No necesito nada más.

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El primero de diciembre estaba en mi oficina. Era de noche y aún no lograba terminar un informe muy importante. No podía creer que todavía estuviera allí, a esa hora, cuando tenía cosas más importantes que hacer. Sobre todo porque esa noche era mi turno de quedarme con Lucas, solo que aún estaba allí, clavada prácticamente en esa silla.

Oí a una de las otras analistas terminar su trabajo y guardar sus cosas. La observé de reojo y suspiré.

Una hora después ya estaba conduciendo al hospital, concentrada en la carretera y mis pensamientos. En viejos recuerdos que parecían demasiado alejados, casi inventados. Era como si ellos hubieran pertenecido a otra persona, como si los hubiera visto en una vieja película.

Tenía veinte años cuando conocí a quien era mi marido. Cinco años después nos casamos y apenas al año siguiente tuvimos a nuestro primer y único hijo. Lucas. Podía recordar ese tiempo muy bien, había días en que me quedaba sentada mirando la nada solo recordando. La alegría de esos días, el amor, la unión familiar, había sido maravilloso, casi perfecto. Solo que eso no podía durar para siempre, nunca duraba para siempre.

Cuando Lucas cumplió cuatro años comenzó a enfermar, tanto, que un día quedo internado en un hospital. Esos días habían sido los peores, y lo seguían siendo. Porque fue en ese tiempo que nos enteramos que Lucas tenía leucemia, que mi hijo tenía cáncer.

En verdad ya pasé por todas esas etapas de la que muchos sicólogos hablan: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Caí en la etapa de aceptación bastante rápido, no porque quisiera sino simplemente porque debía. No tenía tiempo para sentir ira, no tuve tiempo para nada.

Cuando llegué al hospital suspiré y bajé del automóvil, caminé rápidamente hacia el edificio y luego hacia la habitación de mi hijo. Ya allí sonreí suavemente al ver que ya dormía, una de las muchas enfermeras que lo vigilaban me miró y sonrió. Hablamos en voz baja y luego de despedirnos me preparé para pasar la noche allí. Ya cómoda observé a Lucas detenidamente. Ya casi tenía seis años pero se veía más pequeño, su cabello estaba volviendo a crecer, lentamente, y su piel ya no tenía esa palidez que lo hacía ver muy agotado. Al verlo allí otra vez los recuerdos me invadieron.

Intenté solo concentrarme en los buenos, en esos momentos de alegría y solo tenía de esos con él, mi hijo, y en ese hospital que ahora tanto conocía.

No había recuerdos bonitos con mi marido, ni siquiera había muchos con él en verdad, luego que nuestro hijo enfermara.

Me di cuenta de que ya no era lo mismo entre los dos un año después de que Lucas enfermó, no sé si fue mi culpa o suya, creo que de los dos. Sé que prácticamente me olvidé de él, me encerré en el hecho de que debía cuidar de mi hijo y olvidé que también tenía un marido. Me concentré en mi propio dolor sin pensar que a él también le dolía y cuando me di cuenta de eso ya era tarde.

Solo noté que no estábamos bien porque únicamente hablábamos de dinero, de medicamentos, de tratamientos, y nada más. Ya no había citas, palabras amorosas, críticas, besos, ni siquiera un abrazo, ya no había nada. Y no supe que hacer para que no siguiera así.

Suspiré y sacudí mi cabeza para intentar alejar esos pensamientos de mi mente. Me moví hacia la cama de mi hijo y me senté a su lado  con cuidado. Tomé su mano y la envolví en las mías, estaba un poco frio. Él suspiró al sentirme y se movió, lo arropé enseguida. Al verlo me recordó enseguida a su padre y me tapé mi boca para acallar mi risa. Recordé enseguida, cuando un año y medio después de descubrir que Lucas estaba enfermo, me di cuenta de que mi marido estaba comenzando a dejar de visitarlo. Seguía preocupándose de las cuentas, de los gastos, de todo eso en verdad, pero ya no iba a verlo y mi hijo me preguntaba por él seguido. Siempre le había respondido que estaba trabajando, que estaba muy ocupado, que pronto lo vitaría. Solo que al no ser así, al caer en cuenta de lo que él hacia me había molestado como nunca.

No necesito nada más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora