Piercifer [Lucifer x Pierce] •One-Short |+18|•

Parte única

Nota modificada por salud mental:

Advertencia: Toda esta historia representa solo y únicamente a los personajes de la serie Lucifer, en ningún momento se incluye a las personas que hacen de los personajes ni nada parecido.

Esta historia fue escrita cuando yo tendría 14 años aprox, ahora con 20 he modificado solo algunas cosas como las notas y las descripciones por el simple motivo que la gente cambia y me parecía mejor como lo he dejado. No quiero borrar la historia por que tampoco me causa vergüenza, en cambio si tuve que quitar la otra historia de Detroit Become Human ya que no me sentía cómodo con el contenido escrito.

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Era viernes por la tarde. La jornada laboral había acabado no más de unas horas atrás y, Pierce solo estaba en la oficina matando el tiempo, tiempo que tenía de sobra. Siempre se veía que rechazaba invitaciones a lugares y quedadas con los demás empleados, diciendo que no tenía tiempo o, que no podía cuando en verdad no quería, porque tiempo tenía.
Gracias a su pecado le habían condenado a la vida eterna. Nunca podría experimentar la muerte absoluta, porque en sí, podía morir pero después, revivía. Nunca saldría de ese mundo y eso le agobiaba. El pensamiento de no poder morir nunca parece lindo al principio pero, para él nunca fue algo que se pudiese describir con un adjetivo.

Ese tiempo infinito de vida lo mataba por dentro pero, nunca por fuera. Siempre pensaba eso millones de veces y, se sentía mal. ¿Por qué los únicos pensamientos que tenía en su cabeza era que querría morir? Aunque estuviese alegre y haciendo todo lo que le gusta y con la gente que le agrada, seguiría pensando que quería morir, y eso es triste, muy triste y ahora, él se sentía triste.

Observó una fotografía que tenía puesta en un marco de madera pequeño, encima de su mesa, al lado de su ordenador. En verdad esa fotografía era la que venía con el marco. Nunca tuvo tiempo de cambiarla o, mejor dicho, no tenía nada que poner en ese marco. Solo pudo agarrarlo de uno de los extremos para después observarlo, pensando cuanto a ganado y cuanto a perdido. Sentirse aún peor consigo mismo y, taparlo en un movimiento rápido, movimiento que hizo que su mirada acabase fijándose en la hora, las 17:32.
Un escalofrío recorrió toda su columna vertebral y, terminó dando un pequeño salto en su sitio, eran las cinco.
Normalmente a esa hora cierto compañero de trabajo empezaba a molestarlo de todas las maneras posibles y, ese día, no iba a ser distinto. Al momento siguiente de ese repentino escalofrío, empezó a escuchar las vibraciones y, el sonido que solía realizar cuando le llegaba algún mensaje. Rápidamente agarró su móvil, lo encendió y efectivamente, era Lucifer, el responsable de sus temores. Abrió el chat y, enseguida, se dio cuenta que esos mensajes eran distintos a los millones de mensajes que le mando días atrás. En específico porque, esta vez solo había uno y decía:

"Vente a las 6."

Le resultó extraño, no era normal ver esos tipos de mensajes, y menos, proviniendo de el mismísimo demonio. Un sabor amargo invadió su boca y, otro escalofrío recorrió su cuerpo. Sus piernas se movían solas y, su cerebro trabaja vagamente. En general, algo estaba pasando en su cuerpo, para que éste, deseara ir con Lucifer. Y pensandolo durante cinco minutos, se levantó de su asiento para guardar su trabajo y, después, poder salir, no sin antes preguntarse:

"¿Qué podría salir mal?".
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La hora acordada se acercaba, igual que Pierce a su destino.
Estaba a unos pasos de entrar en el local: "El Lux", que en el momento, antes de entrar, escuchó tanto ruido que, dudó si entrar o no pero, como antes le pasó, su cuerpo reaccionó solo y entró sin pensarlo. Un segundo después de entrar, su cuerpo reaccionó y, momentos después, se empezó a arrepentir. El bar estaba lleno. Gente borracha gritando, haciendo tonterías, tirando cosas, en general, el 90% de los integrantes del bar estaban bajo el efecto de alguna sustancia peligrosa y adicta. Eso solo provocó un suspiro en su boca, para luego, empezar a caminar por la multitud intentando buscar a Lucifer. Solo dando cinco pasos, sintió como algunas personas tocaban su cuerpo. Eso sí era raro e incómodo pero, sin prestar mucha atención, siguió su camino. Pronto esas manos y caricias desaparecieron, al igual que la gente apiñada. La gran multitud que no le dejaba respirar, se esparcía y, ahora, era más fácil caminar. Tomó un descanso para buscar a Lucifer con sus ojos y, al no encontrarlo, siguió la vista hacia uno de los empleados. Se acercó a él, carraspeó y, le preguntó con un simple: