Aunque sentía tales curiosidades por la espiritualidad y sus misterios encerrados era una chica normal que fluía con la corriente de la vida. Acudía a un colegio privado abierto recientemente. En un comienzo no deseaba ir al colegio, pero fui por decisión de mis padres. Algunas veces la pereza se apoderaba de mi cuerpo desde por la mañana e iba enfadada a la escuela. Sin embargo, al ver al resto de los compañeros y a la directora el ánimo acudía nuevamente. Hice amigos rápidamente, concretamente con una chica llamada Sara.
Era un colegio mixto así que puede establecer relaciones tanto con chicos y chicas. Conforme transcurría el tiempo fui adaptándome mejor a la situación escolar. Asimismo, conocí a un sin fin de personas. Tenía numerosas amistades, pero destaca mi relación con Sara. Ella estaba llena de miedos e inseguridades debido a experiencias traumáticas sufridas en su anterior colegio. Como consecuencia, se convirtió en una persona desconfiada y tímida. Al principio no se relacionaba con nadie y pasaba la mayor parte del tiempo sola. Cada vez que la veía sentía tristeza y pena dado que nadie se atrevía a entablar conversación con ella. Por ello decidí hablar con aquella muchacha solitaria. Cuando la saludé se sorprendió y me saludó cariñosamente. Desde aquel instante supe que se iba a convertir en una persona importante para mí.
Algún sentimiento oculto en mi interior me impulsaba a relacionarme con Sara. Cada ocasión me ofrecía la oportunidad de conocerla. Mi visión sobre ella fue cambiando y la consideraba mi mejor amiga. Tras finalizar el horario escolar venía todas las tardes a mi casa a merendar y jugar a la princesa y la bruja. Antes de pudiéramos ponernos a jugar debíamos finalizar los deberes. Ello me parecía aburrido y por dicho motivo permitía que Sara copiara mis ejercicios para finalizar la tarea cuanto antes y ponernos a jugar. A pesar de que mi madre sabía que copiábamos los ejercicios nos lo permitía e incluso se reía. En la mayoría de los casos mi amiga se disfrazaba de princesa y yo de bruja para posteriormente escondernos y perseguirnos por toda la casa.
Después de varios años la niña desconfiada que conocí cambió completamente. Siempre la traté como si fuera mi hermana pequeña y la quería muchísimo. Solía compartir sus miedos y dudas conmigo. El nacimiento de su hermana pequeña había generado tal estrago en la autoestima de mi amiga. Su inseguridad incrementó drásticamente manifestando su malestar en el entorno. Sentimientos como los celos y la envidia se apoderaron de mi amiga transformándola en una persona egoísta y manipuladora. Asimismo, aquellos sentimientos la condujeron a un camino empedrado y complicado.
Nuestra amistad constituía un pilar central en su vida puesto que era la única persona en la que confiaba plenamente. Debido a ello, me transmitía todas sus emociones encerradas e intensas que evitaban ser escuchadas. Sara temía la respuesta de su madre ante sus sentimientos y por ello las ocultaba en los más hondo de su alma. Sin embargo, empezó a cargar en mí responsabilidades suyas llenando mi mochila más y más.
Asumía el papel de amiga y familia. Permití que mi mundo se llenara de ideas y sentimientos contradictorios que hacían temblar mis cimientos. Por otro lado, mi capacidad para sentir las emociones ajenas se intensificó hasta el punto de perder el anclaje que me mantenía unida a tierra.
Durante el transcurso de los días la alegría y la ilusión se esfumaba lentamente, llevándose mi antiguo ser jovial y llena de ilusión por la vida...Por las noches me tumbaba en mi cama y pensaba en la situación complicada de mi amiga mientras que las lágrimas surcaban mi rostro con frecuencia. Mi madre me abraza y me preguntaba: - ¿Te encuentras bien? Dime qué te pasa. ¿Está relacionado con Sara?
-Mamá siento una gran tristeza. No sé qué me pasa. Simplemente no me apetece hacer nada. Lo único en lo que pienso es sobre la situación actual de mi amiga- respondí con la voz rota por el llanto. - Mami ayúdame a no estar así.
Estuve llorando varios días. A pesar de las lágrimas derramadas nada podía quitarme aquel mal estar que sentía. Cada vez me sumía más hondo en la oscuridad. Ni siquiera era capaz de atisbar la luz debido a dichas emociones tan espesas e intensas. Se formó una neblina gris y negra que consumían mi luz. La energía también se escurría de mis manos. Aquella situación me agobiaba puesto que jamás había experimentado tales sensaciones. Siempre había sido una niña muy alegre y feliz. El cansancio y la pesadez se adueñaron de mi cuerpo. No veía ninguna salida y creía que iba a permanecer en dicho letargo... La cama se convirtió en ni único punto de anclaje. Los esfuerzos de mi madre por consolarme y comprenderme fueron en vano, pues nada despertaba mi interés ni me animaba a avanzar. Dichas emociones se clavaron en mi corazón como las agujas de un cristal afilado ocasionando la salida de una cascada carmín que se deslizaba lentamente por mi cuerpo. Con su paso iba arrastrando con su dolor la esencia de mi antiguo ser. Ni siquiera era capaz de reconocerme.
Me cuestionaba mi propia naturaleza y las dudas asaltaban mi mente sin cesar. Me preguntaba: - ¿Dónde se encuentra aquella chica viva y llena de inocencia? ¿Por qué siento estos sentimientos? ¿Acaso son míos? ¿Cuál es la razón por la que tengo que pasar este proceso? ¿Acaso las emociones son tan intensas como para frenarme y perderme en la penumbra? ¿Cómo puedo salir de este bucle?
Justo cuando la esperanza iba desapareciendo los cielos me otorgaron el inmenso regalo de la comprensión a través de mi madre. Ella se encontraba en la ducha cuando tuvo una visión. Salió apresuradamente para transmitirme dicho mensaje. Mi madre se sentó en mi cama.
-Princesa me acaba de venir la solución. He tenido una visión de la Virgen María, en la cual me decía que no me preocupara por esto ya que eres una niña cristal- comentó sonriéndome de oreja a oreja.
Me levanté de la cama y la miré intensamente.
-Mama qué es una niña cristal- inquirí con entusiasmo.
-Ni idea hija, pero por eso he traído el móvil para verlo juntas- dijo a la vez que encendía su móvil para buscarlo en Google. –Mira aquí dice que son niños con una energía sutil, sienten una conexión con el mundo espiritual, empáticos, disfrutan del agua, les gusta estar consigo mismo, etc. Esto te describe perfectamente.
-Además, todo lo que dicen me cuadra bastante y me siento identificada con los niños cristal. Ahora entiendo por qué me sentía así. Había vivido los miedos de Sara en persona, como si fueran los míos propios. Entonces esta capacidad es un don, pero hay que ser consciente para que no me pase esto en el futuro. Gracias mami.
-Rocío es importante que sepas que debes aprender a separar tu mundo interior del resto. Este don te permite entender y empatizar con los demás, pero no haces ningún favor a nadie si te los cargas a tu espalda. Eso no es ser una buena persona ni vas a recibir premios por hacerlo. Es muy bonito compartir tus cargas con los demás porque así te quitas un peso de encima. Tu simplemente escucha lo que tengan que decir, pero no te adueñes de ellas. Cada persona viene con lo suyo y estamos aquí para ayudarnos, pero no podrás echarles una mano si sus problemas se suman a los tuyos. Tú estás en proceso de entender tus propias debilidades y dificultades y por dicho motivo podrías conducir a tu amiga a una mayor confusión. Por ello, ninguna de las dos podría ayudar a la otra. No se puede ofrecer ayuda si uno mismo no está dispuesto a corregirse a sí mismo. Como es dentro es fuera- aclaró mi madre.
Sus palabras resonaron en mi corazón y poco a poco empecé a entender que la primera persona que necesitaba ayuda era yo misma. El exterior estaba reflejando mis propias inseguridades y miedos a través de mi amiga. Cómo podría ofrecer consuelo y ánimo a Sara si no me disponía a observarme por dentro. Supe que había antepuesto mi persona a la de amiga. Eso es un acto de egoísmo dado que había abandonado mi mundo interior. La sociedad impulsaba a creer que una buena persona es aquella que se vuelca en el prójimo. Sin embargo, la espiritualidad me impulsaba a conocerme primero puesto que todos estamos conectados. Debido a ello, mi yo era el ser más importante para mi vida. Uno debe amarse y aceptarse plenamente para poder acudir a la llamada de nuestros hermanos. Nuestra unión nos permite beneficiarnos mutuamente, es decir, si me exploraba y conectaba con mi ser superior los demás sentirían dicha conexión...
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Un sueño llamado vida.
De TodoLa vida es un sueño y los sueños sueños son. Descubre el misterio de la vida y conviértete en el protagonista de tu propio libro, tu vida. Todos los acontecimientos que tienen lugar en tu vida no suceden por casualidad, sino que ya ha sido planead...