En el momento en el que iniciaron el ataque, los dos caballeros y sus escuderos ya habían desenfundado las espadas y estaban dispuestos para defenderse. Los escuderos se enfrentaron a uno de los caballeros viéndose en serios problemas para mantenerlo a raya. A Brandon MacIvor le atacaron dos de los guerreros, y Dow se defendió de los ataques del último.
Cuando Dow comenzó a atacar, al caballero le costó trabajo contener las enérgicas estocadas de su adversario. Varias veces la cota de mallas le protegió de una herida mortal. Sin embargo, Dow estaba sin protección, así que tenía que preocuparse de bloquear cada una de las estocadas enemigas para evitar ser alcanzado y que Breena tampoco sufriera ningún daño.
Breena se dio cuenta de que Dow perdía movilidad con ella a sus espaldas, lo que lo hacía estar en inferioridad de condiciones. Comprendió que en esa situación era un estorbo por lo que aflojó su contacto con él. Dow mejoró la calidad de respuesta a los golpes del adversario, pero Breena sabía que eso no era suficiente y que mientras siguiera sobre el caballo era un problema que le podía costar la vida. Comenzó a moverse para dejarse caer de la montura, pero Dow percibió sus intenciones y la sujetó de una mano, volviéndola a pegar contra él. Asestó un golpe enérgico contra el casco del enemigo, lo que lo atontó lo suficiente como para darle tiempo para empujarlo fuera de la silla de montar y saltar de Excalibur para enfrentarlo desde el suelo.
- No desmontes bajo ninguna circunstancia -le gritó Dow, por encima del hombro, en un tono que no admitía discusión, mientras cogía su escudo-. Si lo haces, estarás muerta. Que nadie se acerque a ti. Huye si tienes que hacerlo.
Dow contuvo la primera embestida del guerrero que al fin se había puesto en pie tras la caída, y al que se le unió uno de los contrincantes de Brandon, que también había perdido su montura y tenía serios problemas para defenderse del hombre a caballo.
Breena ocupó el sitio que él había dejado en la silla con una ligera mueca de dolor. Sujetó las riendas sin dejar de admirar la heroica fuerza que Dow transmitía durante la lucha. Su cuerpo poderoso era imponente incluso sin armadura y a los dos contrincantes les costaba seguir su ritmo y defenderse de los golpes mortales. Pero ellos eran dos, y cuando lo atacaban, Dow tenía que esforzarse en bloquear cada una de las estocadas bajo pena de salir malherido.
Brandon se mantenía firme contra el intento de avance de su adversario, pero los escuderos estaban en serios problemas y comenzaban a perder terreno y fuerzas.
Breenda deseaba tener el conocimiento y la destreza para ayudarlos, pero sólo se podía quedar allí, mirando, vigilante. Mentalmente, tomó nota de que tenía que aprender a usar una espada para no ser una carga. Se dio cuenta de que entre el sonido del metal comenzó a surgir un nuevo sonido que ya empezaba a reconocer claramente. Brandon también lo escuchó y alertó a sus compañeros.
- Más jinetes - bramó Brandon-. Tenemos que irnos de aquí.
Miró rápidamente a su alrededor y se dio cuenta de que Dow no podría seguirles. Sus dos adversarios no le daban tregua suficiente para dar media vuelta y montar, y la lucha era tan igualada que no conseguiría imponerse a ellos. Ellos libraban su propia lucha y no podían darle apoyo. Dow también lo sabía, así que tomó una decisión.
- Brandon, llévatela de aquí. ¡Ya!
El grito de Dow entró rápidamente en su cerebro y, con él, el descubrimiento de que sólo pensar en separarse de él le oprimía el corazón. Un pensamiento surgió claro entre los demás. No se iba a ir sin él. No podía dejarlo allí para morir. No iba a abandonarlo. La mera idea de que desapareciera de su vida para siempre, la torturaba incomprensiblemente.
Entendió lo que Brandon había visto desde el principio y decidió aprovechar el momento de indecisión hasta que se decidieran a cumplir la orden de Dow. Barajó varias posibilidades y optó por la más segura.
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El Caballero Negro.
RomanceRomance erótico. Aventuras, amor, sexo, la diversión está asegurada. Disfruta de una lectura ligera, amena y divertida. Breena Bennett, agente del FBI, vive por y para su trabajo. Lord Strone, un auténtico caballero medieval, vive sólo para la guerr...