos tatuajes en sus brazos y cuello.
Se acerca al mostrador y toca la campanilla mientras sonríe. Yo estoy enfrente de la campanilla.-Buenas tardes, ¿que tipo de habitación desea ocupar?
-Una normal, por favor.- dice buscando en su billetera.
Tiene unos exagerados ojos azules, parecería un azul turquesa brillante.
Tecleo en la computadora.-Su nombre, por favor.
-Si no le importaría, esto es confidencial.
Lo miro sobre mis lentes y él sigue sonriendo.
-Si es un asunto de drogas, asesinatos, prostitución, le pediré por favor que salga de aquí.
Y el se carcajea, negando una y otra vez...- Nada de eso, señorita, ya he venido a este hotel antes, y el dueño me conoce. Así que no tendrá problemas.
Asiento.
-Serían 60 dólares por un día.- le digo mientras le doy la llave.
Me extiende el dinero, 100 dólares.
-Puedes quedarte con lo que resta.
Me sonríe, toma su maleta y se va.
Idiota, esto no es un restaurante.
Tengo el dinero en mis manos y me encojo de hombros, tomo lo restante y meto los sesenta dólares a la caja registradora.
¿Por que no habrá querido darme su nombre?
No está en mis planes asaltarlo o algo.
En fin, la campanilla vuelve a sonar y Spencer está entrando.
Con una sonrisa, ¿Que acaso nunca deja de hacerlo?
-Aquí tienes tu encargo.- me dice poniendo mi comida en el mostrador.-Muchas gracias Spencer, aquí tienes.- le tiendo los cuarenta dólares que me dio ese chico raro, y este abre los ojos como platos.
-Oye, lo que te traje, no costó ni la mitad de esto.- me mira interrogante.
-Tranquilo, es por todos los favores que me has hecho.
Y le sonrío. Y él me la devuelve.
--
Mi turno termina, y salgo disparada a la calle, hoy fue día de paga, así que me fue bien, últimamente mi jefe comenta cambiarme de puesto, ya que soy la única que no le ha dicho que "el salario es realmente la peor de las mierdas"
No me parece que sea tan malo, digo, al menos a mi me alcanza para vivir.
Estoy pasando al centro comercial, y comprar todo lo necesario para vivir al menos esta semana, si es que mi depresión me lo permite.-Pan, shampoo, jabón, comida para Charly, panquesitos, huevos, frituras, unas barras de chocolate, cereal, leche...más barras de chocolate.
Estoy subrayando cada cosa en la lista, y dando vuelta a otro pasillo, mi carrito de compras choca con otro.
-Oh, discul...¿Acaso me estás siguiendo?- le miro ladeando la cabeza.
Era el chico raro que no me quiso dar su nombre hace unas horas atrás.
-No tengo motivos para seguirte, quizá tu inconscientemente me estés siguiendo a mi.- me dice burlón.
-Creo que tengo cosas más importantes que hacer, así que...-seguí mi camino por otro pasillo y le susurré.- así que si me permites.
Me metí al pasillo de mascotas, buscando el alimento de mi única compañía. Y un juguete, por que ese hueso de carnaza había sido desaparecido de la faz de la tierra.
Ya estando en caja, me percato que el mismo chico está en la cola, realmente me estoy asustando, ¿Se nota que soy muy paranoica?
En fin.
Saco el dinero, pago y le dejo propina, estoy yendo a mi auto, cuando me doy cuenta que no tengo mis llaves conmigo.
Que están en mi bolsa trasera del pantalón y con tantas bolsas en mano, es imposible sacarlas.-Creo que necesitas ayuda.
Y una mano aparece en mi ayuda, no quiero imaginarme quien es, pero si, acerté.
-Entonces ahora si puedo creer que me estás siguiendo.- le digo, mientras saco las llaves de mi auto.
-Claro que no, sólo es que mi auto está estacionado junto al tuyo, y no me había dado cuenta. Pero definitivamente no te estoy siguiendo.
Asiento, mientras abro la puerta del piloto.
-Creo que a todo esto, no me darás tu nombre todavía.- sonrío y el hace lo mismo.
-Andy, llámame Andy. - extiende su mano y yo la estrecho.
-Jane, un gusto.
Le quito las bolsas y las aviento al copiloto...-Muchas gracias, Andy, me tengo que ir.
-Igual yo, entonces nos vemos por ahí.
Se despide moviendo la mano y yo hago lo mismo.
Aunque suene extraño, me da un cierto parecido a Ronnie, quizá sean sus tatujes.
O esa sonrisa que no se le borra del rostro.Estoy llegando a casa, y con dificultad saco todas las bolsas, para después subir al ascensor.
1. 2. 3. 4. 5.
La puerta se abre y yo continuó mi camino.
Escucho los ladridos de Charly desde lejos.
Son diez habitaciones después del ascensor y él me detecta. Increíble.
Llego y abro la puerta después de ingresar la contraseña. Y Charly salta sobre mi, lamiendome, mientras dejo las bolsas en el piso para abrazarlo, realmente lo amo, es como mi hijo, soy una madre soltera en la espera del papá.
Que seguramente se fue ganar dinero para darnos una mejor vida.
Seguramente.
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Hangin On | Ronnie Radke
RomanceTres años. Parecía que el tiempo se detenía a veces. Y Había momentos en donde los días pasaban tan rápido...como un suspiro. Y lo extrañaba tanto. Creerían que después de tanto tiempo es justo que uno haga su vida, conozca a nuevas personas, inclu...