Teen Wolf Thiam One-Shots

Una Divertida Detención

Detención, una vez más estaba en detención, ¿porqué?, esa pregunta se puede responder en algo simple, ya que la causa tiene nombre, cierto adolescente Rubio, de ojos grises, musculoso, engreído, prepotente, mentiroso, manipulador, y que estoy seguro que en estos momentos puede oler toda la ira que estoy sintiendo ahora, si señores, estoy hablando de nada más ni nada menos que Theo Raeken, esa maldita quimera que casi destruyo la manada, ayudo a matar a más de un inocente, y por si no fuera poco casi destruye Beacon Hills, por haber ayudado a los estúpidos Doctores Del Mal, a crear al asesinó perfecto, sino hubiera sido porque Stiles estaba en manos de la cacería salvaje, tal vez el nunca estaría de vuelta. Quizás tengo algo de culpa, porque sino fuera porque se me ocurrió la brillante idea de traerlo de vuelta del inframundo, tal vez, sólo tal vez no tendría porque soportarlo justo ahora.

Mason, Corey y yo cursamos el  último lamentablemente Raeken también. Lo que hace más tedioso mi estadía en el instituto. Hace más de 5 meses que Scott y los demás empezaron sus vidas universitarias, y aunque en Beacon todo esta tranquilo, algo que es inusual; es algo raro no estar con ellos.

Ahora que explique la razón de mi molestia, se preguntaran ¿qué fue lo que paso para que tuviera que compartir dos horas de detención con Theo?, sencillo a la quimera se le dio por tirar papelitos en clases, y justo cuando la profesora de matemáticas preguntó quien era el responsable ¿adivinen que dijo el coyote?; claramente me echo toda la culpa a mí, yo dije que era mentira, pero el seguía y al ser una bomba de tiempo explosiva, mi paciencia se agotó, lo golpe y el la siguió, y pues aquí estamos, sentados en un salón dentro de cuatro paredes, en un silencio sepulcral ya que nadie quiere decir nada yo en una esquina del salón y el en otra.

Sólo falta una hora de detención, pero era muy insoportable no hacer nada durante una maldita hora. El profesor encargado de la detención del día de hoy tuvo que salir a atender a su esposa ya que justamente hoy le dio por entrar en labor de parto, no la culpa pero si estuviera el profesor sería menos incómodo estar con Theo.

—Deja de pensar tanto, Huelo tu cerebro de tanto pensar desde aquí, además de la ira claro esta—escuchó decir a Theo desde mi puesto.

—En estos momentos, estaría en mi cama durmiendo, pero no, a ti se te dio por hacer una guerra de papeles y echarme la culpa; ahora te aguantase— suspiro molesto no por que tenga razón, sino porque lo que dije le causo gracia a mi compañero ya que puedo oír su estúpida risa que entra en mis oídos.

— ¿qué tal si hacemos esto divertido?—no tuve que voltearlo a mirar para saber que se paro de su puesto, claramente con mis sentidos de lobo pude oírlo como si estuviera a 5 cm de mí.

Theo se acerco al escritorio del profesor, y sacó de uno de los cajones una tiza, eso llamo algo mi atención así que continúe mirando haber que otra estupidez hacia este imbécil.

Estaba haciendo unos garabatos en el tablero, garabatos que no tenían sentido, o al menos yo no le veía el sentido s ellos, ya que el voluptuoso cuerpo de Theo no me dejaba ver lo que hacía.

—Listo—dijo Theo con una enorme sonrisa en su cara, y mis ojos se abrieron de par en par al ver lo que había dibujado.

Era un dibujo obsceno sobre la profesora de matemáticas, rápidamente me pare de mi asiento y Coji el borrador para borrar lo más pronto posible, no quería que la estúpida quimera me metiera en más problemas, en cualquier momento el profesor o cualquiera puede entrar y ver el dibujo, y de seguro era otra detención.

—¿qué diablos te pasa Theo?, alguien puede entrar y ver ese dibujo, no quiero más problemas por tu culpa—dije borrando ese dibujo que debía admitir daba mucha risa.

—¿si te das cuenta que somos los únicos en esta escuela no?—dije en tono burlón aumentando más los nervios en mi.

—Da igual, es mejor estar precavido—estaba apunto de terminar de borrar el dibujo en el tablero, cuando sentí la cercanía del cuerpo de Raeken junto a mi espalda. Tan juntos estábamos que podía sentir su aliento en mi cuello.—¿Que haces?—pregunte con un nerviosismo notorio en mi voz.