Capítulo 6

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Descendió del auto, al ver a Hyun joong ahí, mientras esperaba que el portón eléctrico se abriera.

-¿Señor John Kim ,qué hace usted aquí? -preguntó con aspereza.

-Lo esperaba.

-¿Por qué?

-Porque no soy hombre que se detenga ante una negativa. Deseo hablarle y espero que esta vez me escuche.

-Ya le he dicho que no me interesa cuanto tenga que decirme. Admito sus disculpas y le ruego que se aleje de mi vida.

-¿Y también de la biblioteca de la señora condesa?

-Por supuesto. De lo contrario, un día no resistiré más y se lo referiré todo a mi abuela.

-Lo cual no dejará de ser divertido, porque yo también sé defenderme. Y estimo en alto grado el concepto que de mi ha formado su abuela.

-Un concepto que quedará aplastado bajo el peso de mis razonamientos.

-Young saeng -dijo de súbito, enderezándose-, dejemos de pelear y seamos buenos amigos. Conozco parte de su vida, en un rincón de la cual está su soledad, y yo me considero también muy solo.

-¿Trata de enternecerme?

-Trato de llegar a su sensibilidad.

-Puedo carecer de ella -rió, desabrido.

Hyun movió la cabeza de un lado a otro, denegando.

-Muy al contrario. La tiene a flor de piel, pero se empeña en doblegarla.

-¿No sabe usted mucho de mi?

-Lo que observo, y deseo ser su amigo.

-No acostumbro dar mi amistad a desconocidos que se ocultan en la oscuridad para robar besos a una persona indefensa.

-Ese beso... cambió mi vida. No estoy, pues, arrepentido de haberlo compartido con usted.

-Permítame que entre, salga del medio del portón, por favor.

-No antes de haberme escuchado.

-¿Desea que pida auxilio?

-No lo considero tan estúpido.

-Pues lo seré, porque si no me deja pasar, lo pido.

Hyun joong lo quedó mirando.

Young saeng se sintió nervioso bajo el peso de aquella mirada.

-Quítese por favor

-Sólo si me deja hablar -replicó, frío.

Y no se quitó.

Young saeng dio un paso al frente, llamaría al timbre para que viniera el servicio a verlo, pero Hyun se le puso delante.

-Al besarlo el otro día -dijo con reconcentrado acento-, lo hice por curiosidad. Una curiosidad insufrible.

-¿Acostumbra saciar así su curiosidad? -preguntó, mordaz, ocultando su nerviosismo.

-Nunca. Fue un acto irreprimible. Después de haberlo besado, comprendí muchas cosas.

-No me interesan sus descubrimientos. ¿Me permite tocar el timbre?

-Aún no. Necesito decirle que tras haberlo besado, no dejé ni un solo instante de pensar en usted.

-Ello no me halaga, señor Kim.

-Deseo tratarlo como amigo. No me intriga usted, pero dice algo a mi corazón, y es la primera vez que me ocurre con una persona, y quiero que sepa que desde hace muchos años busco en la vida la afinidad con alguien.

El cambio mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora