Capítulo 1

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El portero se inclinó ceremonioso y saludó:

-Buenos días, joven Heo.

-Buenos días, Siwon.

-Hace mucho frío, ¿eh?

-Tremendo -y con brevedad, penetrando en el palacio-: Cuide mi coche.

-Descuide joven.

En cuestión, atravesó el vestíbulo y lo dejó atrás. Al ir a poner la mano en el pomo de la puerta del salón, lo pensó mejor, dio la vuelta y se aproximó al ventanal. Los visillos eran finísimos, y no precisó retirarlos para mirar hacia la calle y ver lo que allí había. Vehículos que iban de un lado a otro, buses, motocicletas y peatones, pero esto no interesó a Heo Young saeng. Los ojos color marron, de frío y altivo mirar, cayeron sobre una figura de hombre vestido de oscuro, tocada la cabeza con un sombrero y vistiendo abrigo gris.

-Estúpido -rezongó Young saeng.

El hombre dio la vuelta al «Mercedes» de Saeng y luego se alejó calle abajo, con las manos hundidas en los bolsillos del abrigo. El joven se retiró del ventanal y se dispuso a atravesar el salón.

-Buenas tardes, joven Young saeng -saludó el ama de llaves de su abuela, saliendo del cuarto de planchar.

-Hola, Hani. ¿Y mi abuela?

-Como hace tanto frío, no salió de su habitacion.

-Voy a entretenerla un rato. Si me llaman por teléfono, me avisa, dejare mi celular aquí en la mesita

-Desde luego, joven. Debo advertirle, que la señora preguntó ya dos veces por usted.

-La tengo mal acostumbrada -sonrió el joven.

Y se perdió, no tras la puerta del salón, sino en las escalinatas alfombradas que conducían al segundo piso.

Atravesó éste y empujó la puerta del fondo. Una dama anciana, de porte majestuoso, cabellos muy blancos y ojos de expresión bondadosa, sonrió al recién llegado desde el fondo de un sofá.

-Ya creí que hoy no venías, querido.

Young saeng se aproximó a ella. La besó dos veces, se quitó el abrigo, de corte inglés, y se sentó frente a ella.

-Ya me dijo Hani que preguntaste dos veces por mí. Y yo le dije que te tengo mal acostumbrada.

-Creo que la culpa la tienen tus padres. Ellos nunca recuerdan que existo.

Saeng alzóse de hombros.

-Si no están en Corea.

-¿Otra vez de viaje?

-Mamá es insaciable. Y papá vive para complacerla.

-Hum... -rezongó la dama-. ¿Y de ti, quién se ocupa?

-Bah, ya sabes que estoy habituado a valerme por mi mismo o de personas asalariadas.

-Hijo, estimo que debieras vivir a mi lado, te lo dije muchas veces desde que regresaste definitivamente del extranjero.

-Papá lo sentiría.

-Papá -recaló la dama-, es un estúpido, y he de reconocerlo así, aunque sea el marido de mi hija. Muerto tu padre, mi hija nunca debió casarse otra vez, y sobre todo con un hombre que le dobla la edad.

-Son cosas de la vida, abuelita -trató de tranquilizar a la anciana dama.

-Si. Son cosas de la vida que a ti no te agradan.

El cambio mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora