Después de varias semanas, una noche, logré ver a Draco rondando por los pasillos. Ambos habíamos salido a patrullar por el castillo, pero ninguno sabíamos que nos íbamos a encontrar.
-¡Hola, Hermione!-me saludó mientras se acercaba hacia mí.
Yo le devolví el saludo pero me encontraba un poco incómoda.
-Pensé que este año no ibas a venir.-le dije, de pronto.
-Yo también. Verás, al principio, cuando Voldemort fue derrotado, mis padres y yo pensamos en huír antes de que alguien nos pudiese capturar. Pero, finalmente, para evitar acabar en Azkaban, decidieron ayudar al Ministro de Magia, informándole acerca de los mortífagos que habían conseguido escapar después de la guerra.-me explicó, detenidamente.
Seguimos caminando en silencio, mientras cruzábamos el pasillo, hasta que vimos unas escaleras y Draco se dirigió hacia ellas.
-No deberíamos sentarnos aquí.-le advertí, mientras se sentaba.-podría pasar Filch.
-Vamos, Hermione, seguro que estará muy ocupado intentando atrapar a Peeves, de nuevo.
Me puse a su lado, y él se apoyó sobre sus rodillas.
-Aún no te di las gracias.-dijo, de repente.
-¿Por qué?-Le pregunté, con curiosidad.
-Por haberme salvado frente a aquel mortífago.
-Tú hubieses hecho lo mismo por mí-le respondí.
-No, no lo hice-negó, con arrepentimiento.
-Si, Draco, aquel día, cuando nos capturaron a mí, a Harry y a Ron. No nos delataste.
-En el fondo sabían que érais vosotros. Lo que hice no sirvió de nada-dijo, entristecido.
-Claro que si.-le confesé.-Si no hubiese sido por ti, probablemente no habríamos podido escapar a tiempo de allí.
-Pero cuando Bellatrix te lanzó la maldición cruciatus yo...
-Draco, no podías hacer nada-le respondí, mientras posaba mi mano sobre su hombro derecho.
-Si que podía, podría haberla desarmado o hasta haberla aturdido-pensó.
-O te podría haber matado.
Tras escuchar esas palabras, se quedó callado. Colocó la cabeza entre sus brazos, y miró hacia el suelo, cabizbajo.
-¿Te puedo decir una cosa?
Entonces se giró para ponerse enfrente mía y posó su mirada en mí.
-Cuando me dijiste en la sala de los menesteres que me querías, yo sentí lo mismo. Nunca te olvidé, Hermione. Aquella noche me sentí destrozado, no paraba de darle vueltas a lo que te había dicho, ni si había sido lo correcto. Quería que fueses feliz. Durante el verano pensaba en ti constantemente y me preguntaba si estarías bien. Pensé en escribirte pero tenía miedo a que no me contestases. Luego me enteré de que ibas a venir a Hogwarts porque Zabini me dijo que te había visto en el Callejón Diagon. En ese momento, decidí que tenía que volver.
Tras oír esas palabras, pensé en Ron. Estaba enamorada de él y nada de lo que me dijese Draco iba a cambiar lo que sentía.
Rodeé su cuello con mis brazos y le abracé. Acaricié su pelo hasta que finalmente nos separamos y nos volvimos a mirar a los ojos. Draco se acercó hacía a mí pero yo me aparté.
-¿Estás bien?-me preguntó, al verme, segundos después.
-Si.-le contesté no muy segura.-Creo que debería subir ya al dormitorio.
-Está bien, si quieres puedo acompañarte.
-No hace falta-respondí, mientras me despedía de él con la mano.
Al llegar, me puse el pijama y vi que encima de mi cama, se hallaba una carta junto a la almohada.
Cuando la cogí, comprobé que la había escrito Ron y decidí abrirla.
Hermione:
Tengo buenas noticias. Esta semana en el Ministerio de Magia, Harry y yo hemos conseguido dar con tres mortífagos, ocultos en las afueras de Inglaterra.
Espero que Ginny y tú estéis bien. Nos vemos pronto.PD: te echo de menos.
Ron.Al acabar de leerla, la apoyé en mi mesilla de noche, me tumbé sobre la cama y me quedé dormida.
A la mañana siguiente, volví a releer la carta de Ron. Tenía que contestarle pero pensé en hacerlo más tarde, y bajé a desayunar con Ginny.
Después de las clases, Draco me preguntó si podía ir a la Sala de los Menesteres esa noche.
Le dije que nos veríamos allí y, horas más tarde, me encontraba subiendo las escaleras movedizas para llegar al séptimo piso.
Entré por la puerta y de repente, empezó a sonar un disco de vinilo detrás mía y una suave voz dijo:
-Señorita Granger, ¿me concede este baile?
Sonreí, y me acerqué a él. Entonces me di cuenta de que todo era como antes.
Hizo una reverencia y cogí su mano. Enseguida me agarró por la cintura y yo pasé mi otro brazo por su cuello.-Al parecer hoy estamos en una especie de sala de baile. ¿No lo sabías, Granger? Esta sala es diferente para quien entra.
Pero ya lo sabía porque, todo lo que estaba pasando, ya lo había soñado.
Entonces la música se paró pero nosotros continuamos bailando. Tras darnos cuenta de lo ocurrido, él cogió otra caja de discos y puso otro. Esta vez la música no era tan lenta, sino más bien todo lo contrario: podíamos bailar como quisiésemos y eso hicimos.
Draco se empezó a inventar pasos de baile mientras yo me reía tanto que me empezaban a doler las costillas. Cuando ya los dos llegamos a la conclusión de que ambos no sabíamos bailar, nos sentamos en dos pequeñas sillas que estaban a un lado de la sala.
Tras una breve charla, escuchamos pasos que venían de detrás de la puerta. Los dos nos levantamos y sacamos las varitas dispuestos a realizar un hechizo en cualquier momento. Segundos después, los pasos se alejaron y suspiré de alivio.
-Creo que será mejor que nos vayamos-dijo Draco.
-Pero ya se ha ido-le respondí.
-Si, pero no es conveniente que los dos estemos aquí a estas horas-me imitó, con tono burlón.
Los dos nos reímos y nos miramos. Entonces, agarré su cara con mis manos y le besé. Después de eso, le dije:
-Yo tampoco te he olvidado.
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Junto a ti (Dramione)
FanfictionLa historia de Hermione y Draco, como nunca antes había sido contada.