Paul
Ahora mismo estoy que no puedo dar más pena, estoy sudando por cada poro de mi ser, me sangra la nariz y tengo los nudillos morados pero no puedo culpar a nadie más que a mí mismo. Cansado de no parar de pensar en Jessica y en como sería besar sus dulces labios hasta que se pusieran hinchados tome la estúpida decisión de ir a la noche de peleas de Port Angeles.
Me había tocado un tío de unos 120 kilos pero el cabrón sabía pelear y me ha costado lo suyo derrotarlo. Menos mal que ha terminado peor que yo porque no estaba de ánimos para perder.
Ahora mismo tenía dos opciones; irme a casa y encerrarme en mi habitación o pasarme por casa de Jessica y ver que pasaba. Estaba claro que la primera opción era la más inteligente pero con cada momento me costaba más alejarme de ella. Había pasado una semana desde la fiesta y me estaba volviendo loco pensando que ella estaría por allí jugando al papel de novia feliz del estúpido Mike.
Maldiciendo mi poca voluntad me puse al volante y una hora después estaba llamando la puerta de su casa sin saber muy bien que decir.
Una somnolienta Jessica apareció vestida con tan solo una camiseta de tirantes y un pantalón corto y una expresión de duda inundaba su cara.
-Paul ¿Qué haces aquí? ¿Va todo...
No pude soportarlo más y la agarré suavemente de la nuca para acercarla a mí y besarla. Al principio no me respondió imagino que estaría confundida pero al poco rato note como se soltaba y me seguía. Me obligué a parar y para poder decirle lo que había estado pensando.
-Jessica quiero estar contigo, pelearé por ti no me importas que estés con tu primer amor yo seré el último.
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La historia de Jessica Stanley
Teen FictionJess está en su mejor momento. Por fin tiene una relación seria con Mike y su amiga Bella está pasando por una fase de locura para olvidar que los Cullen la han abandonado. Todo en su vida está perfectamente ordenado pero pronto comprenderá que hay...