Capítulo I: El Despertar.

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Siempre me he preguntado el motivo por el que las almas vienen a este mundo repetidamente, como en un ciclo sin fin del cual no pueden escapar. Descienden en grupos una y otra vez desde el principio de los tiempos. Dichos grupos podrían ser los mismos o variar según el propósito de tu sueño. La tierra comenzó a poblarse lentamente mientras iba aumentado la frecuencia con la que las almas venían al mundo. La vibración de la tierra aumentó poco a poco ya que los hijos del Padre la impregnaron con su esencia. Por ello, la tierra se convirtió en nuestro preciado santuario y hogar. Nos permitía conectarnos con nuestro ser terrenal y espiritual simultáneamente, es decir, alcanzar la iluminación. Asimismo, al emanar una energía más densa nos ofrecía la posibilidad de experimentar el plano físico conservando nuestra divinidad como hijos del Padre.

El Padre simplemente nos creó mediante su expansión, es decir, al observarse surgimos nosotros. Debido a ello, somos fragmentos completos nacidos del amor del Padre. Mediante su ser florecieron sus hijos. Nosotros descendemos directamente de Dios e implica que fuimos hechos a su imagen y semejanza. Fuimos creados por un amor tan intenso que sentimos la necesidad de expandir nuestra espiritualidad a través de la comprensión de nuestra naturaleza divina, motivo por que formamos los distintos universos, dimensiones, galaxias... La finalidad de la creación es establecer un vínculo sagrado con nuestra esencia divina y conectarnos íntegramente con el Ser del Padre. Las almas establecieron un complejo red de evolución, entre las cuales de incluía la tierra.

Desde pequeña he sentido una gran curiosidad por el mundo y la creación. En un comienzo busqué las respuestas en la religión, la cual permitió la conexión con el Padre. Mis principales guías eran Jesús o María. Iba a misa los domingos, pero sentía que me faltaba algo, no estaba completa y que continuaba con numerosas dudas que la religión no podía solucionar. Con ello no sugiero que la religión sea inválida, sino que en mi caso no era la herramienta apropiada para descubrir mi espiritualidad. Conforme pasaba el tiempo las dudas me atraparon. Incluso los esfuerzos de mis padres resultaron en vano...

En aquella época creía que el Padre poseía un cuerpo físico y que era posible encontrarle en persona. Intentaba presentar una conducta intachable para que Dios viera lo buena que era... meditaba con mi madre concentrándome en el tercer ojo. Mi deseo de conocerlo se fue debilitando puesto que Dios no se aparecía ante mí. Ello me frustró y me parecía injusto, no comprendía sus razones.

Sin embargo, la vida me obsequió un regalo inesperado. Aquella noche soñé con el tercer ojo, el cual se abría completamente y me hablaba.

-Decidiste apartarte de mí, pero por fin vuelves a mí. Te he esperado tantos años. Sabes que todas las religiones dicen la verdad. Las religiones son las distintas caras de la montaña y todas ellas desean alcanzar la cima, que es Dios. Respétalas y acéptalas porque forman el sostén de muchas personas –dijo mientras me miraba con ternura y respeto.

No puede pronunciar ninguna palabra. Su intensa luz morada y dorada resplandecía con gran intensidad.

Dichas palabras resonaron en mi corazón. A la mañana siguiente mientras viajaba en tren con mi madre le conté lo que había soñado. EL brillo de sus ojos reflejó su felicidad y confió en mis palabras. A pesar de mi temprana edad mi madre me trataba como si fuera mayor. Por ello, me ayudaba a hallar la magia encerrada en los sueños.

Debido a dicho sueño pude diferenciar los conceptos de espiritualidad y religión, puesto que las religiones son herramientas que conducen a la espiritualidad. Aunque cada religión tenga sus propias doctrinas y normas todas ellas comparten un mismo fin, es decir, aspiran al Padre. Asimismo, el tercer ojo es un punto de energía situado en el medio de la frente y en mi caso representaba el regreso a la espiritualidad. Gracias a sus palabras supe que me encaminaba en la dirección correcta para mí y que era hora de desprenderse de las ataduras de la religión cristina y budista. La idea de que los seres humanos requerimos de personas santas que actúen como intermediarios no me satisfacía puesto que deseaba hablar con Dios en persona y sentir que me acompañaba en todo momento. Aunque no sugiero que las religiones mencionadas no guíen correctamente a las personas ya que a través ellas puede ser consciente de Dios por primera vez, pero no me condujeron a establecer una relación estrecha e íntima con el Padre. A partir de dicho memento tomé la decisión de trazar mi propio camino en búsqueda de mi querido Ser.

Mi madre me explicó que las personas descendían con un propósito en la vida y que cada uno debería encontrar su camino. Con el fin de logara la comprensión de la vida me adentré en el mundo de las meditaciones junto a ella. Solíamos meditar por nuestra cuenta regulando nuestra respiración. De vez en cuando perdía la concentración ya que los pensamientos no cesaban de acosarme. Aunque las eliminara continuaban desfilando por mi mente. Por la noche, mi madre me leía un cuento y me cantaba canciones.

Mientras dormía tuve otro sueño. En él iba caminando por un terreno desierto sin vegetación. No había ni rastro de gente. Repentinamente me tropecé con un hombre anciano con una abundante barba blanca. Estaba tumbado en el suelo y vestía con túnicas blancas. Parecía agotado y abatido.

- ¿Hola, se encuentra bien? ¿Quiere que le ayude? - le pregunté mientras me inclinaba y le tocaba del brazo.

El anciano se dio la vuelta y comenzó a brillar intensamente. Desprendía una luz dorada bellísima y con alto poder de voltaje. Comenzó a ascender a la vez que modificaba su cuerpo físico. A pesar de que su rostro era el mismo transmitía una energía diferente e incluso parecía otra persona.

-Hola pequeña. Hay una cosa en la que puedes ayudarme y sabes lo que es- dijo mientras iba ascendiendo al cielo. Antes de marcharse me miró a los ojos y me sonrió ampliamente.

Supe que aquel anciano era Dios. No me había dicho ni cómo ni en qué podría ofrecerle ayuda. Por ello, no comprendí su mensaje. Finalmente me marché a casa.

La cocina de la casa estaba adornada con azulejos azules. Decidí sentarme en la silla y comer galletas. Debía darme prisa puesto que mi novio vendría pronto a casa. Nos tumbamos en mi cama estrecha y pequeña. Repentinamente... los muñecos situados en mi estante comenzaron a moverse hacia mí, pero todos ellos estaban rotos. Por ello, a algunos les faltaba un brazo, un ojo, una pierna, etc. Sentí tristeza al observarles. Sin embargo, era consciente de que tenía la capacidad para arreglarlo y completarlos. El número de muñecos que acudían a mi ayuda iba incrementando conforme pasaba el tiempo hasta el punto de expandirse internacionalmente. Veía muñecos de diferentes nacionalidades del mundo dirigiéndose hacia mí junto con la tierra de fondo.

A la mañana siguiente debía acudir a la cita del médico. Mi madre decidió acompañarme y viajamos juntas en tren. Solíamos mirar por la ventana ansiando poder ver a los ciervos que bajaban a beber agua. Por fortuna tuvimos la oportunidad de veles y aquello me llenó de felicidad. 

Tomé la iniciativa de contarle a mi madre el sueño ya que era incapaz de dotarle sentido a aquel sueño de anoche. A través de la interpretación de mi madre fui capaz de comprender que dicho sueño hacía alusión a la misión de vida. Reflejaba que la bondad y el servicio desinteresado podía conducirme a mi papel en esta vida. Por otro lado, los muñecos son las personas que acuden a mi búsqueda para que les complete.

Mi alma se llenó de dicha al poder conocer al Padre en persona, lo cual siempre había constituido mi sueño de infancia. A través de este sueño tomé consciencia de la importancia de cada alma en el universo y que cada uno de nosotros venía para evolucionar desempeñando una misión concreta. Ello implicaba que las almas descienden con un guión detallado. Por consiguiente, no nacíamos por azar, sino que todo había sido decidido y establecido de antemano. Era una pieza esencial del rompecabezas llamado vida, es decir, era yo quien creaba mi propia realidad siguiendo el plan diseñado.  

Un  sueño llamado vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora