Sunni se preparaba para salir. Jae jong, vestido de etiqueta, con la gardenia en el ojal, esperaba a su esposa en el salón de la planta baja, Young saeng, hundido en un sillón, parecía reflexionar.
—¿Por qué no nos acompañas?
—A la fiesta de la familia Kang?, papá. No, sabes que su hija me pretende y es molesta y encimosa, no me interesa volver a verla.
—Te aburrirás.
—¡Bah!
—¿Sabes, hijo, que me parece notar en ti algo extraño?
—Quizá.
Jae fue a sentarse a su lado. Lo escrutó con la mirada.
—¿No puedo compartir tus inquietudes?
—Creo que sí. Pero deseo hablarte largamente, y temo que mamá nos interrumpa.
—Mamá —sonrió Jae jong, bonachón—, tiene para una hora. Puedes hablar entretanto.
—Dime, papá. ¿Tú me consideras un niño?
La pregunta lo desconcertó. Lo contempló pensativo, analítico.
—Creo —dijo con convicción—, que así te consideré hasta hoy. Desde este instante, te veo diferente.
—¿Menos o más niño?
—Un hombre, simplemente.
—Gracias, porque tu respuesta es exacta a la realidad. En efecto, soy un hombre.
—¿Adónde vas a parar?
—No muy lejos. Estoy... estoy...
—¿Enamorado?
—Sí.
—¿Debo felicitarte por la elección? ¿Conozco a tu novia?
—No. Ha llegado a mi vida de modo inesperado.
—¿Es de posición social?
—No. Carece de fortuna y casi de nombre. Soy gay, el dedica a escribir.
—Hum.
—¿Por qué haces ese gesto de desagrado, tienes algún problema con eso?
—Porque a tu madre no le gustará la idea.
—¿A... ti?
—En este asunto no tengo voz ni voto. Pero como marido de tu madre, te daré un consejo.
—Si es para decirme que olvide al hombre que amo, no me lo des.
—Mira, Saengie. Tú eres un rico heredero. Lo sabes tú y lo saben todos los que te conocen. Lo eres por tu abuela, por tu madre, y hasta por mí, aunque no soy tu padre, te considero como hijo, y te tendré en cuenta a la hora de mi muerte.
—¿Quién habla ahora de eso?
—Yo. Que soy real y me gusta hablar con realidad. El egoísmo humano es desmedido. Tú eres una bella persona, noble, gentil y de buena familia. Un día serás conde y poseerás una fortuna fabulosa. ¿Vas comprendiendo?
—Aún no.
—Seré más claro. No pretendo con ello oponerme a tu relación o matrimonio con ese desconocido, pero tengo el deber de hablarte claro y abrirte los ojos, si es que los tienes cerrados a la razón.
—Mamá va a llegar —cortó breve—, y deseo concluir esta conversación.
—Lo prefiero. Quise decir que posees cualidades más que estimables para ser amado por ti mismo, pero ¿lo eres? Si tu novio no posee fortuna ni nombre, ¿por qué hemos de creer en la sinceridad de su amor?
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El cambio mi vida.
FanficTenía veinte años y era la primera vez que se había tropezado con un hombre digno de su cariño. Pero era un hombre pobre y sin proyección de futuro... y el, en cambio, disponía de una sólida fortuna familiar. Y además, aquel hombre... ¡era el hijo d...