Encuentro Inesperado
Me asome por la ventanilla del avión, no conseguía ver otra cosas que nubes y cielo azul. Y regresé a mis pensamientos:-¿era necesario todo esto, algún día podría ser feliz en un hogar de verdad?- Cuando después de 2 años en Italia encontré mi lugar, me dicen que volvemos a España, y no precisamente a Madrid, lo que yo había considerado hasta entonces mi hogar; pero me di cuenta que nunca lo había sido, sólo era un destino mas del largo trayecto que aún me esperaba... Nunca había logrado encajar del todo en ninguna parte, ni en Madrid,porque era demasiado tímida, ni en Italia, porque me consideraban extranjera. Pronto cumpliría los 15 años y nunca había tenido unos amigos de verdad, solo tenía a mi familia y en ocasiones era reconfortante pensar que las únicas personas que amabas de verdad nunca te iban a fallar... No se muy bien porque no me adaptaba en ningún sitio; por lo que se refiere al físico soy una niña más bien normal, morena, ojos marrones, estatura media... y en la forma de ser soy bastante tímida, y siempre pienso en los demás mas que en mi, cosa que puede parecer buena, pero a veces no lo es, porque eso acaba haciéndome daño.
Llegamos a Sevilla y al que sería mi nuevo pueblo, Mairena de Aljarafe. Entré a mi nueva casa, no demasiado grande, pero bastante acogedora. Podía imaginarme viviendo allí, invitando a mis amigas cenar, teniendo una vida normal, la que nunca había tenido.
Entré a mi habitación, estaba junto a la de mi hermana, eso me hacía sentirme segura, aunque mi hermana sea una niña pequeña, es mi mejor amiga, siento que es la persona en la que mas puedo confiar.
En pocos minutos ya tenía toda la ropa en el armario, y mis objetos perfectamente distribuidos en la habitación. Entonces se me ocurrió llevarme a Claudia a dar un paseo.
Bajé al piso de abajo, dispuesta a darle una sorpresa a mi hermana, estaba segura de que le haría mucha ilusión conocer el nuevo pueblo.
-Clauu....
-Shhh- interrumpió mi madre, señalando al sofá.
Entonces entendí, se había quedado dormida, y no tenía otro remedio que ir yo sola a visitar Mairena. Decidí arreglarme un poco, debía causar buena impresión.
Me vestí sencilla, con unos shorts baqueros, y una camiseta de tirantes rosa, a lo que complementé con unas Vans del mismo color.
Ya estaba dispuesta a irme cuándo mi padre me llamó:
-Natalia ¿vas a salir?
-Si, voy a salir- dije elevando el tono para que pudiera escucharme desde la cocina.
-Ven aquí, te doy la lista de la compra y vas al súper de la calle de al lado ¿vale?
-Vale papá- Dije imitando a un soldado, llevándome la mano a la cabeza.
Me costó su tiempo llegar al súper, no soy de las que se orientan demasiado bien, y a eso se le añade que no conocía aún el pueblo.
Al llegar al súper se me hizo imposible encontrar las cosas, daba vueltas hacia arriba y hacia abajo, debía parecer estúpida ¿quien se pierde en un supermercado? Cuándo por fin conseguí llegar a la sección de congelados para coger las pizzas, noto algo moverse al otro lodo del congelador que recorre el pasillo. Sigilosamente me fui acercando y pude ver la figura de dos chicos agachados como si se escondieran de un monstruo. Aquella imagen me hizo tanta gracia que no pude evitar soltar una carcajada que llamó la atención de uno de ellos, que se puso en pie de un salto. Me miraba con la cara de un niño al que acaban de pillar comiéndose las chucherías de la despensa.
-Dani- dijo el chico en voz baja dándole golpecitos a su compañero sin apartar la vista de mi-Dani, ya se han ido- El otro chico, Dani, se puso en pie, junto al otro chico, que seguía mirandome.
-¿Quién se ha ido?-Pregunté-¡Ala! Si sois iguales.
Los dos chicos eran iguales, gemelos, seguramente. Esta situación me resultaba aún mas graciosa: Dos gemelos escondiéndose de alguna cosa.
-Hola ¿no nos conoces? Yo soy Jesús y él es Daniel- dijo el chico que se percató primero de mi.
Al decir verdad, eran dos chicos bastantes, guapos. Morenos de ojos marrones, y algo mas altos que yo.
-No, no se quien sois, soy nueva aquí. Oye, contestadme ¿de quién os estáis escondiendo?
-De las...-comenzó a decir Daniel, pero su gemelo lo interrumpió.
-De nadie. Jugábamos al escondite. Los veranos en Mairena son muy aburridos, y como hace mucha calor nos venimos a la sección de congelados. Por cierto ¿como te llamas?
-Me llamo Natalia, pero me podéis llamar Nat.
-¿Y que haces aquí, Nat?- Preguntó Dani algo nervioso.
-No se... comprar. Pero no me decido en cuanto a la pizza. Vosotros preferís de jamón cocido o cuatro quesos?
-Jamón cocido- Respondió Jesús.
-De cuatro quesos- añadió Daniel
-Pues me quedo las dos- Cogí las dos pizzas y la metí en la cesta, en la que ya no cabía nada más, por suerte ya había acabado mis compras.
-¿Necesitas que dos hombres te ayuden a llevar todo eso a casa?- Se ofreció Jesús.
-Si me ayudáis os invito a pizza- le respondí en un tono un tanto burlón.
-Eso suena a soborno- Dijo Daniel haciendo una mueca.
-Como quieras, te quedas sin pizza Dani.
Finalmente cedieron. Ambos me ayudaron a llevar las cosas a casa; nos costó llegar hasta esta, pues no memoricé el camino, y tampoco me sabía el nombre de la calle para que ellos me pudiesen guiar. Menos mal que a Dani se lo ocurrió ir a descansar a su casa, y entonces me di cuenta que mi casa estaba justo al lado de la suya.
-Bueno chicos, muchas gracias- dije haciéndome la tonta.
-¿Y bien? ¿Se te olvida algo no?- me dijo Dani antes de que cerrara la puerta de casa.
-¿Y mi pizza?- Añadió Jesús.
Soté las cosas en el recibidor de la casa y me dirigí de nuevo a ellos.
-De momento os tenéis que conformar con esto.
Les di un beso a cada uno en la mejilla. Pude notar como se sonrojaron, pero en seguida se les pasó.
-¿Contentos?-Pregunté.
-Contentos- Afirmaron al unísono.