Consecuencias / Cascada P.3

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Primeras y últimas veces. En muchos casos no somos conscientes de cuando se van a presentar, en cambio otras están demasiado sobrevaloradas y las esperamos casi con desesperación.

Por ejemplo casi nadie recuerda la primera vez que apagó un despertador o la última vez que jugó a algo como el escondite.

Pero el último día de instituto es algo que mucha gente desea con fervor al igual que quitarse un aparato. El primer beso, las primera vez conduciendo, esas son primeras veces que todo el mundo ansia.

Cuando se conocieron ninguno la sabía, pero entre ellos iban a ser muchas primeras y últimas veces las cuales no esperaban.

Tormenta y Calma había chocado, y aunque al resto del mundo le parecía la historia más típica el final aún era incierto.

Hacía ya quince minutos que se habían besado por primera vez y ahora no podían dejar de hacerlo.

Todos eran besos hambrientos y curiosos, no sabían lo que estaban haciendo y en realidad estaban un poco asustados porque eso era una maldita caída libre, ninguno llevaba paracaídas, y estaban dispuestos a estrellarse.

Kirishima seguía sintiéndose en la cima del mundo aunque de vez en cuando le daba la sensación de que se iba desmayar. Pero no podía parar. Era algo que solo estaba en su cabeza. El cuerpo le iba a cien.
No recordaba haberse sentido tan bien consigo mismo en su puta vida.

Era la primera vez que se montaba un fiestorro como ese pero hacía rato que se sentía como si ese fuera su ambiente natura, como si llevara años bailando. Se sentía parte de algo mucho más grande que él, poderoso, imparable, insaciable. Ahora podía tenerlo todo. Y quería tenerlo todo, empezando por el rubio con olor a caramelo.

Por otra parte Bakugō estaba desatado. Nunca se había sentido así. Era la primera vez en su vida y eso lo asustaba un poco era como si su cuerpo hubiera tomado la delantera dejándose llevar por el pelirrojo. Francamente él nunca había sentido un interés muy especial en ese tipo de temas. Para él, el resto tenían un problema hormonal que no podían con su vida. Con tener la cabeza en su futuro él tenía suficiente.

Vale que alguna vez había pensado en querer besar al pelirrojo y que le molaban sus dientes.

Pero esta vez era completamente diferente. Era como si un hambre voraz hubiera despertado dentro de él y realmente no sabía cuánto más iba a resistirse o hasta qué punto quería tentarlo Kirishima.

Canción tras canción, el rubio sentía la respiración más pesada, y los músculos tensarse, el calor le era prácticamente insoportable y la fricción entre sus cuerpos estaba a punto de provocarle un ataque cardiaco. U otra cosa. Lo que no entendía era como al caí que le costaba respirar y en cambio ese chico con pinta de no haber roto un plato seguía tan lleno de energía.

Aunque en esos momentos apenas pensaba cosas coherentes, Tenía una mano en el abdomen trabajado de su amigo. Kirishima estaba pegado a él pero de espaldas. Y podía sentir perfectamente como este se movía contra él, como iban a ritmo de la música. Las caderas del pelirrojo le estaban haciendo perder completamente la cordura.

Nunca se lo hubiera imaginado siendo tan descarado.

No pudo ni acabar esa canción. Tiró de él de una manera un poco brusca para volver a girarlo y volver a comerle la boca. Entre jadeos, apenas le llegaba el aire.

—Vamos a tener que parar un poco antes de que se nos vaya de las manos— Bakugō sonríe de lado tras sus palabras. De verdad necesitaba una pausa.

Pomeranian RabiosoWhere stories live. Discover now